Saludos para todos. Lorenzo Gonzalo
Laberintos para la gobernación en USA
Por Lorenzo Gonzalo, 17 de Enero del 2011
“Si piensan que la educación es costosa, hagan la prueba con la ignorancia”. Esta frase estaba escrita en un cartel sostenido en estos días por una manifestante en una protesta de maestros y estudiantes en Sacramento, la capital de California.
Es curioso el monto del endeudamiento al que han llegado las ciudades, condados y los propios estados de Estados Unidos. Si bien es cierto que hay bancarrotas y familias perdiendo las inversiones hechas en sus hogares, no es menos cierto, ni menos alarmante, que lo mismo está ocurriendo a nivel de las gobernaciones públicas.
Lo doloroso de la situación es que cuando estas cosas suceden, en vez de arremeter contra los factores que determinan los altos costos de esas administraciones, lo primero que hacen las autoridades es afectar la educación, el sistema de transporte y las ayudas médicas a los más necesitados. Esos recortes dañan en demasía a los sectores considerados en el nivel de pobreza, correspondientes a las familias de cuatro miembros que perciben menos de 40 mil dólares anuales. Este grupo comprende alrededor del 17% de la ciudadanía o sea, a unos 50 millones de personas. La salud es una espada de Damocles para estas familias, porque si no les sucede ninguna enfermedad súbita, no tendrá mayor importancia carecer de seguro médico, pero si ocurre lo indeseado y un familiar tiene que ser ingresado a un hospital, las cuentas médicas son ineludibles. Entre otras cosas porque los hospitales no aceptan pagos parciales de deudas y los arreglos basados en una cuota fija deben ser hechos con las compañías dedicadas a cobrar las cuentas consideradas malas. Eso significa que cuando ocurre una enfermedad y se hace necesario un ingreso hospitalario, indefectiblemente el crédito de la persona disminuye, porque una vez que el nombre de alguien aparece como moroso en la lista de una de las compañías que coleccionan deudas, le es negada toda transacción crediticia. En Estados Unidos algo semejante tiene consecuencias trágicas. La capacidad de adquirir artículos necesarios está en gran medida determinada por el crédito, el cual una vez dañado, imposibilita esas adquisiciones. Nos referimos a automóviles, sin los cuales es imposible concurrir al trabajo, televisores, fundamentales en una sociedad de un alto desarrollo, emergencias de diferentes tipos y aun comida, ropa y servicios donde no excluimos la salud. Poseer una tarjeta de crédito es muchas veces algo de vida o muerte, especialmente cuando se requiere arreglar un carro o llevar a un niño con un ataque de asma a un médico cercano y por razones de desempleo u otras, la persona no posee el dinero en mano.
La educación, no tiene de inmediato las mismas consecuencias que la salud, pero a mediano plazo es la diferencia entre la factibilidad de vivir con las necesidades medias resueltas o sufrir de requerimientos altamente sensibles. Macroeconómicamente significa sostener el nivel tecnológico del país o entregarlo a factores foráneos, lo cual es peligroso en un mundo que se rige por políticas de dominación.
En Estados Unidos, el sufrimiento de carecer alimentos, climatización, prendas de vestir y determinadas condiciones de viviendas, es de mayor trascendencia que en países pobres donde los contrastes están mitigados por los bajos niveles de vida circundante y prácticas que nunca han tenido acceso a condiciones mínimas de techo, comida, ropa y transportación. Se añade además lo más terrible de todo: el desalojo. No hay defensa frente a la imposibilidad de pagar la renta.
Evitar un caos de esta naturaleza solamente es posible por medio de la educación. Cada año es más imperiosa, porque cada hora transcurrida en un país de alta tecnología, el conocimiento es piedra fundamental para resolver aun las necesidades más mínimas tanto para las personas como para la colectividad.
Entendido esto, se puede comprender mejor la frase del manifestante. “Prueben qué es más desastroso, el costo de la educación o la ignorancia”.
Salir del laberinto creado por factores infraestructurales y estructurales que funcionaron por décadas y siglos, no es tarea fácil. Los mecanismos estadounidenses para sostener el progreso y adecuarse a los nuevos tiempos se están agotando y la desesperación se presenta a veces, con violencia. La matanza de Tucson, donde ha resultado herida la Congresista Gabrille Giffords, es una prueba. Desgraciadamente la mayoría de los analistas, no creen que la solución para evitar estas eventualidades brutales y deleznables y los sufrimientos de los empobrecidos, estén al doblar de la esquina.
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lunes, enero 17, 2011
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