Desde Venezuela
¿ANTICHAVISTAS DE IZQUIERDA? ¿INGENUOS O CANALLAS?
Curas y seglares con orgasmos virtuales, terminarían como víctimas o verdugos.
ELIGIO DAMAS
Algunos, más que antichavistas, son exageradamente exhibicionistas; y cuando ocupan espacio se vuelven más peligrosos que mono con hojilla.
Salir en primera plana y liderar la oposición es la felicidad; orgasmo virtual y cotidiano. Pueden ser curas o seglares.
Que se prenda una guerra entre Venezuela y Colombia, no importa. No entra en sus planes ni capacidad especulativa. Sólo llegan a todo contra Chávez. Están en la derecha
Otros no entienden la coyuntura mundial y el rol del Departamento de Estado gringo, fines de la activación de la IV flota, las siete bases instaladas en Colombia, intranquilidad de las fuerzas militares en islas vecinas, gravedad de los acontecimientos en el Medio Oriente, Asia e intempestiva “invasión” permisada a Costa Rica. Los de este antichavismo, pese la historia de invasiones y agresiones, por ellos conocida, actual crisis del capitalismo, se mienten así mismos que todo se circunscribe a una operación contra el narcotráfico. No les incomoda armamento que se moviliza, como portaviones de grandes dimensiones, submarinos y número de tropa.
Deberían preguntarse: ¿Por qué la creciente inversión y presencia militar en Colombia no ha impedido que el negocio del narcotráfico siga creciendo? ¿Por qué los gringos no se invaden así mismos, si el remedio es efectivo para acabar con el intenso consumo de droga? ¿Por qué se empeñan en ver paja en ojo ajeno, mientras dentro su territorio crece la producción de droga? ¿Por qué toda esa parafernalia militar no la destinan a cambiar su situación?
Olvidan quienes viven atormentados por Chávez, que están de por medio los recursos naturales de Venezuela y sobre todo que reservas de Méjico, Canadá y los propios Estados Unidos declinan ostensiblemente.
¿A colombianos qué ofrecen?
Por ahora, armas, plomo y efectos secundarios. Si se portan bien, un Tratado de Libre Comercio (TLC), para sacarles sangre y vísceras.
Son ingenuos los enemigos de Chávez, autocalificados de izquierdistas y socialistas, al intentar convencerse que el interés gringo sobre nuestra democracia no implica volver a precios infames de hidrocarburos y control del negocio como antes. ¿Piensan lo contrario? Entonces, son tontos de capirote. Los gringos no guerrean, gastan en armamentos y conflictos para favorecer a los vencidos. Nunca ha sido la conducta imperial.
¿A aquellos no importa? Entonces son canallas.
¿Hay una oposición con un proyecto y un líder para salir de Chávez, que garantice la defensa de intereses nacionales ante la avaricia, que va más allá de un impulso cultural, un deseo manejable del capitalismo y èlites del norte? ¿Qué clase de izquierdista creería semejante disparate? ¿Los gringos, saliendo de Chávez, abrirían espacio a quienes no se les arrodillen?
La situación colombiana no se queda en la patria de Gaitán y coronel Aureliano Buendía. Apenas un tabique transparente nos separa y lo que allá sucede aquí repercute intensamente. A uno, gente de esta parte del mundo, le afecta en todas dimensiones lo que allá ocurre, lo que el “mundo globalizado” desdeña. Y más, porque aquella guerra se vino para acá. Por eso, la paz de Colombia es la paz nuestra. Si le agregamos que los gobiernos gringos buscan excusas para prender una guerra entre nosotros para ellos intervenir y después de destruirnos dejarnos a unos y otros sin el chivo ni el mecate, no es difícil entender que sólo nosotros, colombianos, venezolanos, ecuatorianos y latinoamericanos todos, saldríamos de perdedores.
Debemos hacer todo el esfuerzo necesario para que colombianos encuentren el camino hacia la paz. Pero sin interferencia extraña y de mezquinos intereses.
Presentar al gobierno nacional como asumiendo partido en la guerra colombiana, es estimular a quienes de uno u otro lado están interesados en extenderla.
¿No es suficiente la reciente declaración de Chávez conminando a integrantes de la FARC a dejar la lucha armada, que sólo sirve de excusa para que gringos se metan en nuestros asuntos?
La continuación de la guerra no es la solución al problema que ha enfrentado al pueblo hermano y menos si nos envuelve a todos. Batallas perdidas por Aureliano Buendía y los posteriores cuarenta años de guerra, de nada han servido al pueblo colombiano.
Meter a Venezuela en ese asunto es más que impolítico y peligroso. Por eso, sólo nos queda esforzarnos para alcanzar la paz conciliando a partes en pugna.
Ese esfuerzo tiene riesgo inevitable. Pues quienes no piensan con cordura ni miran entre la espesa bruma, confunden las cosas y agravan asunto ya calamitoso.
¡Dios se apiade de nosotros y de ellos los incautos o ladinos! Estos terminarían como víctimas o verdugos.
viernes, julio 30, 2010
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