La Rosa Roja del Siglo XX Fue la rosa roja del socialismo del siglo XX y voló -como bien lo dijera V.I. Lenin- alto como las águilas
Narciso Isa Conde (Para Kaos en la Red) [21.11.2007 22:28] -
Rosa Luxemburgo (1876-1919), venciendo los impedimentos de su condición de mujer y los límites de su época, se convirtió en una de las principales dirigentes del socialismo alemán y mundial.
Fue la rosa roja del socialismo del siglo XX y voló -como bien lo dijera V.I. Lenin- alto como las águilas.
Teorizó con profundidad y certeza, combatió, construyó fuerza revolucionaria y dirigió la insurrección de los trabajadores alemanes en 1918 y 1919.
Su vista de águila le permitió hablar de la primera guerra mundial, como si lo estuviera haciendo de las guerras imperialistas del presente. Veamos:
“El socialismo es el primer movimiento popular del mundo que se ha impuesto una meta y ha puesto en la vida social del hombre un pensamiento consciente, un plan elaborado, la libre voluntad de la humanidad. Por eso Federico Engels llama a la victoria final del proletariado socialista el salto de la humanidad del reino animal al reino de la libertad. Este paso también está ligado por leyes históricas inalterables a los miles de peldaños de la escalera del pasado, con su avance lento y tortuoso. Pero jamás se logrará si la chispa de la voluntad consciente de las masas no surge de las circunstancias materiales que son fruto del desarrollo anterior. El socialismo no caerá como maná del cielo. Sólo se lo ganará en una larga cadena de poderosas luchas en las que el proletariado, dirigido por la socialdemocracia, aprenderá a manejar el timón de la sociedad para convertirse de víctima impotente de la historia en su guía consciente.”
“Federico Engels dijo una vez: “La sociedad capitalista se halla ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie”. ¿Qué significa “regresión a la barbarie” en la etapa actual de la civilización europea? Hemos leído y citado estas palabras con ligereza, sin poder concebir su terrible significado. En este momento basta mirar a nuestro alrededor para comprender qué significa la regresión a la barbarie en la sociedad capitalista. Esta guerra mundial es una regresión a la barbarie. El triunfo del imperialismo conduce a la destrucción de la cultura, esporádicamente si se trata de una guerra moderna, para siempre si el periodo de guerras mundiales que se acaba de iniciar puede seguir su maldito curso hasta las últimas consecuencias. Así nos encontramos, hoy tal como lo profetizó Engels hace una generación, ante la terrible opción: o triunfa el imperialismo y provoca la destrucción de toda cultura y, como en la antigua Roma, la despoblación, desolación, degeneración, un inmenso cementerio; o triunfa el socialismo, es decir, la lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo, sus métodos, sus guerras. Tal es el dilema de la historia universal, su alternativa de hierro, su balanza temblando en el punto de equilibrio, aguardando la decisión del proletariado. De ella depende el futuro de la cultura y la humanidad. En esta guerra ha triunfado el imperialismo. Su espada brutal y asesina ha precipitado la balanza, con sobrecogedora brutalidad, a las profundidades del abismo de la vergüenza y la miseria. Si el proletariado aprende a partir de esta guerra y en esta guerra a esforzarse, a sacudir el yugo de las clases dominantes, a convertirse en dueño de su destino, la vergüenza y la miseria no habrán sido en vano.”
A la luz de lo que pasa en Irak y Afganitan, a la luz de la doctrina Bush sobre las guerras preventivas, de las amenaza contra Irán, de la guerra contra el pueblo palestino y del diseño de guerra global por las elites estadounidenses, estas palabras de Rosa Luxemburgo retumban con renovada fuerza y trascendente certeza.
Pero su grandeza no se quedó ahí, sino que abarcó otras esferas del pensamiento y la práctica socialista. Su espíritu critico, siempre apegado a una profunda lealtad a la revolución y el socialismo, junto a su enorme capacidad teórica, le permitió contradecir el propio Lenin en otros temas trascendentes, en los cuales la vida terminó dándole lamentablemente la razón:
“... libertad- afirmó la Luxemburgo- sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido -por muy numerosos que ellos puedan ser- no es libertad en absoluto. Libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa diferentemente... Lenin y Trotsky han establecido los soviets como la única representación verdadera de las masas trabajadoras. Pero con la represión de la vida política en el conjunto del país, la vida en los soviets debe de llegar a estar también cada vez más mutilada. Sin elecciones generales, sin irrestricta libertad de prensa y reunión, sin un libre enfrentamiento de opiniones, la vida se extingue en cada institución pública, llega a ser una mera apariencia de vida, en la que sólo la burocracia permanece como el elemento activo.” (R. Luxemburgo. La Revolución Rusa contenida en la compilación “Habla Rosa Luxemburgo”; Pathfinder Press, New York, 1970, pág. 391).
Cuantas verdades contienen estos párrafos y cuan necesario es tenerlo bien presentes ahora que en nuestra América ha tomado actualidad el debate sobre el nuevo socialismo y el tipo de democracia en el tránsito hacia él.
No tenemos dudas: el pensamiento socialista del Siglo XXI deberá nutrirse tambien de esta hermosa rosa roja “siglovente”, con mirada y vuelo de águila.
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