jueves, septiembre 16, 2010

TE BLANCO CON VINAGRE

Publicado el domingo, 09.05.10
El Nuevo Herald
MERCEDES SOLER: Té blanco, con vinagre
BY MERCEDES SOLER
Un escaño senatorial en las primarias de Alaska ha sido el primer fruto del supuesto movimiento independiente conocido como Tea Party, o Partido del Té. Su nombre hace referencia al histórico Boston Tea Party, una rebelión contra los tributos al té impuestos por la corona británica, que desató un descontento generalizado --la Revolución Americana-- y condujo a la independencia.
El disgusto colectivo actual con la economía, el desempleo, la guerra, etc., ha movilizado a grupos de ultraderecha a participar en marchas y protestas presuntamente populistas contra el gobierno del presidente Obama. La más reciente, auspiciada por el comentarista de Fox News Glenn Beck, en el National Mall de Washington, atrajo a miles y le confirió la tarima de honor a Sarah (``perfora baby perfora'') Palin. Su lema, ``Restaurando América'', instó al público a retomar, en el nombre de Dios, el poder de un gobierno que sienten les ha sido usurpado.
Si todo esto suena a fanatismo es porque los exaltados y los extremistas son fáciles de manipular. Y lo que hay detrás del Partido del Té, de acuerdo a una extensa investigación de The New Yorker, es toda una maquinaria de propaganda montada, pagada e ingeniada por un par de hermanos tan extraordinariamente ricos que su fortuna prácticamente alcanza las de Bill Gates y Warren Buffet.
Charles y David Koch, petroleros de cuna cuyas múltiples empresas incluyen las toallas de papel Brawny, los vasos de papel Dixie, los aserraderos Georgia-Pacific, las alfombras Stainmaster y Lycra, se adhieren a la filosofía libertaria, que es prácticamente anarquista. Quisieran abolir el Seguro Social, el salario mínimo, el control sobre las armas, los impuestos personales y corporativos y, hasta las escuelas públicas. No les desagradaría desmantelar la CIA, el FBI, la Comisión de Seguros e Intercambios, o el Departamento de Energía. Batallan principalmente contra la EPA, agencia que protege el medio ambiente, porque sus empresas cuentan entre las diez contaminadoras principales y los ha multado repetidas veces por millones de dólares.
Criados por un padre dominante, que admiraba a Benito Mussolini, los Koch comenzaron a construir su infraestructura de propaganda ultraconservadora desde finales de los años 70, cuando David se postuló como vicepresidente del partido libertario, contra la boleta de Ronald Reagan, y sólo obtuvo 1% del voto. Ante ese fracaso, comenzaron a desembolsar sigilosamente más de cien millones de dólares apoyando o fundando organizaciones y think tanks como el Cato Institute y el Mercatus Center. Sus intelectuales se dedican a escribir análisis académicos para influir el debate público, con miras a avanzar las agendas corporativas de los hermanos Koch.
Se les atribuye, por ejemplo, sembrar la duda popular sobre la irrefutable conclusión científica del calentamiento global. Estrategia que por años benefició a las tabacaleras. Los hermanos, cuyas refinerías operan en Alaska, Texas y Minnesota, verían peligrar su fortuna de 3 mil millones de dólares, si la nación disminuye su dependencia en el petróleo o desarrolla combustibles alternativos.
Escudados tras organizaciones de nombres benévolos, como Americans for Prosperity y Citizens for the Environment, los Koch financian sitios de Internet para organizar a los miembros del Tea Party con fines de ``educarlos''. Les entregan nombres e información de congresistas contra los que deben arremeter, así como las pautas a seguir. En efecto, diseminan su agenda personal sin que los miembros del Partido del Té, en su mayoría anglosajones pobres, reconozcan haber sido convertidos en peones. No para salvar a una América descarrilada sino para beneficio de una empresa privada.
La polarización política que ha surgido tras la última campaña presidencial. El letrero de ``socialismo'' colgado de los hombros de Obama. La idea de los paneles de la muerte durante el debate sobre cambios a la salud pública. Los epítetos ofensivos dirigidos contra congresistas afroamericanos en el Capitolio. El odio desmedido que asediaron las campañas de medio término. Todos, en gran medida, fueron auspiciados por la mano negra de los Koch.
tros multimillonarios, como el demócrata George Soros, también ponen millones al beneficio de sus filosofías políticas. Sin embargo, lo hacen a la luz del día. Sin esconderse tras fundaciones u organizaciones. Más por convicción que para proteger imperios privados. Ahora que los Koch fueron desenmascarados, esperemos que el té les sepa a muchos más amargo.
www.mercedesventz.blogspot.com

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