Desde Venezuela
PROPOSICIÒN PARA ESCOGER LAS CANDIDATOS DE LA REVOLUCIÒN
Eligio Damas
No debemos, porque es ajeno a lo que queremos construir, repetir el deleznable espectáculo opositor, donde cada quien se cree con derecho a ser gobernador o alcalde y de una jauría esperan sacar los candidatos. Mientras sus potenciales votantes, sólo se limitan a mirar desde lejos y esperan que salga el humo del color que de aquello debe emanar.
Está muy bien que el presidente no haga uso del dedo o como se dice ahora, en virtud de su estilo, no levante la mano a nadie, en materia de candidaturas. Ese proceder no se aviene con lo que debe ser una conducta revolucionaria, se le acabó su cuarto de hora y hasta está reñido con los fundamentos generales de la propuesta constitucional fallida.
Pero como en la cultura del sistema en que vivimos y nos hemos formado, prevalece la idea de sustituir las malas costumbres por otras, es de esperar que ante la ausencia de manos levantadas por Chávez, operen con más fuerza los cogollos, círculos o cofradías.
Las elecciones en el seno de batallones del PSUV fue un ejercicio donde el dedo y los cogollos actuaron a capella. Y era de esperar tal comportamiento, porque el MVR, mayor tributario de premilitantes (digámoslo así, aunque todavía nadie sabe que es en fin de cuentas), fue una organización estructurada por grupos. Cada sector de la desperdigada izquierda, entró a aquella organización, tal cual como era. Se llevaron intactos sus mandos y grados. Igualmente procedieron aquellos que no vinieron de ella. Y la mayoría de quienes se integraron más tarde, inmediatamente buscaron a sus antiguos copartidarios y allí se anidaron, con galones o sin ellos. De modo que el partido que hizo la campaña por Chávez, cuando éste se lanzó por primera vez a la presidencia, era lo más parecido a un archipiélago. Y entre estas islas, las más grandes, lograron sus cuotas. Eso sí, con un liderazgo sólido e indiscutible, como lo sigue siendo.
En ese estado, todo aquel que no se acercó a un grupo y se sometió a sus dictados, no tuvo vida. Ni siquiera pudo aspirar que le escuchasen. Porque hay quienes, incluso habiendo estado desde antes en la izquierda, no creen que ese proceder sea bueno y saludable.
Cuando el presidente llamó a constituir el PSUV, dijo una frase que sonó bonito y hasta fue muy aplaudida. Esta fue “que cada quien entre al nuevo partido en pelo, que todos seamos rasos”. Y a ese idealismo me sumé escribiendo un artículo titulado, “Que en PSUV el viento corra libremente”, en el cual, con la misma falta de realismo, dije que “nadie debe entrar formando grupos”. Y no es que uno sea tonto o caído de la mata, sino que había que decirlo; era y es como una obligación.
Pero los batallones, en lugar de dar la batalla por la propuesta de reforma constitucional como debían, dedicaron una buena parte del tiempo y energía, en la contienda interna entre los grupos para imponer sus voceros y representantes a los distintos niveles. Esto influyó mucho en lo que sucedió el 2D.
Lo cosa llegó a tanto que, conozco el muy original caso de un batallón, donde la mayoría, no inserta, como casi siempre ocurre, en ningún grupo, habiéndose percatado del rollo, formó uno y se alzó con los cargos de vocero y comisionados.
Por eso, mucha gente está inconforme y reclama nuevos procedimientos y hasta repetir las selecciones de dirigentes del PSUV bajo un proceder democrático, como corresponde a un partido revolucionario, sobre todo que se minimice la influencia de grupos y marionetas. Pero tal aspiración es irrealizable por distintas razones, si se puede solicitar que en lo que haya que hacer de ahora en adelante, se evite que los cogollos decidan por las mayorías. Pues nada ganamos que Chávez, con toda la fuerza de su liderazgo, deje de levantar la mano a quienes quieran ocupar los cargos electivos, para que los cenáculos o cogollos, que en veces se enfrentan, pero han aprendido a ponerse de acuerdo, se repartan la torta de la fiesta, sin que ninguno de ellos quede insatisfecho. Pero con el agravante que no tienen arraigo en las bases de la militancia chavista y menos más allá.
Y ese proceder es malo, porque si bien puede tranquilizar a una pequeña corte, generalmente se traduce en inconformidad de la mayoría que, como ya dijimos, no asiste a esos festines. El 2D fue una campanada que llamó a hacer las cosas como debe ser.
Para decirlo en lenguaje coloquial venezolano, debemos hacer lo que sea necesario para evitar “que si nos pela el chingo nos agarre el sin nariz”.
Para evitar esos males, el PSUV y el Polo Patriótico, deben escoger los candidatos hasta donde ello sea posible, esto implica en primer término a las gobernaciones, mediante elecciones abiertas, donde la militancia de este sector, de la cual hay un registro respetable, pueda opinar al respecto.
Es innecesario abundar para convencer que, por esta vía que proponemos, nada original por cierto, si evitamos, en cierta medida, los tradicionales vicios y prácticas insanas; quienes resulten escogidos gozarían de un mayor respaldo y aceptación. Porque la democracia hace eso posible.
Estamos en tiempos de revisar, rectificar y reimpulsar. No puede suceder que los cogollos y grupos, que no gozan del respaldo popular que ostenta el presidente, resuelvan un asunto que corresponde a las mayorías. Esto es lo que gritan las tres R.
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