Saludos para todos. Lorenzo Gonzalo
Inmigración cubana y las nuevas circunstancias
Por Lorenzo Gonzalo, 9 de Enero del 2010
Transcurridos casi treinta y dos años desde que se originó un encuentro civilizado entre algunas personas emigradas cubanas, con autoridades civiles y del gobierno de Cuba, esas instituciones y las autoridades gobernantes, han planteado reunirse de nuevo.
Las reuniones, contrario a lo que desean los pocos beligerantes cubanos que aún habitan en el exterior, con muchos dinero, poder político y apoyo oficioso y oficial de Estados Unidos, suponen ser solamente, para analizar el balance del progreso obtenido. Aunque debemos señalar que las autoridades cubanas han sido muy receptoras en estos años, del sentir y el comportamiento de las personas emigradas.
Las decisiones respecto a cambiar regulaciones migratorias, por razones obvias que no requieren explicación, están en manos del gobierno. Los emigrados no obstante han venido planteando, a través de conversaciones formales e informales, después del último Encuentro celebrado en el año 1995, variantes que aproximen esos reglamentos a las prácticas del Hemisferio en que Cuba está inmersa. Prácticas que son internacionales, excepto para algún que otro gobierno, que no ha logrado la integración de su población a sus métodos gobernantes y requiere de forzosos procedimientos de control social.
Cuba, felizmente ha ido dejando atrás esas épocas, donde la agresividad militar del Norte y la beligerancia de una emigración que le sirvió de punta de lanza para sus planes, desde sus inicios en el año 1959, han cedido paso a nuevos capítulos.
Las condiciones migratorias existentes hasta hoy, son respuestas sucesivas a la cadena de agresiones sufridas por el estado cubano, desde Estados Unidos. El cierre de sus fronteras y un control estricto de entradas y salidas, fue clave para el éxito obtenido en el empeño por contrarrestar las labores de zapa planeadas en el Norte. Sin medidas como estas Cuba no hubiese sido capaz de resistirlas, por falta de tecnología y recursos.
Los años transcurridos y las situación internacional a partir del derrumbamiento del Bloque Soviético, tal y como hemos venido analizando, han obligado a Estados Unidos a cambiar sus estrategias de agresión a Cuba. Por otra parte el estado cubano ha madurado lo suficiente y ha aumentado el porcentaje de ciudadanos concientes del peligro que aún representa Estados Unidos, lo cual permite una mayor normalización de las libertades migratorias.
La celebración de una reunión con emigrados en Cuba, a principios del año 2010, coincide con una Administración de nuevo tipo en Estados Unidos.
Aunque esta Administración no ha mostrado aún la voluntad de cambiar la esencia de sus relaciones con Cuba, basadas en el respeto a su política interna, presenta un discurso y ciertas consideraciones con los emigrados cubanos, que hacen factible la realización de algunos cambios en las disposiciones generales cubanas, referente a viajes como a las cuestiones propiamente migratorias.
Sumado a lo anterior es de señalar, que así como los emigrados en general esperan y exigen más abiertamente ser considerados en su calidad de nacionales, que no optaron por la práctica migratoria como una respuesta delictiva o por afanes de desestabilizar a su país, también la ciudadanía cubana, quiere que se le reconozcan sus derechos de viajar y decidir traslados y permanencias fuera del territorio.
De las regulaciones implementadas como respuesta a las agresiones, se establecieron procedimientos tales como la necesidad de una carta de invitación y un permiso de salida.
En el caso de este permiso, por ejemplo, está tan sujeto a consideraciones políticas e ideológicas, que en la mayoría de los casos desconoce las necesidades y legítimos deseos de los ciudadanos que planean viajar al exterior. Semejante procedimiento tiende a convertir los viajes en un privilegio del poder o de las instituciones afines o pálidamente contestatarias. La sucesión del tiempo, ha convertido un procedimiento instrumentado con fines de defensa fronteriza, en una ingerencia personal que afecta innecesariamente una práctica privada legitimada por el desarrollo y las luchas ciudadanas de otros tiempos.
La carta de invitación tiene similares orígenes al “permiso de salida”. Dicho procedimiento constituye actualmente un gravamen para la persona privada que planea viajar y en algunos casos puede significar un impedimento injustificado. Algunas opiniones oficiales lo explican como una manera de proteger al ciudadano cubano, garantizándole un apoyo material a priori, con lo cual es posible algún tipo de reclamo en caso de abandono por parte del anfitrión que cursó la invitación. Habría que preguntarle a la ciudadanía hasta qué punto desea que el Estado intervenga en asuntos personales de este tipo. También debe considerarse, que todo Estado tiene la obligación de velar por sus ciudadanos cuando viajan y protegerlos en casos de abusos. Para cumplir con la obligación de atender a un ciudadano en el exterior, ningún Estado requiere de carta de invitación.
Sentimientos y opiniones respecto a asuntos como los mencionados y muchos otros, constituyen hoy expresión común compartida, tanto por ciudadanos comunes, como por muchos funcionarios y dirigentes del gobierno.
En fin, la reunión con algunos emigrados, fijada para Enero, ocurre en medio de circunstancias nuevas que inclinan a sentar nuevas bases en el proceso migratorio cubano. Pocos Estados tienen la posibilidad de adecuar leyes y regulaciones a las nuevas circunstancias como Cuba. Al menos, el dinamismo de sus propias concepciones así lo indica.
martes, enero 12, 2010
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