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PUBLICADO POR: Pedro Rodriguez Medina
ALEJANDRO ARMENGOL: Por un nuevo anticastrismo
ALEJANDRO ARMENGOL
No es que el exilio ha dejado de ser anticastrista, sino que el anticastrismo ha cambiado de forma. Ha dejado de ser vocinglero y pueril. No le interesa perseguir músicos y tampoco se regodea en la nostalgia de una Cuba anterior a 1959. Incorpora los valores culturales de esa época y tira por la borda la exaltación pueblerina de un país plagado de pobreza, corrupción y asesinatos. Condena a la dictadura de Batista con igual fuerza que al régimen de Castro. Entiende lo ocurrido en la isla en casi medio siglo como un proceso con razones y causas, no como un destino espurio.
Durante décadas se le ha otorgado validez histórica y política a los planteamientos de un grupo que no sólo carece de representación respecto a la situación cubana actual, sino incluso cuando se habla del ``exilio histórico''.
La imagen de ese mal llamado ''exilio histórico'' ha sido secuestrada, en buena medida, por una serie de arribistas, con la conveniencia alojada en sus bolsillos, que buscan determinar, en cualquier esquina, si la actitud de otros frente al régimen de La Habana es buena o mala para el bienestar de los que viven en una nación que les resulta cercana y lejana al mismo tiempo. Un país que ellos cada vez conocen menos.
Aliados en diferentes momento s con asesinos, estafadores y dictadores de Latinoamérica, admiradores de terroristas, seguidores del peor gobernante norteamericano de los últimos tiempos y partidarios de un totalitarismo de derecha para el futuro de Cuba se refugian en un pasado culpable.
Se trata de un nuevo intento --llamarlo desesperado suena melodramático, considerarlo inútil es ser demasiado generoso-- de imponer a la isla un pasado muerto en todas partes, salvo en la mente de algunos tomadores de café de la Calle Ocho: batistianos por McCain.
No es el caso ahora de acudir a barreras generacionales, ni tampoco de estampar cuños de entrada a Estados Unidos. La falsa división entre el ''yo estaba aquí y tú acabas de llegar'' sólo sirve para tergiversar el problema. La existencia de organizaciones, líderes exiliados y puntos de vista que no responden al estereotipo de una comunidad intransigente e ignorante, fácil de manipular por demagogos del micrófono, es una prueba diaria de que el exilio no se reduce a un par de titiriteros que buscan captar la atención de una cámara. Sirvan de ejemplo el Cuban Study Group, la Fundación Nacional Cubano Americana, el grupo Democracia, La Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, el Comité Cubano Pro Derechos Humanos y otros. Tampoco es hacer un inventario de afinidades, sino señalar algunos, no los únicos, que no se limitan a un enfoque de complacencia e intereses estrechos al abordar el problema cubano.
El nuevo anticastrismo admite el diálogo con Cuba, que no es sinónimo de complicidad con La Habana. Reniega de farsantes y está en contra de legisladores que en realidad no los representan en Washington. No quiere agitadores en el Congreso, sino hombres y mujeres capaces, que se preocupen por los problemas de sus distritos. Rechaza la demagogia porque la conoce demasiado. Está a favor de la cordura y la simpatía. Huye de los discursos altisonantes de cualquier orilla. No quiere una vuelta al pasado. Apuesta por el futuro.
Las preguntas se repiten y la respuesta es una sola y no cambia con los años: ¿Qué ha logrado Unidad Cubana en su supuesta labor en favor de la libertad y la democracia en Cuba? ¿Cuáles son los méritos de Vigilia Mambisa en apoyo de la libertad cubana? ¿Ha tenido efectividad alguna, dentro de la isla, la campaña ''Yo no coopero'', organizada por el Directorio Democrático Cubano, MAR por Cuba y otros grupos similares? ¿Qué función cumplen, respecto al objetivo de llevar la democracia a la isla, los Municipios de Cuba en el Exilio? ¿Dónde están los resultados alcanzados por el Consejo por la Libertad de Cuba, en la lucha por un mejor futuro para los ciudadanos cubanos? Al buscar los logros de organizaciones tan diversas, según los objetivos que éstas proclaman, no se encuentran en parte alguna. Son cero, nulos. Puro cuento y gritería. Falta total de resultados y una propaganda incesante de su labor. No en la isla sino en Miami.
No resulta nuevo ni sorprendente la ausencia de resultados positivos. Ese empecinamiento en estrategias caducas, que se niegan a cambiar, responde a un interés en primer lugar político y fundamentalmente económico.
Antes que enfrentar una nueva realidad y ponerse a tono con la situación mundial imperante, prefieren la política del avestruz. Son incapaces de llevar a cabo lo que hace cualquier grupo enfrentado a un enemigo poderoso y que no da muestras de debilitamiento: adaptarse a las circunstancias.
Esta aparente falta de preocupación, que los lleva a no modificar sus estrategias, para ser más eficaces en sus objetivos, obedece a un fin muy preciso.
En última instancia, la estrategia de estas organizaciones ha sido un éxito total a través de los años, porque su objetivo nunca ha sido llevar la democracia a Cuba, como se empeñan en repetir quienes la dirigen, sino imponer sus criterios en el exilio. Si todas se aferran a la política absurda del embargo, no es porque vean en éste la forma más adecuada de presionar al gobierno de La Habana, sino porque es una bandera fácil con la cual proclamar que sus criterios se escuchan, son poderosas, su voz se oye en Washington.
Si el fin de todo grupo político es obtener el poder o influir sobre una situación, las organizaciones m1s retrógradas del exilio de Miami han logrado un triunfo parcial, al contribuir a perpetuar un estado de opinión en que se define a los cubanos que viven en esta ciudad como un conjunto de vocingleros, intransigentes y abanderados de ideas obsoletas. Nada mejor para ello que apropiarse del anticastrismo en beneficio propio. Porque a fin de cuentas, éste es su verdadero y único objetivo.
lunes, julio 21, 2008
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