From: CLUBCAMAJUANI@aol.com
Date: Tue, 15 Feb 2011 07:52:24 -0500
Subject: Lo que ocurrió en las montañas del Escambray en 1958
Por Félix J. Hernández, París, 14 de febrero --
Mi querida Ofelia, ayer me llegó desde la capital cubana del Exilio, este interesante documento que podrá dar un poco de luz a lo que ocurrió en las montañas del Escambray durante la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, en los años cincuenta del siglo pasado. Miguel me prometió enviarme otros, los que te haré llegar. Creo que son importantes para cuando Cuba sea Libre se pueda hacer conocer la verdad histórica, que el régimen de los hermanos Castro ha tratado de ocultar por todos los medios.
Miami, 13 de febrero de 2011. -- Félix José, aquí te mando la historia de un comunista que asesinó a dos rebeldes en el Escambray y después a un campesino y a su hijo en Banao en su huída. Es parte de mis memorias. Hasta ahora nadie lo había publicado. Un abrazo desde Miami, Miguel García
En un artículo publicado en el diario Escambray en Sancti-Spiritus, el periodista e historiador Pastor Guzmán escribió: "Al menos nueve espirituanos combatieron el fascismo durante la Guerra Civil española y sus historias, patéticas y emotivas, constituyen hoy una fuente de inspiración y exhortación al patriotismo y a la lucha".
Pompilio recibió el grado de comandante como miembro de las Brigadas Internacionales. Después de la derrota se fugó a través de la frontera francesa y logró regresar a la Cuba desde el puerto de La Pallise, en el navío británico Orbiter.
Guzmán termina su artículo con el siguiente párrafo: «Consecuente con sus ideales y su trayectoria de lucha, Pompilio Viciedo constituyó en 1957 una guerrilla en las lomas del grupo Trinidad-Sancti Spiritus, para cobrar a la dictadura de Fulgencio Batista sus crímenes horrendos y los que en Iberia quedaron impunes».
Miguel García: --Me gusta mucho leer los periódicos provinciales de Cuba, me extrañó ver en el de Sancti-Spiritus ese artículo, ya que no existió ninguna guerrilla comunista en esa región. Sólo conocí a un guerrillero que tenía un brazalete con una hoz y el martillo, lo que en aquel momento nos causaba risa a mis compañeros guerrilleros y a mí. Me asombré cuando leí el contenido al poder constatar que al asesino de dos guerrilleros lo estaban loando en ese periódico. Recordé la historia que me habían contado cuando yo acababa de llegar al Escambray. Pensé que el único que me podía ayudar a esclarecerlo todo era Roger Redondo González un espirituano oriundo de esa zona, revolucionario ejemplar, fundador de las guerrillas en la Sierra del Escambray, que en aquella época era jefe de Inteligencia de toda la zona.. Fui a verlo y le enseñe el articulo que habian publicado sobre quién era Pompilio Viciedo y no publicaron nada sobre el caso de los asesinato de Portilla y Urquiza, cometidos por Pompilio en complicidad con Sindo Naranjo. Recuerdo que allá en la sierra, después que Eliope Paz, Beraldo Salas Valdés y yo nos arrepentimos de habernos unidos a la tropa del Ché Guevara, nos encontramos con Roger Redondo González, el cual nos invitó a pasar por la casa de Ramón Salas que a la vez era tío de Beraldo Salas. Ramón vivía por La Planta Cantú y era muy amigo de Roger, al que traía muchos «recados» de Sancti Espíritus.
Ya en casa de Ramón Salas, Eliope y yo después de desayunar nos fuimos fuera de la casa y Beraldo se quedó hablando con su tía política y mandando recados para sus padres en el pueblo, pero en un momento yo me fije que Roger salió y al poco rato salió Ramón y le entregó un sobre forrado en nylon. Roger se lo metió en la mochila y llamó a Beraldo Salas gritando ¡vámonos que el camino es largo! Al poco rato empezamos a caminar.
Hace poco le enseñé el artículo a Roger y después de leerlo, me dijo: -"Miguel todo eso lo tengo escrito y me entregó lo que tenía investigado sobre este caso".
Esta es la respuesta de Roger Redondo González a Pastor Guzmán: "Esta historia empezó en la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado al final de la década de los veinte y principio de la década de los treinta.
