El próximo ganador de la crisis en USA
Por Lorenzo Gonzalo, 7 de Diciembre del 2010
Muchos analistas contemplan las congelaciones de salario estatales y reducciones en la plantilla del gobierno ordenadas por el Presidente Obama, como políticamente contraproducentes en términos de lidiar con los escollos que significará una Cámara de Representantes de mayoría republicana.
Estados Unidos se ha caracterizado desde sus mismos comienzos por un rechazo a todo lo que significa un aumento de gobierno o del estado y a toda injerencia en los asuntos internos de las personas.
Contradictoriamente, ese proceso ha ido en aumento, llegando incluso a las medidas implementadas desde los mismos comienzos del Siglo XXI, permitiendo escuchar conversaciones, realizar registros y efectuar vigilancia sobre ciudadanos, sin autorización judicial alguna. Estas medidas fueron tomadas a raíz del derrumbe de las Torres Gemelas. Algunos consideran que si bien es necesario incrementar medidas de seguridad, ante la inestabilidad de un mundo con el cual Washington no ha sabido lidiar en términos de paz, la mayoría de las medidas ordenadas y aprobadas, están dirigidas a asegurar el dominio político de los sectores tradicionales que componen el Estado y controlar la vida de la ciudadanía.
Congelar salarios y sobre todo, reducir plantillas, limitando el tamaño del Estado, es algo que se aproxima a los deseos expresados en el sempiterno discurso de los republicanos.
Las críticas al tamaño del Estado han sido capitalizadas por el Partido Republicano aunque eso no niega que el Demócrata no aspire a iguales resultados. Ambos partidos persiguen consolidar las funciones privadas por encima de las públicas y ambos tienen como “norte de su brújula” una disminución de las instituciones públicas y un aumento de las administraciones privadas. Cada día aumenta más la tendencia de entregar a manos privadas la atención de asuntos tales como la salud, las cárceles, las escuelas, las construcciones de carreteras y calles, manejo de las beneficencias imprescindibles y todos aquellos aspectos que solamente pueden ser administrados con justicia, cuando son acompañados por el celo humano y no con el fin de obtener y engrandecer ganancias materiales.
Piensan los analistas que la jugada de reducir con bombos y platillos las plantillas estatales iniciada por Obama, favorece a los republicanos, al tiempo que los mismos continúan empeñados en impedir su trabajo de gobierno poniendo obstáculos a cuanta legislación nazca del Ejecutivo.
Desde el punto de vista económico las medida no ayuda a enderezar una economía que tiene salideros tan grandes como los gastos de una Guerra múltiple, cuyo desmontaje no es de fácil realización en un Estado plagado de propósitos comunes similares, pero de intereses personales diversos, orientados al enriquecimiento personal o corporativo.
Al parecer Obama se inclina seriamente por favorecer un gobierno bipartidista, a contrapelo de que el Partido opuesto se niega a compartir la Administración y pretende controlarla por entero.
En medio de esa debacle, los Republicanos ganan espacio, especialmente ante los errores de Obama de no dejar claro que los asuntos sociales no serán afectados hasta tanto no se logre un aumento de impuestos para las clases más poderosas que son las que más contribuyen y pueden contribuir a reducir el déficit presupuestario.
El débil liderazgo asumido por Obama, inclinándose a gobernar con quienes harán lo posible porque no gobierne, no favorecerá un sano despegue de la economía. Especialmente no favorecerá a los no empresarios, esa enorme marejada de ciudadanía, que desde diferentes actividades, forman el soporte de los gigantescos conglomerados económicos donde radica la producción del país.
Por otra parte aprovecharán para acusarlo de la crisis, dejando en penumbras para la mayoría del pueblo, las barbaridades cometidas durante la Administración Bush, las cuales originaron la crisis que, en desleal competencia fue entregada a Obama y que, por arte de magia, la hacen parecer como un producto de su propia creación.
En realidad lo único cierto de todo esto es que Obama no creó la crisis, pero no ha sabido maniobrar política y socialmente, para enfrentar eficazmente a quienes pretenden regresar nuevamente, ejecutando nuevas tropelías.
Hasta el momento, la ciudadanía no ha ganado un solo espacio de la carrera mientras que, a pesar de ciertas regulaciones, Wall Street despunta como un posible ganador de la contienda.
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miércoles, diciembre 08, 2010
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