Hedelberto López Blanch
Rebelión
La colaboración e inversiones de China en América Latina en los últimos años permitieron la entrada de capital fresco y a la par disminuyeron la dependencia económica que los países de la región han tenido durante décadas de Estados Unidos.
Cuestión fundamental para debilitar el control político-económico ejercido por Washington ha sido el surgimiento, a partir de finales de la década de 1990, de gobiernos que han enarbolado los principios de independencia y soberanía en sus transacciones comerciales.
También ha sido de importancia capital los convenios e inversiones que han llevado a cabo en el área, los gobiernos de Brasil, desde la llegada de Luiz Inacio Lula da Silva en 2001 y el de Hugo Chávez en Venezuela, este último mediante la venta de petróleo subsidiado a numerosos países en momentos en que el crudo alcanza precios inalcanzables para esas economías.
Pero en esta ocasión solo analizaré la incursión del gigante asiático en el hemisferio sur de América.
Si en 2000 el comercio chino-Latinoamérica-Caribe solo alcanzaba los 10 000 millones de dólares, para el 2008 la cifra subió a los 140 000 millones de dólares.
Pese a la grave crisis mundial iniciada en Estados Unidos en 2008, el intercambio no sufrió mucho al cerrar 2009 con 143 300 millones.
En 2010 la situación fue superada con creces al incrementarse en 68 % con respecto al año precedente y ubicarse en alrededor de 240 000 millones de dólares.
China ha multiplicado en estos 10 años sus inversiones en esta región sobre todo en los sectores de la minería, hidrocarburos, energía, siderurgia, comunicaciones y ferroviarias.
En la actualidad, la República Popular China está presente en la inmensa mayoría de los países del área, muy diferente a 1959 cuando solo fue reconocida por la triunfante Revolución cubana.
Con esta nación caribeña el intercambio comercial se acerca a los 2 000 millones de dólares anuales y China pasó a ser uno de los principales socios comerciales de la Isla.
Las visitas económicas de funcionarios chinos ya se han hecho familiares en toda América Latina y el Caribe.
Brasil, por la inmensidad de su territorio y potencial económico ha concentrado más del 50 % de las inversiones de la nación asiática en esta región, según se conoció en un reciente foro efectuado en Beijing.
Variados son los programas que tienen lugar entre estos dos gigantes económicos como el financiamiento por 10 000 millones de dólares a la petrolera Petrobrás para nuevas inversiones; la participación china en yacimientos del norte de Brasil y los ubicados en aguas profundas de los estados de Pará y de Maranhao; o los 1 200 millones entregados a la compañía Vale, primera productora mundial de hierro, para fabricar 12 embarcaciones de gran porte destinadas al transporte del mineral hacia China.
La empresa brasileña EBX y la china Wuhan Iron and Steel, invirtieron 5.000 millones de dólares para la construcción conjunta de una siderurgia. También se adelantan los planes para la línea de trenes de alta velocidad Río de Janeiro-Sao Paulo.
Con Argentina firmó un contrato por 10 000 millones de dólares para la construcción del tren rápido Buenos Aires- Córdoba; invirtió 1 000 millones de dólares para la construcción de una planta de agroquímicos, una central térmica y un puerto comercial en la sureña provincia de Tierra del fuego.
La soja se convirtió en la fuente fundamental de exportaciones argentinas hacia China, principal comprador de ese alimento y sus derivados.
Beijing entregó a la República Bolivariana de Venezuela un crédito por 20 000 millones de dólares para financiar 19 proyectos de desarrollo. Con la nación asiática, Caracas ha firmado más de un centenar de acuerdos en todas las esferas de la economía, comunicaciones y las ciencias.
En este 2011, la República Bolivariana exportará hacia Beijing 600 000 barriles de petróleo diario y se espera que en los próximos dos años la cifra exceda el millón. También la empresa CNPC laborará con su par PDVSA en la extracción de crudo en la franja del Orinoco.
La mitad de las exportaciones chilenas a Asia salen con destino a China por cerca de 10 000 millones de dólares, cifra que casi triplica sus envíos a Estados Unidos, evaluados en 3 600 millones.
Esta nación sudamericana exporta mayormente cobre y otros minerales hacia China y ante el indetenible auge del comercio, la Dirección de Promoción de Exportaciones ProChile decidió reducir oficinas en Estados Unidos (Atlanta) para abril sendas en Beijing y Cantón.
Mientras tanto, Perú ha impulsado en el último período su intercambio con el gigante asiático al que le vende numerosos productos como plomo, cobre, harina de pescado, molibdeno, estaño, frutas, maderas, químicos textiles y confecciones.
También se ha convertido en un receptor de capitales provenientes de ese país del lejano oriente, con más de 1 500 millones de dólares invertidos, mayormente en el sector de la minería.
Colombia con la llegada del presidente Juan Manuel Santos ha incrementado esas relaciones y solo en el segundo semestre de 2010 el intercambio creció en 500 %. Colombia vende a la nación asiática productos tradicionales y no tradicionales, mientras adquiere numerosas mercancías de ese lejano mercado.
Con Ecuador y Bolivia se desarrollan intercambios y colaboraciones principalmente en las esferas de los hidrocarburos y la minería.
Pero un hecho importante es que en los convenios firmados con Beijing se enfatiza además el desarrollo social en las comunidades para beneficio de los habitantes.
La amplia incursión de China en Latinoamérica ha permitido a esos países amainar la profunda crisis económica mundial, contar con nuevas fuentes de inversiones para el desarrollo y diversificar sus mercados.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
miércoles, enero 26, 2011
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