Juan Ramón Ramos, uno de los combatientes de esa lucha, fue junto a Pompilio Viciedo y otros compañeros a una reunión que se efectuó en el poblado de Caunao cerca de Cienfuegos, con un médico de nombre Gustavo Alderegía [sic]dirigente del Partido Comunista, para ayudar una expedición que vendría de México a la zona de Cienfuegos.
Desde la década del cuarenta Wilfredo Velázquez mantenía una red del Partido Comunista en toda la región montañosa de Sancti Espíritus, Trinidad, Cienfuegos y Fomento. Un español que tenía dos mulas que era vendedor de distintos productos era el encargado de llevar propaganda y recoger la cuota del Partido. Y por este medio Wilfredo Velázquez tenía muy buena información sobre todo lo que sucedía en toda aquella zona.
En marzo de 1958 cuando ya estaba alzado en el Escambray por medio de un campesino colaborador nuestro, recibí un aviso de que Pompilio Viciedo quería entrevistarse conmigo. Ese campesino era de nombre Armando Salabarría y vivía en la zona de Banao. Nos citamos para el siguiente día. Yo sabía que el Partido Comunista no era partidario de la lucha armada y por eso le pregunté a Pompilio si el Partido había cambiado a ese respecto. Él me contestó que no, pero que él tenía que alzarse porque temía que lo asesinaran solamente por su pasado revolucionario, ya que durante el Machadato había sido uno de los jefes guerrilleros de esa zona. Y al terminar la revolución contra Machado, un antiguo soldado machadista de nombre Marco Roza le hizo un atentado con una escopeta calibre 12 hiriéndole en la cadera, que lo dejó parcialmente cojo. Ese atentado se realizó en la esquina de la calle Bayamo y Buenavista en la Ciudad de Sancti Espíritus. Poco antes de comenzar la Guerra Civil Española, el Partido Comunista empezó a reclutar gente para enviarlos a esa contienda, entre ellos a Pompilio Viciedo.
Ya en el año 1958 durante el mes de febrero habíamos recibido un cargamento de armas del Directorio Revolucionario que llegó por el Puerto de Nuevitas: 47 carabinas italianas con uniformes; cantimploras y otros implementos de guerra, con el que ya habíamos armados 40 hombres y nos sobraban siete carabinas y mucho parque. Yo le conté que iba a tratar de conseguirle esas armas pero que él no podía ir al campamento por la razón de que allí se encontraba con nosotros Rafael Cadenas que era "guiterista" y lo conocía. Cadenas también participó en la guerrillas contra Machado y después de la muerte de Tony Guiteras, Rafael Cadenas hablaba pestes de Pompilio porque por aquellos tiempos de la muerte de Guiteras los comunistas apoyaban a Batista. A la mayoría de nuestra gente no le importaba mucho y no conocían cosas del pasado por su juventud, pero Anastasio Cárdenas también estaba bravo con los comunistas, porque él era fidelista y la Carta Semanal que por esos días era el órgano del partido, atacaba a Fidel. Yo tenía que sacar las armas de la cueva donde estaban escondidas. Con la ayuda de Armando Salabarría y un caballo con un serón las llevamos hasta Aguada del Negro, cerca de Banao, donde Pompilio había llevado su camión. Le hablé a Anastasio y a Cubela [sic] sobre Pompilio, pero no dije nada de su militancia, mantuvimos el secreto entre nosotros sin decir nada al resto de los compañeros como era usual en estas cosas. Cuando nos despedimos en la Aguada del Negro le pedí a Pompilio que tratara de recoger a Luis Vargas que había desertado con otros dos hombres. Se llevó dos M-1 Garand y otras armas a Guanayara, cerca de Cumanayagua , donde debía de reunirse con Menoyo.
Pompilio cumplió esa misión los primeros días del mes de abril 1958. Cuando llegué a Guanayara, ya Pompilio hacía unos días que se había presentado a Menoyo y lo habían enviado a operar en la zona del Circuito Sur donde ya había movimientos del enemigo, ya que se suponía que Pompilio tenía experiencia militar por haber sido combatiente durante la Guerra Civil Española. Surgió un incidente en esa zona entre él y sus hombres que eran gentes que él mismo había traído de Sancti Espíritus.
Al yo conocer mucha gente de toda la provincia, tenía el cargo de organizar la inteligencia, nombrar al jefe de personal y al del orden. Los que trabajaban conmigo eran uno en cada guerrilla, además de gente de los pueblos cercanos a las zonas del Escambray.
El caso era que Pompilio se presentó al Estado Mayor y acusó a un grupo de sus guerrilleros de desertar y pidió hacerles un juicio por desertores. De tal modo entrevisté a varios de los guerrilleros y también a Pompilio. Yo conocía a la mayor parte de ellos, por ser en su mayoría espirituanos. Con el primero que hablé fue con Pompilio y después con Sindo Naranjo. Durante sus declaraciones ellos se negaron a seguir las órdenes y romper la disciplina. Esa entrevista la hice en el campamento de Anastasio Cárdenas, donde ellos fueron destacados hasta terminar la investigación. Yo hablaba como amigo no como investigador. Sentía amistad por los dos pues a Sindo Naranjo vivía al lado de mi casa en la calle de Martí entre Remate Caraíta durante los gobiernos de Prío Socarrás y Grau San Martín. Él era policía pero cuando Batista dio el Golpe de Estado renunció. A Pompilio lo conocía desde que yo tenía 17 años de edad y le leía la Carta Semanal, pues aunque él tenía un hermano dentista y un tío médico de nombre Díaz Viciedo, no sabía leer o si sabía era muy poco. Fui a ver a los hombres de Pompilio, éste había dejado a los más disgustados en otro campamento para que ellos lo esperaran allí y los acusó en el Estado Mayor de desertores. Todos ellos declararon por separado. Cuando un campesino les avisó de que una patrulla de soldados enemigos se acercaba a su campamento, los muchachos querían emboscarlo pero Pompilio dio la orden de retirarse. Parecía que todo se había arreglado pues a los miembros de la guerrilla de Pompilio los ubicaron en otras guerrillas y a Pompilio y Sindo Naranjo los dejaron a las órdenes de Anastasio Cárdenas.
Por segunda vez fui a ver a Pompilio y Naranjo al campamento de Anastasio y me manifestaron su disgusto pues ellos querían operar. Sólo pude hablar con [Eloy Gutiérrez] Menoyo para saber qué se podía hacer. En aquellos días habían muchas escaramuzas por los cafetales pues no teníamos el control de las zonas y el enemigo entraba por todas partes. No disponíamos de mucho tiempo para arreglar los detalles de la organización . Llegó la noticia de que Pompilio se había escapado del campamento de Anastasio Cárdenas junto a uno de los guerrillero -creo se llamaba Sarbelio y era natural de Jatibonico-.
Menoyo y otros compañeros simpatizaban con Pompilio por haber sido combatiente de la Guerra Civil Española. Para nosotros en aquella época era muy viejo pues ya había cumplido 56 años de edad. Se hizo una comisión y se decidió que Menoyo le hiciera una carta para ofrecerle que escogiera con quien él quería estar y para que regresara al campamento. Esa comisión la componían los siguientes guerrilleros: Tony Santiago García, Julio Castillo, Jenaro Arroyo, el negro Portilla, el negro Urquiza, el chino Becerril y Lázaro Moreira. Ellos no tenían la menor sospecha de que Pompilio podría reaccionar de la forma que lo hizo, pues parece que como él no sabía leer se metió la carta en el bolsillo sin saber el contenido de la misma. Los muchachos le dieron la espalda, los dos últimos de la fila eran Portilla y Urquiza. Pompilio y Sindo Naranjo comenzaron a dispararles por las espaldas. Después de recoger las armas de los caídos, un M-3 que llevaba Portilla y una carabina italiana que portaba Urquiza, echaron a correr. También dispararon contra el resto de los guerrilleros, pero éstos ya estaban lejos. Tony Santiago con una mirilla telescópica alcanzó a herirlo en el codo del brazo izquierdo. Los cadáveres fueron llevados a casa de José Reyes en Guanayara. Allí los expusieron a la vista de todos los rebeldes que iban llegando y a los campesinos de los alrededores. Todos pudieron constatar que los disparos fueron por la espalda, pues los orificios de las balas al entrar son menores y a la salida por el pecho eran mayores. Allí llegaron los hermanos de Urquiza que vivían en un lugar cercano llamado Manantiales, no muy lejos de la casa de Cheo Reyes y su esposa Antonia de Armas. Los Urquiza militaban en el Partido Comunista al igual que sus hermanos (PSP), lo mismo que el negro Portilla, cosa que yo no sabía en ese entonces.
Mientras tanto Pompilio y Sindo Naranjo llegaron hasta la casa del campesino Bautista Ortega. Como estaba herido y Ortega no tenía nada para curarlo lo llevó a la casa de Manuelito Naranjo en la finca Dos Arroyos, donde meses más tarde Cubela [sic] estableció su campamento. De Dos Arroyos Bautista Ortega lo trasladó hasta la finca Yabunal cerca de La Algarroba, donde una campesina que colaboraba con los revolucionarios llamada Gloria María Lema, esposa de Pedro Pérez, lo curó de nuevo. Desde allí Bautista Ortega lo llevó hasta la finca La Gloria, propiedad de la familia Lara donde estaba el puente La Mariquita, por donde pasa el del tren sobre el río Agabama llamado Manacal.
Desde allí Ortega regresó a su casa, pues él no sabía lo que de verdad había pasado. De allí en adelante ya Pompilio conocía el terreno. Llegó a la casa de Raúl la Rosa que tampoco sabía lo que Pompilio había hecho y éste último le contó que fue herido en un combate. La noticia iba más lenta que la forma en que Pompilio caminaba. Se lanzó una cacería contra Pompilio por varias semanas, pero nunca dieron con él, ya que se fue a esconder donde él conocía gente desde el gobierno de Machado. Además Wilfredo Velázquez le mantuvo su ayuda desde Sancti Espíritus.
A mediados del mes de agosto de 1958, acompañado por Héctor Rodríguez, un marinero de Cienfuegos que participó en los sucesos del levantamiento del de 5 septiembre y que se nos había unido en el Escambray, llegamos a la finca propiedad de Los Castillo cerca de la loma del Obispo. Después de haber tratado sin éxito de traer una planta de radio desde Sancti Espíritus para el Escambray ya que pocas horas antes había pasado Raúl Nieve [sic] Mestre por el lugar y se había llevado la planta. Ya veníamos de regreso caminando por los potreros y como teníamos hambre, llegamos a la casa de una familia que yo conocía desde hacía varios meses, con la idea de comer y seguir caminando por la noche rumbo a Nuevo Mundo, donde estaba Gutiérrez Menoyo, pero desde que llegamos notamos un poco nerviosa a la familia amiga.
Notamos que en la cocina había unos grandes calderos cocinando vianda. Era demasiado sólo para nosotros. En la casa había una muchacha algo más joven que yo, le pregunté cuántos trabajadores se encontraban en la finca. Su respuesta fue que solamente estaban su papá y su mamá, de modo que en total en la casa habíamos tres personas más nosotros dos, en total cinco. Nerviosos y cocinando para mucha gente me acerqué al hombre de la casa y le pregunté en confianza que si ellos estaba cocinando para los soldados de Batista que me lo dijera, que no había problemas, que nosotros entendíamos, pero me negó que estuviera cocinando para el enemigo. Eso me preocupó más y le pedí por favor que me gustaría que nadie saliera de la casa, pues todavía el sol estaba alto y que sólo estábamos armados con armas cortas pues veníamos de una misión desde el pueblo.
El hombre se recostó a un taburete y unos cinco minutos después me preguntó si podía recoger los animales, naturalmente que sí, le dije. Se fue a caballo. Fui hasta los corrales muy cerca de la casa y vi que ya los terneros estaban en el corral. No teníamos duda pues sabemos que los animales en el campo se recogen solos, menos los terneros que hay que encerrarlos para ordeñar las vacas por la mañana.
