Desde Venezuela
SOBRE EL GOBIERNO DE MEDINA, CONVERSACIONES NADA ORTODOXAS (II PARTE)
Eligio Damas
Nota: En estas notas, donde el lector encontrará mucho de ficción, hay informaciones de fácil comprobación. Para eso, en algunos casos se mencionan fuentes y personajes reales. Frente a Medina, en la izquierda, hay diversas ópticas.
Leer el resto de la nota en la I parte.
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Papá y yo, tomados de la mano, caminamos por la calle larga, soportando el inclemente sol del mediodía y fuimos a sentarnos en una de las murallas que corren paralelas al Manzanares, frente al parque Ayacucho, bajo la refrescante sombra de las matas de gallito. Allí, después de secarnos el sudor de la frente, el viejo reinició el discurso y dijo, los comunistas tienen una actitud equivocada frente a este gobierno y por ello evaden todo enfrentamiento con el presidente Medina. Hace poco, el 3 de noviembre del año 43, el semanario comunista “Aquí Está”, acusó al Ejecutivo Federal de maniobrar para impedir que el Senado aprobase las ansiadas y prometidas reformas a la gomera Ley del Trabajo y, de manera específica al ministro del ramo, Dr. Héctor Cuenca, de la responsabilidad del engaño oficial, pero no hizo mención alguna de Medina. Para remate, “Aquí Está”, sostuvo que solicitarían la destitución del ministro. Lánguidamente, dijo el semanario, él (el ministro) habrá de ser destituido algún día.
El viejo volteó para mirar las aguas y me llamó la atención hacia los muchachos que, bajo el puente, jugaban al panchojolo; sin cambiar de posición continuó su exposición:
En junio del año 43, “Aquí Está” llamó a la defensa del gobierno porque según los comunistas, esa actitud era necesaria para mantener la soberanía y para la construcción de una economía propia.
Luego habló con vehemencia de cómo se había negado el derecho de los trabajadores de los muelles a sindicalizarse y a luchar por mejoras salariales, alegando que eran empleados públicos.
Desde que, a la altura del hospital Patricio Alcalá de Cumanà, mi viejo comenzó a sugerirme sus diferencias con la política oficial y la del Partido Comunista, yo venía pensando que, cómo era posible que Paco Damas, mi padre, aquel generoso viejo gordo, estuviese en actitud tan crítica a aquel presidente de cara bonachona que no tenía complejos para echarse un trago con la gente común en los bares de Caracas y cuyo gobierno, por intermedio del director de mi escuela, me había regalado un par de zapatos y unas alpargatas de suela. Estimulado por estos pensamientos, opté por preguntarle por qué, entre otras cosas, le parecía ineficiente aquel gobierno y cuál era la razón del apoyo comunista.
Este gobierno, hijo mío, nacido de la escogencia a dedos en un amaestrado congreso lopecista, el 28 de abril del 41, en plena guerra mundial, cuando en otros países, cuyos ingresos no tienen la magnitud de los nuestros, gracias al valor que el conflicto bélico le ha deparado al petróleo, están embarcados en audaces políticas industrialistas para satisfacer las demandas del mercado interno y construir economías sólidas, estables e independientes; es decir, creando las bases de eso que los propios comunistas llaman la “Revolución Democrática Burguesa” y que es uno de los objetivos de su programa o más específicamente de la revolución en dos etapas; en su primer plan presentado por Medina en 1942, entre otras cosas, ofrece ridículamente, para el período de cuatro años, sólo en materia de línea férrea, concluir el ramal de empalme del Palito a Palma Sola, como decir de Caigüire al Salado.
Es cierto, que Ley de hidrocarburos o petrolera de Medina de 1943, logró que se aumentase el pago que las empresas petroleras debían hacer por concepto de regalías hasta un l6% y aumentó el ingreso total en materia petrolera, pero más por la demanda determinada por la guerra. Pero también es verdad que otorgó concesiones al imperialismo por cuarenta años.
Si rememoramos a Gumersindo Torres, quien fue ministro de Fomento de Gómez – léase bien del generalísimo Gómez – para 1918, constatamos como denunció, estando en el cargo mencionado, “Hasta hace poco, verdaderamente a ciegas se precedió con los contratos para la exploración y la explotación petrolera, por lo que de ellas poca o ninguna ventajas ha obtenido la Nación”. Y no se quedó en ese lamento. Gestionó se sancionase una ley para aumentar las obligaciones de las petroleras, disminuyó sensiblemente el tiempo de las concesiones y eliminó el cúmulo exoneraciones de que gozaban aquellas para la importación de cuanta cosa necesitasen. Y aspiro seguir avanzando en ese camino, pero ese es un tema largo como para otro paseo. Lo importante, hijo es saber, que ya esa tendencia se manifestaba, incluso bajo la férrea dictadura gomecista.
Esta es una insignificancia, cuando en el sur los rieles van de un extremo a otro de cada país. Para la promoción industrial, el gobierno de quien los comunistas esperan construya una economía propia, apenas promete para el primer año una inversión de un millón de bolívares y cuatro para el siguiente.
Es el mismo gobierno, dijo casi con rencor el viejo, que cuando reforme la Constitución en 1944, negará el derecho al voto a los analfabetas, los jóvenes menores de 21 años, las mujeres, a quienes sólo se les permitirá votar para los concejos municipales y mantendrá el antidemocrático principio de elegir al presidente de la Republica en el Congreso. Es decir para que no hubiese elección directa sino de segundo grado.
Los comunistas y otros sectores, dirán para explicar en parte su actitud, que el gobierno de Medina, se distinguió por no perseguir políticamente a nadie ni hubo en ese tiempo presos políticos. Esa es una verdad a medias, la ilegalidad del PCV y las acciones contra el movimiento sindical, debilitan esa argumentación. No obstante, es bueno tomar en cuenta que pocos gobernantes, salvo aquellos que sádicos sean, persiguen a la gente por el sólo placer de hacerlo. Y casi hasta al final, sus pocos opositores, incluyendo AD no hicieron nada como para que se les reprimiese o encarcelase.
Medina con esa conducta reforzará la posición de quienes aspiran quebrar la legalidad. Hay otras cosas más, dijo mi padre, pero vayamos a almorzar y después seguiremos hablando.
sábado, junio 14, 2008
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