viernes, noviembre 30, 2007

ERNESTO GUEVARA

Ernesto Guevara, quizás el más auténtico ciudadano del mundo

Periódico Vanguardia - Villa Clara - Cuba
Periódico Vanguardia, Santa Clara, capital de Villa Clara, Cuba. 26 de noviembre > de 2007.> Portada - Contacto - Solo texto - - Búsquedas - Foros - Humor > > > Por: Osmaira González Consuegra> 26 de Noviembre de 2007> Varias cartas escritas con respeto, ternura y sensibilidad, con el «usted» reiterado para nombrarse o llamarse entre sí, revelan las > confidencias, fidelidad y desinterés de Berta Gilda Infante, Tita, durante su > relación con Ernesto Guevara de la Serna.> > El epistolario está al alcance de todos a través del libro Cálida > Presencia, de la autoría de Adys Cupull y Froilán González. Tras leer cada > página se pueden descubrir las huellas de una prosa juvenil, sentimental, > transparente y alusiva de complicidades existentes entre ambos jóvenes. En cada > línea, a su vez, están las enseñanzas políticas, morales y humanas.> > Pero más allá de la verdadera intención de los textos enviados por Ernesto > a la «muchacha ingenua, sin mundo digamos.» -según le dice en una de las > misivas-, sale a la luz una amistad matizada por el humor y la idiosincrasia > argentinos. De esta manera, como un gaucho original se nos presenta en su > condición de remitente y compañero de alegrías o tristezas, el hombre que se > universalizó con el sobrenombre del Che.> > Con ese apego a lo nacional, el «amigo andarín» se carteó con la «Querida > Tita» > > > desde todos los sitios del continente donde residió. Mediante las > epístolas fechadas en Lima, Caracas, Ciudad de Guatemala y México, ella le > siguió los pasos por toda América. Él le contaba sus temores, dudas, > aspiraciones, fracasos, trabajos científicos y éxitos.> > En todos los envíos, Ernesto mostró gran interés por saber cómo avanzaban > los estudios de compañera, a quien ayudó varias veces para los exámenes de > Medicina. El deseo de verla recibida de médico lo manifestaba en más de un > párrafo. El 29 de noviembre de 1954, por ejemplo, desde la tierra azteca redacta > en la despedida que «guarda la esperanza de materializar un abrazo en cualquier > lugar del mundo y de doctor a doctor».> > Mas, ni siquiera sospechaba que se le aproximaba la hora de cambiar su > rumbo previsto para Europa o China, por el camino que lo daría a conocer como el > inolvidable Comandante Ernesto Che Guevara, quien días antes de convertirse en > un expedicionario del yate Granma, le escribió a su confidente: «Sólo espero ver > qué pasa con la revolución; si sale bien, voy para Cuba, si sale mal, empezaré a > buscar país adonde sentar mis reales.»> > La joven demoró en responder esta última esquela. Según consta en el libro > de Adys y Froilán, el texto correspondiente fue redactado en Buenos Aires el 9 > de diciembre de 1956. Conmovida por la incertidumbre del fallecimiento del Che > durante el combate de Alegría de Pío, se decide a redactar una misiva donde > manifestó su certeza de que eran falsas las informaciones publicadas en los > diarios, y expresa: «Sí, Ernesto, sé que usted está aún entre nosotros, sé que > algún día en alguna parte podré verlo aún o, al menos, que podré enviarle esta > líneas a algún lugar del mundo.» > > > > El mensaje nunca fue enviado, y el anhelo de volverse a ver fue solo eso. > Las ansias de sentarse juntos de nuevo para contarse penas y glorias quedaron > anudadas en un sollozo hace 40 años.> > Luego de una década de permanencia en Francia, Tita había regresado a > Buenos Aires, justamente el viernes 6 de octubre de 1967. Doce meses después, > ella relató:> > «.cuando yo regresaba al país después de una larga ausencia, los primeros > diarios que leí, azoradas las pupilas, temblorosas las manos y el aliento > quebrado, traían las noticias, lentamente verificadas, de su trágica muerte, de > ese asesinato incalificable del que pedirá cuentas América un día. Un año. Tan > lejos ya. Tan fresco aún, como esa sangre que se bebió la tierra boliviana, como > la mirada de sus grandes ojos que trascendiendo la muerte va más allá del tiempo > y el espacio. Su cuerpo de valiente sobre una lona miserable, su hermosa cabeza, > aureolada de barba y melena, agua de manantial, savia silvestre. Ernesto ha > muerto, pero ya había nacido en al Eternidad.»> > En su evocación, la joven quiso retratar al coterráneo capaz de cultivar > una > > > amistad con esmero, nutriéndola de su hondo sentido de hombre nuevo. Y es > que, como bien ella puntualizó:> > «Es difícil unir tanta grandeza a su sensibilidad y ternura, a su riqueza > humana. Demasiado cálido para tallarlo en piedra.> > «Demasiado grande para imaginarlo nuestro.> > «Ernesto Guevara, argentino como el que más, fue quizás el más auténtico > Ciudadano del Mundo.» >

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