viernes, octubre 31, 2008

MANUEL ROSALES ES UN MAESTRO Y DA LA HORA

Desde Venezuela


MANUEL ROSALES ES UN MAESTRO Y DA LA HORA




ELIGIO DAMAS


Dar la hora, en el sentido de marcar la pauta, estar en la vanguardia, ser el mejor, es un modismo bueno para aplicarlo a quien llaman el filósofo del Zulia.
Y ha dado la hora, en pasar desapercibido en el gobierno por largo tiempo, sin gobernar, amarrando la perra y sacándole provecho a esa circunstancia. Y tomemos en cuenta que el ignaro, todavía se da el lujo de enrostrarle al presidente, que muchos años lleva en Miraflores y a él, en ese sentido, poco y pocos dicen o responden.
Quizás, como dijo el diputado Mario Isea, Rosales no pueda ser “un ejemplo como maestro”, cuando el calificativo lo aplicamos a un docente; pero la palabra tiene varias acepciones; incluso se habla de perro, amaestrado y maestro. Pero también de persona “adiestrada en una práctica que maneja con desenvoltura”.
Ya todo el mundo sabe que Rosales nunca fue docente. Se limitó a cobrar como tal en una nómina fantasma. Es decir, desde abajo empezó como corrupto. Nunca dio clases, no podría. En este sentido o acepción, el susodicho no es maestro. .
Pero ¿quién pone en duda que el individuo es habilidoso, adiestrado y maestro en otras artes?
Quien fuese Alcalde de Maracaibo, por dos períodos de cuatro años cada uno, luego dos veces Gobernador del Estado, lo que eleva la cuenta a dieciséis años gobernando y ahora aspira alcanzar los veinte, poniendo la reversa para regresar a la Alcaldía antes nombrada, muestra que es un maestro en pegarse a la ubre del erario público y, en eso, da la hora.
Gobernador del Zulia, de hecho no lo es. Nunca ha desempeñado el cargo, pero aprovecha las ventajas que de éste se derivan y todos le mencionamos como tal. Ha sido capaz de mantener una corte de rapaces que le cuidan el puesto, hacen a medias las tareas y todavía le dispensan fidelidad. Y se da el lujo de reservarse, contra viento y marea, la candidatura para retornar a la Alcaldía a hacer lo mismo y encuentra quien le apoye. Para eso hay que ser maestro.
El hijo del diablo, parece hábil, quizás demasiado, en eso de amaestrar reptiles y animales feroces. Sabe exactamente la pomada que en cada caso debe untarse.
El hombrecito, cuyo lenguaje está formado por un pequeño puñado de palabras generalmente mal pronunciadas, no obstante superó a Houdini, el famoso “mago” o ilusionista ítalo americano, en el arte de hacer desaparecer las cosas. Y, como Cristo, que multiplicó los panes, ha podido multiplicar al infinito su inicialmente pequeño peculio. Y algo que está aquí o pertenece a aquel, sin que nadie se percate lo pasa para acá o lo hace pertenencia suya.
¿Todo eso no es acaso obra de maestros?
Segùn las denuncias que se han hecho desde tiempo atrás y ahora por intermedio de Giancarlo Di Martino y los diputados Mario Isea y Saúl Ortega, Rosales ha logrado que sus vacas paran hasta veinte veces al año. Pues sólo así explicaría que sus rebaños se hayan multiplicado tan intensamente que se le reputa como uno de los ganaderos que más animales tiene. Esto, sin contarlo a él. Sus tierras van hasta donde el viento se regresa y con éste no vuelven.
¿No es esto magia? ¿No la obra de un maestro del truco? Y no hablamos de habilidad para el juego de barajas del oriente venezolano.
Segùn la prensa, en China, un tribunal sentenció a muerte a quien fuese un alto funcionario, por haberse apropiado indebidamente de 1.2 millones de dólares. Segùn las acusaciones que ahora se hacen contra Rosales, adquirió propiedades, lo que incluye más de una veintena de fincas, costosas viviendas en Maracaibo, Miami y España, que se expresan en cifras ante las cuales parece chica la que perdió al funcionario chino.
¿Y dónde está y cuál es el estado de Rosales?
Pues por allí anda, campante como “Juancito el caminador”. Eso amigo, es ser maestro adonde sea que usted vaya.
El alcalde de Maracaibo, Di Martino, ha hecho una denuncia grave que sólo ella pone en duda, las habilidades de Rosales. Pero nunca niega su audacia y desprecio por las formalidades. Podría ser una muestra de decadencia o descuido de un maestro, como aquellos pintores que, llegado al pináculo de la fama, ponen poco empeño o cuidado en su trabajo pensando solamente en valor de sus obras en el mercado. ¡El bendito, ilusionista y truculento mercado!
¿Y en qué descuido incurrió Rosales? Pues, segùn Di Martino, compró a bajo precio una casa costosa a alguien que salió del país asustado porque le habían secuestrado a un familiar. El Gobernador no cuidó las formalidades; que se le relacionase con el asunto y la empresa enriquecedora del secuestro. Pero bien se sabe que todo el mundo tiene su punto débil. Tanto va el cántaro al agua Y que cualquier maestro del toreo tiene su mala tarde... La tuvo Al Capone, a quien prendieron por los impuestos y Carlos Andrès Pérez, por una cosa de poca monta en relación con las acusaciones que antes se le hicieron. A Pérez Jiménez, le prendieron por una maleta dejada en la carrera.
Es pues Rosales, un maestro, ducho en hacer lo que hace y seguir “tranquilo y sin nervios”.
Ahora, no conforme con dar la hora en corrupción mediante las formas antes expuestas, la ha tomado por regalar, con reales del pueblo, relojes costosos. Pretende, como el Big Ben, contar las horas en las muñecas de marionetas de la prensa. El, un analfabeta funcional, es un artista, maestro en conchupancia y chantajeo. El tictac del reloj, recordará al periodista lo qué debe y cómo informar. ¡Qué maestría! Hay que quitarse el sombrero. Observen la habilidosa jugada; a las esposas de los dueños de los medios también obsequió de los valiosos relojes. Es un como amarrar al toro por la vaca.

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