SOBRE EL GOBIERNO DE MEDINA, CONVERSACIONES NADA ORTODOXAS (III)
III PARTE
Eligio Damas
Nota: En estas notas, donde el lector encontrará mucho de ficción, hay informaciones de fácil comprobación. Para eso, en algunos casos se mencionan fuentes y personajes reales. Frente a Medina, en la izquierda, hay diversas ópticas.
Leer el resto de la nota en la I parte.
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Vieja, desgarbada, mugrienta, con un marcado rictus de tristeza en el rostro, la “loca” Carmelita Zambrano, aquella que viene bajando la cabeza del puente “Guzmán Blanco”, precisamente en el instante en que mi padre y yo, lo cruzamos en sentido transversal, parece ser el signo de la época. Los nazis y sus aliados dominan parte de Europa y África. La resistencia es incapaz de detener los avances profundos y enérgicos del eje.
Esa negra loca – dijo papá- de quien nadie sabe cuándo ni de dónde vino, cargada de un luto que tampoco se sabe por quién, es también un símbolo de este gobierno nuestro y del país todo. Ella va del mugroso portal del mercado, donde convive con una pila de gatos, hasta Puerto Sucre y viceversa. Nadie, menos ella, tiene idea de ese incesante trajinar de un sitio a otro.
Íbamos por la calle “El Alacrán”, para cortar camino hacia la iglesia de “San Francisco”, donde acostumbrábamos platicar todas las tardes, cuando comenzó a caer una ligera lluvia que nos obligó a apurar el paso para guarecernos en el viejo templo.
Y hago esa comparación – dijo papá, ya bajo el portal de San Francisco- porque la política industrial de este gobierno, pese a las posibilidades que la guerra ofrece, por la transformación del aparato productivo capitalista para adaptarse a las exigencias de la guerra y, cuando en muchas partes del mundo y especialmente en este lado de América, se adelantan audaces planes sustitutivos, se desnuda y define diciendo, con la contundencia de las cifras, que durante el lapso 1940-45, de un volumen de exportación de novecientos ochenta y ocho mil doscientos cincuenta millones de bolívares, corresponderá a los sectores petrolero y agrícola, el noventa y siete por ciento del total. De modo que los demás sectores, incluyendo el industrial, sólo exportarán un miserable tres por ciento.
¿Entonces papá, por qué el PCV apoya a este gobierno?, pregunté mientras miraba extrañado mis zapatos marrones, regalo del gobierno, que una vez mojados parecían estirarse.
Al parecer hijo – volvió el viejo a la carga- estamos en presencia de una interpretación mecánica de eso que los comunistas llaman el internacionalismo proletario. Nuestros comunistas, copiando a Earl Browder, secretario general del PC norteamericano y quien más tarde será expulsado por sus desviaciones que le llevaron a disolver la organización bajo su responsabilidad, y quien dijo que en la hora presente era indispensable subordinar “todo a la victoria contra los nazis” y a Vicente Lombardo Toledano, presidente de una organización internacional de trabajadores ( la CTAL) quien afirmó, que se debía prescindir de la huelga “mientras la guerra no concluya”, han llegado a decir que los obreros por mantener la unidad nacional están dispuestos a evitar conflictos económicos. Y es – dijo el viejo para cerrar su explicación -. Que los comunistas creen, y así lo han dicho en “Aquí Está”, que lo prioritario para la clase obrera es derrotar a Hitler. Y además, han hecho suyo el silogismo aquel que el amigo de tu amigo es tu amigo y a la inversa y, como este gobierno es partidario de los aliados, el PCV incondicionalmente le tiene como aliado suyo. Mientras tanto, las trasnacionales del petróleo y los capitalistas internos y externos, al calor de la guerra y el esquirolismo de muchas organizaciones sindicales, hacen grandes negocios y amasan enormes fortunas, mientras nuestros trabajadores llevan todo el peso que significa trabajar sin ningún tipo de incentivo. Lo que es lo mismo, los trabajadores son los amigos y el capital internacional y el inversionista nacional les explotan el sentimiento y el garrafal error político.
No puedo entender. agregó mi viejo- como el Partido Comunista de Venezuela, que ha sido el eje de la izquierda haga suyo el pensamiento de Numa Quevedo, ministro del trabajo de Medina y enemigo declarado de la clase obrera, quien en 1941 sostuvo : “hay que conciliar. Debemos evitar pugnas entre las fuerzas del capital y el trabajo, pues lo contrario nos llevaría al fracaso”.
Desde el amplio y acogedor portal del templo de “San Francisco” vimos el final de la lluvia. Mientras señalaba hacia la torre izquierda, donde el reloj aún marcaba la hora del último terremoto que asoló a Cumanà (1929), el viejo comentó: esa política de los comunistas permite que AD, partido nacido el año 41, gane rápidamente adeptos en el movimiento obrero. El gobierno mismo, anulando sindicatos comunistas, fundamentándose en legalismos gomeros, contribuye sin quererlo, sin que le convenga, para que el movimiento de Betancourt pase a ser mayoría sindical.
Retrocedí unos pasos, sentí los pies desnudos y cuando miré hacia ellos, comprobé con asombro, que me habían engañado con unos zapatos de cartón que se deshicieron con la humedad.
Nota final: En el campo de la izquierda venezolana predomina un pensamiento absolutorio frente al proceder del general Medina. Se le absuelve de todo por condenar a quienes se alzaron contra él en 1945. Es cierto que estos cortaron un proceso pacífico de desarrollo hacia la democracia venezolana, que encontró en el general Medina un intermediario oportuno. Al contrario, el golpe acaudillado por Betancourt-Pérez Jiménez, derivó hacia resultados nefastos. Pero la izquierda de nuestro país es diversa, como en todas partes y eso es bueno y bello..
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