sábado, julio 24, 2010

SUPERVISIÒN EN ESCUELA Y ABASTOS

Desde Venezuela


SUPERVISIÒN EN ESCUELA Y ABASTOS

ELIGIO DAMAS

El supervisor del ente estatal encargado de vigilar a mercaderes que especulan “pero creamos empleo”, no sigan sacándoles el jugo a los compradores de bienes y servicios, en estos días anda en la calle metiéndole el ojo a los colegios privados. Está bastante bien que haga esa tarea porque la mayoría de los “marchantes” del ramo suelen apretar en exceso las tuercas para que suene bien la caja registradora.
En el área, el concepto relativo al invertir para ampliar la matrícula, tiene una estrategia más inmoral que en cualquier otra del mundo de los negocios. Los propietarios para construir nuevos espacios, lo que se traducirá en mayores ingresos por aumento de la venta del servicio, esperan ser financiados por los representantes, pero no por la vía normal de pagar lo justo y necesario sino a través del aumento desmedido de la matrícula. Como si un comerciante cualquiera, un dueño de abasto, que amplía su negocio, mejora los servicios, lo que le traerá beneficios al aumentar sus ventas, opte por elevar precios de productos o bienes que vende.
Uno cree que esa concepción rapaz, obliga al Estado a controlarles. Sobre todo cuando escuchamos a personajes hablar por asociaciones de representantes, en favor de los aumentos. Lo hacen por ser servidores encubiertos de los dueños de escuelas, si no socios.
Pero la escuela privada no sólo es un negocio que está sometida a determinadas reglas mercantiles.
El Estado por la Ley, y en esto no podemos hacer concesiones, le corresponde cumplir la función docente. Define, atendiendo a los rasgos de un sistema participativo y protagónico, las funciones y objetivos de la escuela. Pero también está obligado a cuidar que eso se cumpla.
Es muy bueno, como antes dijimos, que el INDEPABIS cuide que no especulen en el área educativa, pero mal que el Ministerio de Educación permita que por gestión de dueños de colegios, se haga con los muchachos lo que les venga en gana.
Quienes nos hemos desempeñado en el sector educativo sabemos que el trabajador docente, por falta de una eficiente supervisión, tanto en el sector público como privado, es el trabajador más aislado de todos cuanto existen. En una escuela, que es un espacio reducido, donde hay dos o tres docentes en un área y allí han trabajado juntos por años, es frecuente que uno no sepa qué hace y cómo el otro. Es probable que de ellos haya alguno con deficiencias que podría subsanar intercambiando con los compañeros, lo que no ocurre con la frecuencia debida.
Pero otras cosas que cuidar como las relativas a las siguientes interrogantes: ¿cómo opera la escuela y el docente al momento de cumplir los fines que le asigna la ley? ¿Se respetan en la escuela las normas derivadas de la ley, programas y objetivos respectivos? ¿O en una arbitraria interpretación de aquello que se llama libertad de cátedra, el docente actúa como le viene en gana, o atendiendo a disposiciones de los dueños o inversionistas y no del Estado?
La escuela y el docente tienen la obligación y la tarea de poner a los muchachos en disposición de aprehender y aprender. Elaborar conceptos, conocimiento en base a las informaciones que por distinta vía va obteniendo. El maestro, docente o profesor no tiene como fin alienar a los muchachos imponiéndoles su criterio.
La escuela privada, por serlo y por ausencia de la supervisión estatal, no puede ignorar la obligación de identificar al niño, con el respeto que se merece, sanos valores de la sociedad y la nacionalidad misma. No se puede permitir que nuestros niños desconozcan el folclore, la historia local, regional y nacional, música nuestra, porque la escuela dedica ese tiempo a impregnarles de valores ajenos.
La supervisión escolar, y uno lo sabe bien porque de la escuela venimos, no atiende estas cosas tan importantes o quizás más a que no especulen a padres y representantes. Ademàs no es supervisión escolar pedir información de carácter cuantitativo, como matrícula, días trabajados o porcentaje en el cumplimiento de actividades de aprendizaje, a través de un burócrata o un frío y formal oficio.
¿Saben bien las autoridades qué se programó en la escuela privada por el bicentenario del 19 de abril? Conocemos, a ciencia cierta, que en muchas, nada
¿Por qué no se implementa el decreto 1011? Estamos a tiempo.

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