Saludos para todos. Lorenzo Gonzalo
Europa para los europeos sería mejor
Por Lorenzo Gonzalo, 2 de Noviembre del 2010
Visitando amistades y familia, en un viaje por España, constaté asuntos que merecen reflexión.
La mayoría de las personas que conocí en labores de servicio de restaurantes, provenían de los países del este. Unos eran búlgaros, otros rumanos, los había rusos y por supuesto algunos latinos.
Las razones de las personas provenientes del Este para abandonar sus países, están relacionadas con la existencia de un pobre mercado laboral. Aun cuando pocos manifiestan que sus tierras de origen no andan bien, todos coinciden que, con los sueldos devengados en España, pueden ahorrar algún dinero, comprar un coche de uso y pagar un apartamento limpio y funcional. También coincidían en destacar que las cosas han empeorado en la Península Ibérica y distan mucho de ser como antes. Excepto aquellos trabajando en áreas turísticas, quienes realizan las mismas funciones en zonas de servicio a la población u otras de distinta naturaleza, se mostraban pesimistas del futuro y cada vez disponen de menos recursos y condiciones de trabajo.
“Los capitalistas crean las crisis y los obreros pagan las consecuencias”; “hace falta que los ricos comiencen a vivir sencillamente, para que los obreros sencillamente puedan sobrevivir”; “que reduzcan a la mitad el horario de quienes trabajan, para que todos podamos trabajar: compartamos el trabajo”.
Estas y otras consignas, abundaban en manifestaciones poco tumultuosas, pero constantes en diversas ciudades como, Las Palmas, Málaga, Jerez de la Frontera y Sevilla.
España parece presentar un escenario social agitado pero con poca organización y muy dividido. Entre los dirigentes y militantes con experiencias de lucha laboral y social, se destaca una nostalgia por los fracasados rumbos de la antigua URRS y los países del este que fueron forzados por Stalin a abrazar la tarea de “construir el socialismo y el comunismo”, con miras a defender la frontera de la entonces Unión Soviética, la cual enfrentó desde sus inicios, serios ataques y amenazas de Occidente.
En los últimos días de este Octubre del 2010, llamaron la atención varias situaciones contradictorias.
Al tiempo que las pequeñas protesta originadas por la crisis laboral y la parálisis productiva se sucedían en diversas ciudades de la Península, resultó asesinado un niño saharaui y le fue otorgado el Premio Sajarov al cubano Guillermo Fariñas, un hombre de dudosa historia ciudadana, que de la noche a la mañana, apareció como un luchador por las libertades. Este último acontecimiento fue resaltado por toda la prensa internacional, incluyendo la estadounidense. Las protestas de trabajadores, profesionales e intelectuales, a penas ha sido mencionada y mucho menos la muerte del niño saharaui de 14 años, en uno de los campamentos marroquíes.
Contrastan el silencio sobre el brote de las protestas sociales en España y la crisis política del Sahara, con el premio y la cobertura de prensa ulterior, otorgado a una persona que nada significa para el panorama cubano y mucho menos para la problemática internacional.
No existen justificaciones para que, en medio de las dificultades económicas y los desafíos que enfrenta España, ésta opte por destacar la fábula de un personaje coyuntural fabricado por la propia media.
La crisis de Europa en general y de España en particular, se debe a las ineficiencias del sistema que gobierna. Las políticas europeas, basadas en una copia fiel del sistema financiero y económico de Estados Unidos, los ha conducido, no sólo a una crisis de producción, sino a la pérdida de su independencia en materia de política exterior.
La actitud respecto a Cuba asumida por Europa, sólo es explicable cuando descubrimos que las exigencias hechas al gobierno cubano, destacando hechos irrelevantes, contrastan con los millones de sus ciudadanos que quedan sin trabajo y pierden sus hogares, como consecuencia de una ceguera social que parece incurable. Por otra parte, desde el punto de vista de su propio hemisferio, se producen violaciones de lesa humanidad como las del Sahara, en las cuales ellos tienen un alto grado de responsabilidad.
Al margen de los problemas concomitantes a un sistema económico basado en “dejar hacer, dejar pasar”, una Europa para los europeos, siempre sería mucho mejor que una Europa para la Norteamérica de “Los Estados Unidos de América”.
Entenderlo así, aun cuando no resuelva sus conflictos, quizás pueda ayudar a mitigarlos.
martes, noviembre 02, 2010
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