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PUBLICADO POR HECTOR GARCIA SOTO
Semana Aniversario Natalicio de José Marti
Maria nace en nov 28, 1880 hija de Manuel Mantilla y Carmen Miyares, > cubanos, quienes tenían una casa de huéspedes en New York en la época en que > Martí llega a esa ciudad, después de haber sido desterrado de Cuba hacia > España. Poco después –a principios del mismo año 1880- Carmen y su hijo > arriban y en perfecta armonía se une el matrimonio residiendo en la casa de > huéspedes donde ya habían otros niños: Manuel de 9 años, Carmita de 7 y > Ernesto de 3. En enero del 1881 Marti va a Venezuela y Carmen a Cuba porque > ella no accede viajar a ese país. Y el Marti poeta aflora soñando y penando > por la ausencia del niño; ausencia que convierte en versos naciendo Ismaelillo, > el “libro que es cosa de alma”, dice Josee Martí. A mediados de año > regresa de Venezuela y en el 82 se le une nuevamente Carmen y el hijo. Aun los > cánticos amorosos en prosa y en versos son dedicados a P epito, ....porque > pensando en su hijo se le llena el alma de jazmines aunque habrá quien no le > halle perfumes... “y yo solo me amo en él” reitera en 1885. > > Ismaelillo es impreso en Abril 1882> dedicada a su hijo José Francisco Martí Zayas-Bazán.> > > > La niña que le ayudó a sobrellevar la ausencia del hijo.> > > Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo> ashiningworld@cox.net> > > > > «RECUERDOS DE MIS PRIMEROS QUINCE AÑOS»> > > Por MARÍA MANTILLA > > > ¡Qué grato es vivir con recuerdos tan vivos y llenos de cariño > como los que llevo yo en el alma! Viví junto a Martí por muchos años, y me > siento orgullosa del cariño tan grande que él tenía por mí. Toda la > educación e instrucción que poseo, se la debo a él. Me daba las clases con > gran paciencia y cariño, y cada vez que tenía que hacer un viaje, me dejaba > preparado el itinerario de estudios que había que hacer en cada día, durante > su ausencia. En medio de todas la agonías y preocupaciones que llevaba sobre > sí, nunca le faltaba tiempo que dedicarme.> > > > El francés me lo enseñó de manera sencilla y fácil de > comprender; pero su mayor afán eran mis estudios de piano. Su deseo era que yo > llegara a ser una buena pianista que nunca logré serlo, pero sí pudo lograr > tocar lo suficiente en aquellos años de niñez, para proporcionarle a él > muchos ratos de placer. Siendo yo aún niña, se empeñaba siempre en llevarme a > las reuniones de La Liga, una sociedad de cubanos de color, todos hombres de > gran talla, de más de seis pies. La idolatría de estos hombres por Martí era > cosa admirable. Lo veneraban.> > > > De Martí, el caballero, quedan grabados en mi mente tantos detalles > de delicadeza y galantería con las "damas", como decía él. Para él, la mujer > era cosa superior. Siempre tan fino, y con alguna frase de elogio en los labios. > Cuando se daba alguna reunión, en que se citaban las familias cubanas para > celebrar algún santo o alguna otra ocasión, había música y un poco de baile, > y Martí siempre sacaba a bailar a las señoras y señoritas menos atractivas y > luego yo le preguntaba: > "Martí, ¿por qué es que usted siempre saca a bailar a las más feas?" > Y él me decía: > "Hija mía, a las feas nadie les hace caso, y es deber de uno no > dejarles sentir su fealdad". > > > Como éste, muchos otros detalles de su caballerosidad.> > > > Cuando, a veces, mi hermano Ernesto nos hablaba con rudeza, o alzaba > la voz, Martí le decía: > "¿A qué tú no le hablas así a la niña vecina;> y por qué lo haces con tus hermanas, > que merecen más delicadeza y finura que las extrañas?" > > > Recuerdo también, que cuando yo tenía siete años, un día que yo > iba con Martí por el campo -pues estábamos de temporada en Batch Beach- y > sentados los dos bajo un árbol, me picó una abeja en la frente y en el > instante Martí la trituró con los dedos; de ese episodio resultó el verso > sencillo que dice: > > Temblé una vez en la reja > la entrada de la viña > Cuando la bárbara abeja> Picó en la frente a mi niña > > > Cuando él escribía algún artículo o carta o lo que fuera, su > cerebro trabajaba con tal rapidez que las ideas le venían más ligeras de lo > que la pluma le permitía escribir, y al concluir me llamaba y me decía: > > "Mira, lee esto y dime qué dice aquí", > > .....porque él mismo no entendía lo que había escrito; pero yo > sí lo entendía. Siendo su discípula, yo conocía cada rasgo de su letra. Él > me decía que yo era su secretaria. A veces me dictaba mientras se paseaba por > el cuarto, y yo tenía que escribir muy ligero para no perder una frase.> > Mi último recuerdo de Martí es del día que se despidió de > nosotros, > cuando salió para Santo Domingo. > > > (Articulo publicado en El Mundo, jueves 2 de marzo de 1950).
Enero 2008> ashiningworld@cox.net > Miembro de la Unión de Colaboradores de Prensa > (UCP) >
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