sábado, agosto 08, 2009

LOS EE.UU. Y CUBA MANTIENEN SU DISTANCIA

Tomado de The Guardian
Seleccionado y traducido por EA OICE
Los EEUU y Cuba mantienen su distancia.
El acercamiento sigue siendo una perspectiva lejana—Hillary Clinton no debe descartar al gobierno de Raúl Castro como una presa fácil.
 Por Stephen Wilkinson
Publicado el lunes, 3 de agosto de 2009.
Cuando Barack Obama obtuvo la presidencia de los EEUU hubo un suspiro de alivio colectivo en todo el mundo, y en ningún lugar la noticia fue tan esperada como en Cuba. Constituyó un logro para un candidato presidencial el ser tan popular para el gobierno de Cuba. Hasta la propia hija del presidente Raúl Castro, Mariela, expresó en público que a partir de ahora las relaciones entre la isla y los EEUU mejorarían.
Mucho se ha hablado sobre un cambio, y ha habido algunos signos visible, tales como la eliminación reciente de la pantalla electrónica en la fachada de la Sección de Intereses de los EEUU en La Habana, que ha sido un motivo de disputa durante los últimos 3 años. Sin embargo, esta pantalla pública disfraza una realidad que en conjunto es mucho menos considerable. Bajo la superficie no hay mucha diferencia, y luego de 6 meses en la Casa Blanca, las esperanzas en La Habana han comenzado a desvanecerse.
Hablando a la Asamblea Nacional este sábado, Castro dijo a los delegados que a pesar de que Obama había levantado algunos aspectos de las restricciones sobre los viajes y las remesas para los cubano-estadounidenses, y había retomado las conversaciones migratorias, el embargo estadounidense permanecía intacto. El presidente citó como un ejemplo el reciente proceso judicial a las compañías estadounidenses por haber vendido productos médicos a Cuba.
También podríamos añadir que Obama ha mantenido a Cuba en la lista estadounidense de los estados que patrocinan el terrorismo—aún cuando el analista de ejército y general retirado Barry Mc Caffrey ha solicitado públicamente que se elimine. Otra lista del Departamento de Estado en la que Cuba aún aparece es la de los países presuntamente involucrados en el tráfico de mujeres y niños—una acusación que no hacen siquiera los enemigo de Castro en Miami.
Sumado al clima de desesperanza hay una decisión del Tribunal Supremo de no reconsiderar el Caso de lo 5—5 cubanos cuestionablemente condenados por cargos de conspiración en Miami, todos con sentencias excesivas, y quienes son el centro de una inmensa campaña internacional para su liberación. Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, quien ha dedicado la obra de su vida a liberar estos hombres, dijo que era “inconcebible imaginar” una mejoría en las relaciones con los EEUU mientras los 5 permanecieran en prisión. Castro ha dicho en 2 oportunidades que estaría dispuesto a liberar a los disidentes en prisión y enviarlos con sus familias en los EEUU si los 5 regresan a Cuba, pero la administración de Obama ha ignorado su propuesta.
El pasado 24 de Julio Obama dio una matizada respuesta a una pregunta en una conferencia de prensa relacionada con la posibilidad de futuras aperturas de los EEUU hacia Cuba, en la que dijo que estaba esperando por señales de cambios. En respuesta, el fin de semana, Castro dijo ante la Asamblea Nacional: “Yo no fui elegido para desmantelar el comunismo, sino para continuarlo.”
El impasse, por tanto, continúa.
La teoría de los sistemas enseña que se necesitan dos para lograr un impasse, y que tales problemas solo pueden resolverse si al meno una de las partes tiene la voluntad de aceptar ser parte de la solución. Ni Cuba ni los EEUU parecen tener la intención de hacer tales ajustes. ¿Por qué será esto?
En el caso de al administración de Obama un indicio importante viene de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, quien dijo en abril al Congreso que el régimen cubano estaba “llegando a su fin”. Esta pequeña disgresión registrada, lleva a los observadores a sospechar que la administración considera que no vale la pena conversar con Castro, debido a que los problemas económicos que asedian actualmente la isla, en poco tiempo lo derrotarán. Si esto es real, entonces es un error masivo.
A pesar de lo grande de sus problemas, para los comunistas cubanos enfrentarse la adversidad que Washington constituye no es uno de ellos. De hecho es todo lo contrario. Si Obama le facilita a Castro la posibilidad de culpar por todo a Washington, facilita que el gobierno cubano enfrente cualquier dificultad en su contra—sin importar de donde esta venga.
Advirtiendo a sus hermanos latinoamericanos del peligro que para su libertad y prosperidad representaban los EEUU en el siglo 19, José Martí, el héroe de las luchas independentistas cubanas resumió: “Nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino.” Esta es una lección que parece imposible de aprender para los EEUU—que la inmensa mayoría de los cubanos en la isla preferirían seguir tomando su propio vino, sin importar lo amargo que este sea, que cambiar para uno más dulce si esto significa sacrificar su independencia.
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