Publicado por Frank Díaz Rey
Dagoberto Valdés, ex director de la revista Vitral y del Centro de Formación Cívica y Religiosa de la Diócesis de Pinar del Río; autor de Libertad y responsabilidad. Desafíos y proyectos, y quien acaba de recibir el 20 de diciembre el premio Tolerancia Plus, otorgado por un grupo de la sociedad civil en Cuba.
Recibido del programa PALABRAS
Trancripción del primer programa de Dagoberto Valdés dirigiéndose al pueblo de Cuba:
Feliz año para todos los oyentes. Gracias por la invitación a participar en este programa Palabra, que quiere precisamente enviar un mensaje de fe y esperanza cristianas a todos los cubanos. Dios quiera que sea un año nuevo de verdad para los cubanos de aquí y de la diáspora. En estos días de Navidad y Año Nuevo, nuestro equipo de trabajo ha hecho una lectura paradigmática de Isaías en su capítulo 9. Ya conoces que es la lectura que se hace en cada Misa del Gallo del 24 de diciembre:
“El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz,a los que habitaban en tierras de sombras una luz les ha brillado.Ha multiplicado su alegría como se regocijan al repartirse un botínHa roto el yugo que pesaba sobre ellos, la vara que castigaba sus espaldas,el bastón opresor que los hería,y he aquí que todo calzado de guerra, todo manto empapado de sangreestá siendo quemado y devorado por el fuego,Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dadoSobre sus hombros descansa el único poder y su nombre esConsejero prudente, Dios fuerte,Padre eterno, Príncipe de la Paz.Dilatará su soberanía en medio de una paz sin límites,Y asentará y afianzará su reino, el reino de David,sobre el derecho y la justicia desde ahora y por siempre”.
Esta lectura del profeta Isaías, que vivió algunos siglos antes de Jesucristo, anuncia el nacimiento de Cristo, pero también anuncia para nuestro pueblo cubano el nacimiento de un año nuevo de oportunidades, de desafíos y también de unas esperanzas nuevas. Y sobre este tema precisamente quisiera hablar en estos dos programas.
Yo quisiera detenerme solo en el versículo 6 –porque es de una riqueza increíble esta lectura– y puede ser un programa de vida para todos los cristianos y en realidad para todos los cubanos.
Dice este versículo: “Dilatará su soberanía en una paz sin límites y asentará y afianzará su reino sobre el derecho y la justicia”.
Este versículo 6 tiene un aplicación profética y paradigmática en el sentido de que puede servir de proyecto de vida para este año 2008 que vamos a enfrentar todos los cubanos, cada cual desde su diversidad, desde sus ideales, pero que es en una hora crucial para nuestra historia patria. Y quiero destacar este versículo porque se trata precisamente de que el 2008 debe ser para todos los cubanos un momentos de oportunidad para “dilatar la soberanía”, entendiendo soberanía no solamente de las fronteras nacionales, que hay que defender como siempre y no encerrados en nacionalismos trasnochados, pero sí con mucho cuidado, porque, como decía el Padre Varela, que Cuba sea tan isla en lo político como en lo geográfico, porque últimamente algunas voces que no están en sintonía con la trayectoria histórica, con el hilo conductor de nuestra nacionalidad, han hablado de ceder soberanía y de crear una confederación con otros países.
Precisamente si algo ha unido a todos los cubanos de todos los tiempos y de todas las ideologías es la defensa de la soberanía y de la independencia de nuestra patria. Que como decía el Padre Varela, no tiene que esperar nada ni de España ni de Colombia, en aquel tiempo, y ahora yo diría no debe de esperar ni depender, debe buscar la independencia con relación de todos los demás pueblos de la tierra.
Y eso no tiene nada que ver –la defensa de la soberanía– con la integración que todos deseamos en un continente donde todos seamos hermanos, donde colaboremos, donde haya planes de cooperación. La integración es una cosa y ceder la soberanía es otra.
Debemos rescatar todo lo que desde el Padre Varela, fundador de nuestra nacionalidad hasta los últimos que lucharon contra la dictadura de Batista, todos hemos coincidido a lo largo de los siglos, en que la soberanía, la bandera, la independencia, la propia identidad de un pueblo hay que salvaguardarlas por encima de todo y eso nos une, principalmente a todos los cubanos. Porque nos une la fe –para los que somos creyentes–, pero para los que no son creyentes nos une el amor a Cuba, ese amor entrañable a nuestra patria.
Es más, te llegaría a decir, como muchas veces lo enseñamos en el Centro Cívico, que la integración regional o global no es posible desfigurando las nacionalidades, perdiendo las culturas propias, cediendo soberanías esenciales, la de los pueblos, la de los ciudadanos. Todo lo contrario, para ser una verdadera integración consciente, libre es necesario afianzar la soberanía, dilatarla y llevarla a cada uno de los cubanos. Ese un desafío y un deseo para el 2008.
