sábado, febrero 28, 2009

Gracias Doctor

“Gracias Doctor.”
(dijo Julio Antonio Mella).

Por Adys Cupull y Froilán González
Publicado por Hector García



Algunas personas nos han preguntado acerca del nombre y apellidos de Julio Antonio Mella: ¿Por qué aparece como Nicanor Mac Partland en algunos documentos? ¿Por qué Julio Antonio Mella? ¿Cuál es su nombre real o legal? Para ellos y todos los que deseen conocer, hemos escogido el mes en que cumple 106 años para publicar los siguientes datos obtenidos a través de documentos, testimonios de familiares, amigos y compañeros de estudios.

Aquel 25 de marzo de 1903, a las 10 de la mañana nació él, a quien conocemos como Julio Antonio Mella Mac Partland, Sus padres fueron, la joven irlandesa Cecilia Mac Partland, y el dominicano Nicanor Mella. Él es fundador de la Federación de Estudiantes Universitarios, y del Primer Partido Comunista de Cuba, nació en la Calle Obispo número 67 en la Ciudad de La Habana, (no hay placa aún que identifique el lugar)..

Ciento quince años antes de su nacimiento, en otro día, y otro mes, nació en la calle Obispo, el Padre Félix Varela. Coincidencia ésta, para rememorarlos juntos. Ambos también aparecen cerca en el más alto recinto educacional de Cuba, porque sus ideales de independencia y soberanía, se unen y forman una estrella. Están unidos en los actos de presencia eterna, cuando el pueblo que los ama y sigue situó, en fechas diferentes, las cenizas de Julio Antonio Mella en el monolito que preside la entrada de la Universidad de La Habana; y los restos del Padre Varela en una urna de mármol blanco, presidiendo el Aula Magna.

Ocho años antes de que se asomara a la luz Julio Antonio, en igual día, José Martí escribió, la última carta a su madre, Leonor Pérez, en la que le anunciaba el deber de partir a la manigua para luchar por la independencia de Cuba.

Nació en tiempo de frustración para los patriotas cubanos. La intervención de Estados Unidos hizo que fracasara la independencia de Cuba. En marzo de 1903, transcurrían diez meses del acto en que tomó posesión el primer presidente representante de la República Neocolonial sometida económica y políticamente al Gobierno injerencista. Crecía la rebeldía ante la ignominiosa Enmienda Platt. Ese mismo año, Carlos Baliño fundó en La Habana el Club de Propaganda Socialista, considerado como el primer grupo marxista organizado en el país.

. . ”Lamy” como le llamaba su madre, recibía el cariño de la cubana Longina O^ Farrill, quien ayudaba a Cecilia en el hogar. Fue inscrito siete años después, es posible que Cecilia y Nicanor esperaran el momento propicio en que las leyes, o alguna gestión, permitieran otorgarle el apellido paterno. Lo cierto es que en 1910, Cecilia necesitaba la certificación de nacimiento de sus dos hijos para que la acompañaran en un viaje urgente a los Estados Unidos. Y fue de ambos padres la decisión de inscribirlos. El documento aporta datos importantes que precisan la casa donde vivía Cecilia con sus hijos quien comparece como madre soltera; y Nicanor, padre, como testigo, al ser impedido por las injustas leyes de esa época del derecho para reconocer a los hijos tenidos fuera del matrimonio.

En parte de la inscripción se puede leer:

“Que dicho varón nació en su domicilio, a las diez de la mañana, del día veinte y cinco de Marzo de Mil Novecientos Tres. Que es hijo natural de la declarante. Que es nieto por línea materna de Tomás y de Rosa Magdalena, naturales de Hamsphire, Inglaterra.

“Y al expresado varón se le pone por nombre Nicanor. Esta inscripción se verifica transcurrido el plazo legal en virtud de la ley de veinte de abril último, siendo testigos de esta acta José Ulmo y Truffin y Nicanor Mella y Brea, naturales de Matanzas y de la República de Santo Domingo, mayores de edad y vecinos de Trocadero once y Aguacate cincuenta y ocho, lo que leída y sellada la presente firman con la declarante después que el señor Juez la certifica.”1.-

Con este hecho comenzó un torrente de preguntas sin respuestas claras para él, queda demostrado en sus crónicas de adolescente, donde expresa su deseo de ser como su abuelo paterno, Ramón Matías Mella Castillo, General de la Guerra de Independencia de la República Dominicana, a quien consideraba su ídolo, y deseaba imitar como militar.

El nombre de Julio Antonio, fue concebido después, escogido por él mismo. Fuentes familiares que aparecen citadas en nuestro libro “Hasta que llegue el tiempo” señalaron que cuando Julio Antonio y su hermano Cecilio fueron a vivir con Mercedes Bermúdez, la esposa de su padre, ella de acuerdo a su fe, los bautizó. Y a Nicanor le puso el nombre de Antonio, por San Antonio de Padua, del cual era devota, y a Cecilio, le llamó Nicasio.

Otro dato importante es el aportado por el Dr. Ángel Cabrera Murt, compañero de estudios, durante su adolescencia cuyo testimonio aparece en el libro de Nelio Contrera: Julio Antonio Mella, El joven precursor, explica que entre los meses de noviembre y diciembre de 1919, Mella comenzó a visitar la casa de Galiano 105 en la cual vivían los estudiantes de otras provincias y que practicaba boxeo con ellos en la azotea de la casa.

Narró como le hizo comprar una Historia de Roma en una venta de libros viejos. Que era un admirador del esplendor y magnificencia del Imperio Romano, de Julio César como estadista y guerrero. Y que se deleitaba contemplando en los libros las termas o baños de Caraculla, el Capitolio, el Panteón, el Coliseo, las Murallas de la antigua Roma, la Basílica de San Pedro, el Foro Romano, las estatuas, los arcos triunfales, las efigies de sus grandes guerreros, la Vía Appia, y las Catacumbas. Afirmó que aquellos libros fueron más de Julio Antonio que de él y terminó donándoselos. Después recibió de él una camarita fotográfica.

Luego, cuando pasaron a residir a la casa situada en las calles Águila y San Miguel, casona del coronel Alsina, Julio Antonio la visitaba también y fue a vivir con ellos. Él se instaló en una pequeña cama frente a la de Cabrera.

Sobre la fecha aproximada en que comienza a adoptar el nombre de Julio Antonio, el doctor Cabrera Murt, argumentó que estuvo en la Universidad con él hasta 1923, que en 1920, no recuerda el día exacto en que Mella le dijo en tono resuelto y definitivo: “Desde hoy me llamaré Julio Antonio; Julio por Julio César; y Antonio por Marcos Antonio.”

Su amiga y compañera Sarah Pascual lo describió como un gran lector preferentemente de obras de José Martí, entre sus preferidos, señaló que profundizó en su ideario político y que el pensamiento martiano fue parte consubstancial al suyo. Que Mella le debía a Martí su acendrada cubanía, su americanismo y el ver y considerar a la América Latina como la América Nuestra, como la patria grande, de angustias, luchas y destinos comunes.

Analizó cómo, desde los quince años, el adolescente interpretó y se interesó por los acontecimientos internacionales. Agregó que en ese período se produjo un hecho que marcó una nueva era para la humanidad: la Revolución Rusa, que irradió la luz del marxismo por el mundo hasta América Latina y Cuba; que fue en la Universidad donde el joven encontró el reconocimiento colectivo, todos lo reconocían por Julio Antonio Mella. Con ese nombre aparecía en los documentos estudiantiles, actas, informes, manifiestos, propagandas y en actos públicos. Lo que constatamos. al indagar en los documentos, sólo en los oficiales, entre ellos su pasaporte, el joven aparece con el nombre de Nicanor Mac Partland.

El testimonio que sigue a continuación da título a este escrito, y reafirma lo expresado anteriormente por su amiga Sarah Pascual, Julio Antonio hizo la solicitud de ingreso en la Universidad, el 30 de septiembre de 1921 como alumno de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad. En su expediente universitario aparece el nombre de inscripción Nicanor Mc Partland, pero es ahí en el Alto Centro Docente, como manifestó su compañera de estudios donde comenzó a ser reconocido y llamado por todos con el apellido que las leyes de la Constitución de la República Neocolonial le negaban.

En el libro de Nelio Contrera, antes mencionado y en el nuestro titulado Así mi corazón, aparece el testimonio del doctor Tirzo Clemente, profesor de la Escuela de Derecho, quien fuera historiador de la Universidad de La Habana, relató que el doctor Antonio González López, le impartía a Mella Economía Política, y lo conocía por su nombre, que el primer día de clases al pasar la lista en el aula, mencionó a Nicanor Mc Partland y Mella respondió: ¡Presente!. Pero, al día siguiente en lugar de Nicanor, dijo: Julio Antonio Mella, y él respondió: ¡Presente! Al culminar la clase, Mella esperó que se retirarán sus condiscípulos, se acercó al profesor y le dijo: “Gracias Doctor”.

Pero fue después de su asesinato ocurrido en México el 10 de enero de 1929, cuando el nombre de Julio Antonio Mella se convirtió en bandera de lucha. Decía que hasta después de muertos somos útiles porque servimos de trinchera a los demás, así es su vida, su obra y el nombre que quedó legalizado y documentado en 1930.

El 11 de junio de 1930 la esposa de Mella, Olivín Zaldívar, viuda legalmente reconocida, titulada en Doctora en Derecho Civil y Derecho Público en la Universidad de La Habana gestionó, ante el Juzgado Municipal de Camagüey la acreditación de la defunción de Julio Antonio Mella y su estado de viudez. Estos documentos fueron localizados en la ciudad de Camagüey por el historiador Francisco Luna, quien nos entregó copias para la necesaria investigación sobre su vida.

Olivín manifestó a las autoridades que el 19 de julio de 1924 contrajo matrimonio con Nicanor Mac Partland, quien era públicamente conocido como Julio Antonio Mella Mac Partland, fallecido en la Ciudad de México el 10 de enero de 1929. Estas solicitudes y legajos los tramitó en el Registro Civil de la ciudad de Camagüey, donde también inscribió a su hija, Natasha como hija legítima de Julio Antonio Mella Mac Partland y de Oliva Margarita Zaldívar y Freyre. Se aclaró que la inscripción se realizó por manifestación personal de la madre. Fueron testigos de aambos documentos: Joaquín Calcine Guevara y Fernando Figueras González.

1.,Adys Cupull y Froilán González. Hasata que llegue el Tiempo. 1999. Editora Política P. 96 y 97

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