Temática realista del emigrado cubano
Por Lorenzo Gonzalo, 17 de Febrero del 2010
La mayoría de las personas de origen cubano que están disgustadas con el gobierno cubano y que viven en la ciudad de Miami, insisten en atacarlo con virulencia y no conciben otra salida a la presente situación, que no sea la de abogar por su derrocamiento violento o el ingenuo deseo de que sus dirigentes entreguen el mando y se vayan. No sabemos para dónde estos últimos quieren que esas personas se vayan.
El elemento de izquierda en contraposición, desea que el gobierno permanezca en el tiempo y dan la impresión de desear un inmovilismo total, quizás como reacción ante quienes quieren el derrocamiento violento.
En el medio de estas dos posiciones se mueven otros, que a favor o en contra, espectadores o creyentes de una mejor organización social, están concientes, que ninguno de ambos criterios, constituye una verdadera ayuda a la continuidad de un proceso impedido de avanzar por elementos foráneos o para arribar a un desenlace realista, donde las verdaderas condiciones internas decidan el fin de esa continuidad.
Para quienes vivimos en Estados Unidos, independientemente de nuestra posición en relación a Cuba, la cuestión no es defender su gobierno con actitudes rayanas a veces en el fanatismo o atacarlo con una fiereza emocional, que mejor se compararía con un proceso de demencia, que con el sano juicio que busca una solución realista.
El debate de los cubanos en Miami, en Estados Unidos y en el resto del mundo emigrado, no es defender al gobierno ni gestionar su derrocamiento, sino obtener de Washington y de los países de Europa, el mismo respeto que tienen para el resto de los países. Que se comporten con Cuba de igual manera que lo hacen con países de quienes se declaran adversarios o en desacuerdo. Estamos hablando de China y Vietnam pero también de Corea del Norte, Irán, Sudán y otros que mantienen actitudes desafiantes y amenazantes hacia Occidente. Con China y Vietnam sucede igual que con Cuba. Ambos representan una diferencia ideológica con Estados Unidos y las naciones aliadas en el marco de los intereses económicos, sociales y políticos, en cambio esto no determina para la existencia de unas magníficas relaciones.
El llamado mundo occidental, que no es más que un pequeño conjunto de países, que alcanzaron su poderío económico por circunstancias casuales, mantiene relaciones diplomáticas fluidas con esas naciones y no impone condiciones, ni siquiera a los países que definen a Estados Unidos como el enemigo. En todos ellos realizan inversiones, comercian y sostienen relaciones amplias y amigables. Las diferencias políticas, de concepciones de vida o las prácticas económicas que continuamente critican, no son óbices para progresar en el camino de la diplomacia, el comercio y las inversiones.
Quienes desean debatir las cuestiones internas de Cuba deben intentar regresar a la Isla o no haber permanecido en ella, como lo han hecho otros. Sobre todo deben despejar sus empeños y objetivos, de la ingerencia de Estados Unidos. Garantizar que Estados Unidos se ausente definitivamente del marco político del país.
El debate real, de quienes vivimos fuera de nuestros países, es abogar porque los mismos reciban un trato justo por parte del que nos acogió como residentes. Y si queremos avanzar hacia formas de gobierno diferentes en la tierra que nos vio nacer, la solución es regresar a ella, por los medios que fueren y debatir allí los temas de nuestro interés.
Perdemos tiempo y energía debatiendo lo que el gobierno cubano ha hecho mal en el pasado o lo que está haciendo incorrecto en el presente, cuando existe sobre nuestra soberanía, la maligna voluntad de imponer soluciones que necesariamente no tienen por qué avenirse con las realidades presentes de una sociedad en la cual ya no vivimos.
Los que queremos la plena independencia de acción, dentro de las normas internacionales del respeto al prójimo, criticamos a los Congresistas de origen cubano que abogan en el Congreso por ahogar al país, con la malsana idea de provocar una rebelión interna. Pero esos Congresistas hacen estratégicamente lo que hay que hacer. No se desgastan en debatir las interioridades internas del gobierno actual. Simplemente lo descalifican y utilizan sus influencias para provocar su caída. Una vez que eso suceda, digo, parodiando al poeta Vallejo, “es un decir, si sucede”, entonces se enfrascarían en esos menesteres.
En contraposición, las personas que consideran la continuidad del proceso, deben concentrarse en eliminar esas políticas patrocinadas por esos Congresistas y en parte también, por un “establishment” enfermo de hegemonía y poder. Cuando eso suceda, y estamos seguros que algún día sucederá, entonces podrán irse a vivir allí, para participar como factores activos de la vida cotidiana o contemplar a su país, libre ya de el peligro de intervenciones foráneas.
Debemos evadir la discusión estéril de cómo debe ser el gobierno de La Habana, quienes viviendo aquí, no tenemos ninguna influencia ni a favor ni en contra.
Por eso invitamos a todos los bandos, que se concentren en hacer el trabajo debido con el gobierno de Estados Unidos, exigiendo respeto y el restablecimiento de una relación normal con Cuba. No importa que el Ejecutivo de Washington se niegue a mantener relaciones con nuestro país. Ese es su derecho. La reclamación es que no se inmiscuyan en los asuntos internos, y deroguen las leyes dirigidas a la desestabilización de el Estado cubano. Convencer al Ejecutivo estadounidense, que las prácticas politizadas en torno al tema cubano sean abandonadas, como el caso de los cinco agentes cubanos presos, condenados luego de una politización absoluta del caso. Que dejen de imponerle restricciones a los cubanos que vivimos en Estados Unidos, impidiéndonos ayudar a familiares y amigos y negándonos el derecho a retirarnos en nuestro país, como podemos hacerlo en cualquier otro que nos acepte en su territorio. Estos y muchos más, son los temas que nos afectan, tanto a quienes queramos una continuidad del proceso con miras lograr una plena democracia participativa y justa, como a quienes desean retrocederlo, para instaurar un sistema determinado políticamente por los grandes conglomerados económicos y los administradores financieros.
Ambos bandos, necesitamos las manos de Estados Unidos fuera de Cuba.
jueves, febrero 18, 2010
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