martes, diciembre 01, 2009

URUGUAY : CAMBIO CON DEMOCRACIA Y EQUIDAD

ENVIADO POR: DARIO ALBERTO ZUÑIGA
PUBLICADO POR: Frank Díaz Rey

Uruguay: cambio con democracia y equidad

Las primeras proyecciones de las elecciones uruguayas indicaban ayer por la tarde un nuevo triunfo del Frente Amplio. José Mujica, ex líder tupamaro, sería el nuevo presidente de la República Oriental del Uruguay.

El Uruguay posee una de las mayores tradiciones de vida democrática en el mundo. Ya en 1850, junto con EE.UU, era uno de los pocos estados con un régimen democrático basado en partidos políticos implantados sólidamente en la sociedad. En toda su vida independiente sólo se ha interrumpido la institucionalidad democrática en dos oportunidades. En 1933, con el golpe de Terra, rápidamente reabsorbido por la institucionalidad democrática; y la dictadura militar que se apropió del poder en 1973.

La añeja vida democrática uruguaya se ha construido bajo el consenso de que el poder debe convocar al gobierno y a la oposición. Ese fue el sentido del gobierno colegiado hasta 1966 y de la coparticipación del Ejecutivo y la oposición en la administración del Estado, que aún hoy se mantiene. En esa vida social donde la democracia es asunto cotidiano, el cambio tiene que ser democrático. Lo contrario sería una fuerza regresiva. El Frente Amplio representa el cambio en la acción de gobierno dentro del régimen democrático. El Frente nunca se planteó cambiar el régimen democrático, sino cambiar el gobierno.

La reforma del Estado iniciada por Tabaré Vásquez, aun insuficiente e inconclusa, pero con una sólida agenda de desconcentración, descentralización, participación ciudadana y modernización de la gestión, ha producido que en las encuestas del Latino barómetro el Uruguay sea el país número uno de América Latina en percepción positiva de la democracia, la libertad de prensa y la calidad institucional.

El resultado electoral muestra que la población se identifica mayoritariamente con un proyecto-país en el que se busca conciliar el equilibrio macroeconómico con el desarrollo y la cohesión social, la inversión extranjera con la transformación productiva y el desarrollo de capacidades industriales nacionales, la actividad empresarial con la acción del Estado como impulsor del desarrollo nacional. Bajo ese esquema, alternativo al enfoque de exclusión propio del neoliberalismo, el Uruguay es uno de los pocos países de la región que no ha entrado en recesión por efectos de la crisis económica mundial. Por el contrario, ha mantenido el crecimiento con un índice de inversión acumulada del 20%, uno de los más altos de su historia. Y, lo más importante, con una dramática reorientación del gasto público para mejorar las condiciones de vida de la gente. Se ha triplicado el gasto en educación y duplicado el de la salud. Si en la década de los 90 el crecimiento acumulado fue de 20% y los salarios aumentaron sólo el 5%, durante los cuatro años de gobierno del Frente el crecimiento acumulado fue de 24%, pero la masa salarial aumentó en 25%. Un indicador de equidad. El voto a favor de José Mujica no ha sido un voto emocional, sino una meditada opción por la mejora de la vida cotidiana de los uruguayos y por construir un país, un país solidario.

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