lunes, enero 10, 2011

¿POR QUÈ FERNANDO SOTO ROJAS?

Desde Venezuela


¿POR QUÈ FERNANDO SOTO ROJAS?

ELIGIO DAMAS

Me contó un perspicaz morador de la comarca - dicho así sólo por llamar la atención - durante los años difíciles, duros, de la lucha contra Betancourt, que Fernando Soto Rojas, entonces militante del MIR, era tan firme y disciplinado, pese apenas era un muchacho, que las reuniones del organismo por él controlado, las convocaba a horas tan extrañas como las 4 y 13 ò 5 y 12. Nada de las 4 o cinco peladas, como dice el lenguaje coloquial venezolano, tampoco a las 4 ò 5 y 15 minutos. Eran tiempos de clandestinidad y rigurosa persecución para los opuestos al gobierno, particularmente para quienes militábamos en el MIR o PCV.
Pensaba uno, después de reír, como el “ronco” planteaba el asunto, que se trataba de contrarrestar la indisciplina o “liberalismo”, como decíamos entonces, habitual del venezolano. Hecha la convocatoria, en aquella forma, no quedaba duda acerca de la actitud que se esperaba de los militantes, metidos en la fragosidad clandestina y cuyas vidas estaban en juego.
Quienes mejor le conocen hablan de un hombre de una gran disciplina, coherente con la anécdota que abre este trabajo, voluntad, valentía, honesto y paciente para esperar que la vida transcurriese, desde que Chávez llegó al poder, por el camino por él ansiado, sin intentar perturbarla. Por cierto, ahora mismo, se confesó como un hombre quien siempre ha sido paciente.
Una de las hipótesis que manejo, partiendo de la mejor buena fe, es que muchos dirigentes de la vieja izquierda - ponga usted los nombres que le sirvan – creyeron que los promotores de la V República, al frente de ellos Chávez, estaban “obligados” a llamarles que tomasen posesión del puente de mando. Se creyeron como indispensables, lógicos y hasta “naturales”, para estar allí de primeros chicharrones, en aras de la historia y hasta de una presunta sabiduría de cómo hacer las cosas. No llamarles, fue suficiente para iniciar el camino indecoroso que vienen transitando. Por supuesto, consciente estamos que otros – también ponga los nombres que conoce, sólo sea equilibrado – ya habían caído en las tentaciones del diablo y su espíritu mercantil.
Hubo unos que aguantaron, haciendo de tripas corazón y esperando, uno no sabe qué, pero al final se fueron con sus charreteras, historias a lo Aureliano Buendía y Gerinaldo Márquez, no a elaborar pececitos metálicos, sino buscando buenos postores y otear las madrugadas.
Hay muchos quienes admitieron su derrota, aunque en verdad ésta no existe, errores y nunca pensaron “cobrar por los servicios prestados”, porque lo importante e importa, para decirlo en la jerga del béisbol, siempre en boga, es “se anoten las carreras y ganar el juego”. Se juega para el equipo.
Fernando Soto ha dado excesivas muestras que es de la estirpe de éstos últimos. No llegó aspirando que, por su historial de guerrillero, sacrificios y hasta ser hermano de Víctor Ramón, “el mocho” Rojas, lanzado desde un helicóptero sobre el cerro “El Bachiller”, debía ser llamado a comandar tan pronto Chávez llegó a Miraflores o después que Miquilena, tal como debía hacerlo, abandonó el barco, apenas empezó a formarse la tempestad.
Al contrario, con humildad se fue a militar en las bases de las organizaciones populares, ayudar a formar opinión y empujar el proceso en el anonimato.
Porque, como dijese Máximo Gorki, en “El Albatros”:
“Él – terrible demonio- hace tiempo se cansó
de oír la ira del trueno, está seguro que las nubes
no ocultarán el sol, no, ¡no lo ocultarán!
“¡Qué ruja aún más fuerte la tempestad!
Eso hace diferente a Fernando Soto Rojas. El proceso ha premiado no tanto a la vieja historia, a galones desteñidos, sino a la constancia y firmeza.
Cuando Aureliano Buendía llegó a viejo, la constancia seguía en él, pero en Bogotá, en el poder, se habían instalado inconsecuencia y mercaderes.
El momento es sólo para vencer y esto reclama constancia, firmeza y pulcritud. Los revolucionarios reconocen esas cualidades en Soto Rojas. Chávez de primero.
Para pedir firmeza y mantenerse firmes, habrá de poner en los de adelante otra roca.
La oposición también por eso enfila contra aquél todo el arsenal del cual dispone, que es abundante, pues incluye al de quienes están allá, en los predios del diablo.
Los agentes de todos éstos activos andan jorungando la basura.

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