Y digo de dilatar porque es providencialmente la traducción de la Biblia que tengo en las manos, que por cierto es la Biblia que nos entregó el Papa a unos 20 laicos en aquella eucaristía memorable en la plaza José Martí. Ese dilatar la soberanía me gusta mucho, me ha impresionado mucho esta versión, esta traducción de la Biblia porque pienso que da por sentado que la soberanía es algo innato a la persona humana, algo innato a los pueblos. Algo que Dios nos ha dado y que es insoslayable, inalienable, algo que nadie nos puede quitar, por eso no se habla de “dar” soberanía, porque la soberanía viene dada por Dios a cada uno de nosotros, a cada nación, a cada pueblo.
Entonces dilatar significa hacer conciencia de ese don de Dios de que somos soberanos, lo que decía el papa Juan Pablo II en Cuba, protagonistas de nuestra propia historia personal y nacional. Por eso ese dilatar la soberanía es hacerla más consciente, ejercerla, pero nunca cederla, porque cederíamos lo que es más esencial a cada hombre, a cada persona a cada pueblo, que es la libertad personal. Soberanía es el ejercicio de la libertad y la libertad es lo que más nos asemeja a Dios, nuestro Creador, que nos hizo a su imagen y semejanza.
Otra cosa del 2008 es que se abre, se está abriendo desde todo el 2007 un tiempo, una hora, un año de oportunidades para toda Cuba. Quisiera insistir en eso porque, un día, cuando pasen los años y esta historia, vamos a mirar hacia detrás y decir caramba, desaprovechamos aquellas oportunidades que se abrieron para todos. Es una hora de oportunidades para el gobierno cubano actual, es una hora de oportunidades para la sociedad civil: opositores, disidentes, personas independientes, grupos, iglesias, logias y también es una hora de oportunidades para cada ciudadano cubano viva donde viva y piense como que piense.
Un día, para los que creemos, el Señor nos pedirá cuentas de cómo aprovechamos, de cómo utilizamos este tiempo de oportunidades, y creo que esto es una responsabilidad cívica muy grande, y quisiera verdaderamente aprovechar este primer programa Palabra, que tú y esa emisora nos dan a todos los cubanos, para hacer un llamado a la conciencia de mis compatriotas de que estamos viviendo un momento muy especial, muy difícil, muy crucial. Y que las oportunidades son como los trenes en la vida, pasan a una hora, se pueden atrasar un poco, pueden adelantarse, casi nunca, pero una vez que pasa, pasa. Y quedará siempre la amargura y la responsabilidad de no haber utilizado el tiempo de gracia y de salvación para nuestro pueblo que Dios nos está dando.
Una primera oportunidad que nos pone esta hora de la historia a los cubanos de a pie, que no compartimos el gobierno, el poder, es precisamente tomar conciencia, en la soledad de esa conciencia, del alma de cada ciudadano que ese poder gubernamental no está ahí si no es porque nosotros los ciudadanos le hemos cedido una parte de nuestra soberanía, hemos cedido una parte del poder que Dios nos ha dado, del poder que la patria nos ha reconocido, porque por eso somos ciudadanos, no súbditos.
Otro de los artículos que yo escribí en Vitral decía que Cuba en esta hora necesita ciudadanos, no súbditos. Tomar conciencia de que uno es protagonista de su historia y de que en el ámbito donde se desarrolla: en su familia, en su trabajo, en la calle, en el estudio, en la iglesia, debe ejercer los derechos y los deberes que Dios nos ha dado de manera soberana, esa es una primera cosa que nadie nos impide hacer, porque la prueba es que tú lo estás haciendo, y yo lo estoy haciendo, cada cual desde nuestra vocación, desde el lugar donde Dios nos plantó y otros muchos cubanos lo están haciendo, de manera que eso es concretamente algo que podemos hacer todos.
Es decirnos: Yo soy cubano, tengo mi derecho dado por Dios, tengo unos deberes cívicos que también pueden son oportunidades para servir a mi patria y tengo que optar. Tengo que aprender a decidir, tengo que aprender a usar mi libertad personal, y para eso hace falta formación cívica, formación ética, ciudadana, y eso es algo que los cubanos no debemos dejar pasar, no debemos dejar pasar el tren, la oportunidad.
Pero mientras llega la formación, puedo decir: a partir de este año 2008 como ciudadano, no voy a ceder ninguno de los derechos que Dios me ha dado y lo haré con paz, con serenidad, con respeto, con tolerancia. Pero voy a empezar a partir de hoy a no mentir, a no tener doble cara, a no simular y a tratar de expresar libremente lo que pienso y lo que quiero para Cuba.
viernes, enero 18, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario