LA MISMA CUBA Y EL NUEVO FIDEL
Saludos para todos. Lorenzo Gonzalo
La misma Cuba y el nuevo Fidel
Todo parece indicar que Fidel Castro ya no es noticia. Se ha recuperado de salud, visita centros laborales, turísticos, científicos y predios universitarios. Cualquier día lo vemos concurriendo a un teatro o visitando un centro de recreación y disfrutando sus servicios.
De acuerdo a las noticias de los últimos días, está haciendo una vida normal, por primera vez. Lo entrevistan periodistas en su casa, los invita a comer junto a su esposa Dalia Soto y comparte sus experiencias, obligación que no todos los estadistas están dispuestos a cumplir y que realmente le deben en buena lid, a quienes apoyaron sus gobiernos y también a quienes se hayan afectado por los aciertos y errores de la gobernación.
La vida le dio la oportunidad a Fidel de disfrutar una faceta que pertenece a las mayorías, pero que rara vez disfrutan los líderes coyunturales que han debido cargar en sus hombros el peso de difíciles situaciones. Pasear por la ciudad y sentarse en un parque, cosa cotidiana para la mayoría de los ciudadanos, es difícil para quienes están a cargo de un gobierno, orientado fundamentalmente a la defensa de la integridad y la soberanía de una tierra. Por lo general, los dirigentes políticos gobiernan lidiando con asuntos legislativos, proponen y ejecutan reformas económicas y depuran políticas obsoletas. Gobernar en tiempos de guerra requiere de todo el tiempo y demanda la entrega absoluta de la energía que poseamos.
Parece ser que, conciente de esto, Fidel ha querido dejar el legado de sus reflexiones para que queden claros los aspectos esenciales de su pensamiento.
Lo que continúa siendo noticia, es la desidia de la prensa sensacionalista o enemiga del proceso cubano.
Ahora que el líder de la Revolución Cubana aparece con frecuencia en público y aborda problemas de su tiempo, analizando y ofreciendo recomendaciones, pretenden presentar una “Cuba dividida en dos partes: el hermano atiende los asuntos internos y Fidel los externos”.
Definitivamente para resolver la problemática cubana, la prensa y sobre todo las naciones, quienes utilizan la influencia de la media como un instrumento más de gobierno, deben abordar el caso de Cuba con seriedad.
Fabricar irrealidades sobre la Isla más aislada del Caribe, no contribuirá para dar a luz una criatura feliz. En todo caso, si algún parto tuviese lugar, sólo nacería un muñeco fantasioso.
Siempre a Cuba la han querido presentar en dos partes y no siempre las respuestas del Estado cubano ha sido lo suficientemente puntual como para descalificar las infundiosas intrigas. Con los emigrados se ha generalizado la opinión de que existen también dos tipos de cubanos: “los cubanos de Miami y los cubanos de Cuba”.
Presentar a Cuba siempre divida ha sido un objetivo estratégico de la prensa, dirigido desde los poderes de Washington. Este quizás ha sido también el principal factor para que la dirección del país, durante cincuenta años de guerra, se haya preocupado por apelar a la unidad. La consigna quizás no ha sido tanto para crear un clima de unanimidad, que en la dinámica de dicha apelación muchas veces ha aflorado creando algunos problemas, sino para contrarrestar una propaganda que de tan repetida, influencia las mentes menos centradas en la esencia del conflicto: el Bloqueo de Washington y la permanente agresión directa, o consentida a los grupos fanáticos que, sin más religión que el odio, abogan todo el tiempo desde Miami, por la hecatombe.
Lo bueno de que Fidel haya tenido la oportunidad de disfrutar un pedazo de vida, reservado únicamente a quienes vivimos nuestra existencia en libertad, ha permitido otra enseñanza para quienes denodadamente luchan en Cuba por disfrutar de un país sano, despolitizado y espoleado únicamente por el sano objetivo de realizar la propia existencia a través de la solidaridad. Esto último, en parte comenzará a ser favorecido, cuando cese el Bloqueo y las agresiones de Estados Unidos.
Fidel ha mostrado que el país ya puede andar sin él. Las condiciones internacionales han cambiado para Cuba, especialmente las hemisféricas y las de Estados Unidos, país que está envuelto en guerras, crisis, desorientaciones en lo interno, el surgimiento de países emergentes como Asia y las deudas adquiridas por los caprichos bélicos, no le permiten ser el mismo agresor de antes. Aunque esto conlleva el peligro probable, de estimular en un momento actos irracionales.
El legado de Fidel posiblemente nadie más hubiese sido capaz de conseguirlo: asegurar que las fronteras no fuesen invadidas por la descomunal fuerza del Gigante del Norte.
Hoy la gente común y quienes ocupan altos cargos, se alegran de verlo movilizarse, pasear y compartir. Pero cada día los observadores y las personas en general, nos convencemos más, que las administraciones nacionales y la política exterior del país, está en otras manos, que seguramente mañana pasarán a otras y que la democracia interna finalmente se hará cargo del devenir nacional.
Cuba sigue su misma lucha: crear una sociedad más justa, donde cada cual pueda desarrollar y laborar de acuerdo a su capacidad y recibir de acuerdo a su trabajo.
Fidel ha dejado de ser gobernante y sólo queda de él su visión de tiempo, su realidad de hombre estadista y una disciplina capaz de contener las mayores agresiones y aprovechar el menor de los resquicios para revertir en salud la más fiera enfermedad.
Es de pensar que con ese ejemplo de pragmatismo, disciplina y convicción, los nuevos administradores y dirigente políticos, elegidos por la sociedad cubana, si la imitan adecuadamente y ajustada a las circunstancias, hallaran vías para conformar estructuras eficientes.
El Hombre de hoy no elabora alimentos, bienes y servicios, solo es capaz de organizar infraestructuras capaces de hacerlo eficientemente. La eficiencia es consecuencia de la estructura, no a la inversa.
Fidel detuvo las invasiones y consolidó la soberanía. Pensamos que ahora corresponde a otros vencer los bajos niveles de producción y hacer efectiva las participaciones ciudadanas, los debates y la formación de una nueva era para Cuba.
Fidel quizá tenga la alegría de contemplar parte de esa nueva era, que en gran medida será la otra parte de su legado. Lo mejor de todo es que esa ciudadanía labora confiada en esa dirección, como lo hizo durante la época donde levantaron la barrera moral que consolidó la independencia de la tierra. Son los mismos cubanos, la misma Cuba, tienen claros sus objetivos y todos se alegran que Fidel pueda pasear y dar consejos.
En Cuba a diferencia de otros sitios no les gusta que los ausentes hablen de sus dirigentes, quizás porque muchos no comprenden que ellos han trascendido y ya no les pertenecen del todo.
Cuba es la misma y Fidel resucitó para ser merecidamente un ser como todos los demás y disfrutar la normalidad que le arrebató la circunstancia.
sábado, septiembre 04, 2010
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