Cuando el campesino regresó lo estábamos esperando con caras serias y en alerta máxima. Le pedimos que nos dijera la verdad, que qué era lo que estaba pasando. El hombre nos afirmó que ellos estaban cocinando para Pompilio Viciedo y su gente, agregó que Pompilio quería hablar conmigo. Pompilio era mi amigo desde que yo era un niño, yo conocía a Julio su papá que era dueño de una bodega frente a la tasajera, a Julia su madrastra, a un primo suyo que le llamábamos Jacobito y también a Sindo Naranjo que fue policía y era un poeta que cantaba en la radio junto a un cantante famoso que le decían Clabelito [sic]. Él había vivido variosaños al lado de mi casa en la calle Martí de Sancti Spiritus. Pero Héctor Rodríguez, como el resto de los combatientes odiaba a Pompilio, por lo tanto él se quedó en la casa y no quiso verlo. Fui a la zanca del caballo del campesino hasta el lugar donde estaba el campamento de Pompilio. Cuando llegué vi que Pompilio ya tenía un grupo de hombres con él y además vi a algunos que yo conocía de la Juventud Socialista del barrio de Kilo–12, conté 20 hombres mentalmente y me di cuenta de que Wilfredo Velásquez lo estaba ayudando. Después de los saludos de rigor, lo primero que hizo fue mostrarme la carta que Menoyo le había mandado. Me contó que se la leyeron después de los sucesos, que él se asustó porque vio que el negro Portilla traía el arma de Menoyo, que era la única que había por esos días en el Escambray y, por ese detalle pensó que lo iban a arrestar. Era muy frecuente que Menoyo le prestara el M-3-calibre 45 a Portilla cada vez que éste iba a algún lugar a buscar comida o medicinas y sólo se la prestaba a Portilla o a Ramiro Lorenzo, pues eran los que con más vehemencia se la pedían. Me dio una carta para Menoyo que Sindo Naranjo se la había escrito, además me pidió que hablara con Rolando Cubelas para que suspendieran unas alusiones que la radio del Directorio Revolucionario trasmitía desde Miami a las 10 menos 10 de la noche. Le contesté que yo no podía hablar con Cubelaspidiéndole eso pues sabía de antemano que no me lo concedería. Además me pidió que le guardara unos papeles, pues según él, el Partido Comunista estaba obligado a garantizarle la vida y que además por donde él saliera tenía que salir Sindo Naranjo también.
Le respondí que el poder estaba en el 26 de julio y que el Segundo Frente y el Directorio eran poderes secundarios y que el Partido no podría hacer nada por él ni por nadie pues no tendría la más mínima oportunidad de formar parte del poder en Cuba a la caída de Batista. Y que las tres organizaciones revolucionarias lo juzgarían por la muerte de Portilla y Urquiza. Me contestó que sólo me pedía que le guardara aquellos papeles en un lugar seguro y que cuando llegara el momento si los necesitaba, el contacto sería por medio de Jacobito, el que era amigo mío y familiar suyo.
Al día siguiente por la noche nos despedimos, me llevé un paquete de papeles de copias de pasaportes de Pompilio con otros nombres y unos papeles que no tuve ningún interés de leer por lo menos de inmediato, pues me sentía totalmente seguro que no le podrían servir para nada. Nos fuimos con caballos que conseguimos en la finca de Gavilanes y pasamos por Dos Arroyos por el campamento de Cubela y allí el caballo que llevaba Héctor Rodríguez murió, al parecer por un ataque al corazón. No hice ningún comentario a Rolando sobre que vi a Pompilio, pues sabía que él no podría entender mi amistad con Pompilio. Rolando me regaló un par de botas nuevas de las que acababan de recibir. Llegamos a Nuevo Mundo donde estaba Menoyo acostado en un catre y cuando le empecé a contar que había visto a Pompilio no me dejó terminar la historia, se molestó mucho y tiró al suelo la carta de Pompilio, por lo tanto no le conté lo de los papeles que me dio a guardar, ni más nada. Dejamos los papeles escondidos en una cueva en la finca del Cacahual de Banao.
La cosa se agravó, pues varios días después nos llegó la noticia de que Pompilio Viciedo en horas de la noche había llegado a la finca El Cafetal cerca de la loma del Obispo, muy cerca donde hoy día hay una casa que le llaman la casa de Fidel. Allí vivió una familia de apellido Acosta que la componían el padre militante del Partido Comunista su esposa, (CONTINUA)
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1 comentario:
Me encanta el comentario de Miguel
Alvarez conocido como Miguelito camajuani. El es un patriota.
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