jueves, agosto 21, 2008

LENNY MANUIT, SABE A QUE HUELE LA BOSTA VACA

LENNY MANUIT, SABE A QUE HUELE LA BOSTA DE VACA

La “Fosforito” descubrió que, en el Palacio de gobierno de San Juan, había un olor a excremento.


Eligio Damas

El gordo Herman Escarrà, todavía anda por allí, entre pancartas y afiches, ofreciéndose como candidato a gobernador por el Estado Anzoátegui. Que sepamos, no nació ni ha vivido en este Estado y sólo últimamente, desde los días del proceso constituyente, comenzó a visitarnos esporádicamente. Es posible que no tenga idea a que sabe la mazamorra de maya, una copita de pìritu o un sancocho de machuelo, pero quiere ser gobernador de la entidad y no hay razones para negarle ese derecho. En su favor se abona que, por su porte, debe saber mucho de mondongo y chinchurria y este Estado es en gran parte llanero. Sólo se necesita que tenga los votos para alcanzar ese anhelo.
Uno se extraña, que la jovencita Lenny Manuit, la hija del gobernador de Guárico, exprese que William Lara no puede ser gobernador de aquel Estado porque, según ella, aquel “no sabe a qué huele la bosta de vaca”. La expresión no parece muy de buen gusto y delicada; pero si muy discursiva y definitoria. Como algunas cantantes de música llanera quiere aparecer “cuatribolià” o evocar la imagen gallegiana de la “doña”.
Y la afirmación en uno despertó tal curiosidad que nos hizo preguntarnos: ¿Y a qué huele la bosta de vaca? Hasta que la aspirante a la gobernación del Estado llanero, denunciase a Lara por padecer de aquel defecto, quienes llaneros no somos, pero alguna que otra vez hemos visto una vaca y la bosta olido, creíamos que ésta huele solamente a bosta de vaca. Y siendo William Lara guariqueño, aunque lleve algún tiempo en Caracas, ese olor no puede haberlo olvidado.
Hubo una vez una miss Nueva Esparta no nacida en la entidad y que nunca visitó Margarita y cuando le interrogaron acerca del plato criollo que más le apetecía, dijo para asombro de quienes conocemos del asunto, que “la ropa vieja”. La jovencita era caraqueña e hija de españoles. Pero a nadie se le ocurrió inhabilitarla por eso.
Por cierto, según la prensa caraqueña, en una de las carreteras del llano, el conductor de la camioneta en que viajaba William Lara, no pudo esquivar a una vaca y con ella chocó, accidente que bien pudo servir para que el candidato del PSUV, reciclase lo anteriormente aprendido y que la Manuit le dijo que no sabe. Ante lo que se podría decir “muerto el perro se acabó la rabia”. Aunque no hay ley, a menos que justamente la descubra Escarrà, especialista en eso, que incapacite a alguien para ser gobernador por no percibir ciertos olores o carecer de ciertas habilidades. Si así fuese, Manuit, el padre, gobernador no fuese, precisamente por dificultades olfativas.
Pero la Manuit, que de paso se desató en improperios contra Chávez y contó con la ayuda, desde Beijing, de su padre el gobernador guariqueño en ejercicio, quien por su edad no debe estar compitiendo, introdujo una extraña condición en el perfil del candidato.
De esa manera, para ser gobernador de Sucre, sería necesario, entre otras cosas, saber con exactitud por dónde le entra el agua al coco. Además de bailar con habilidad un joropo estribillado y preparar un pastel de pepitona.
Y si uno bien lo piensa, la idea no es del todo mala. Pues contribuiría a que quienes quieran gobernarnos se acerquen más a las regiones y a nosotros y se cumpla aquello de “para pescar guaraguaras, hay que mojarse los glúteos”.
Pero Lenny olvida, que quien ahora gobierna en su Estado natal- así debe ser porque bien sabe a qué huele la bosta de vaca- está allí porque le puso Chávez. Y, en gran medida, los poderes que ahora dispone, son el resultado de haber estado en ese cargo por largo tiempo. Y esa circunstancia se le dio debido al presidente, quien prefirió sacrificar a Iris Valera, por tranquilizar a los aliados. Es decir, por esas en veces incomprensibles razones de la política. Porque la “Fosforito”, descubrió y plasmó en un largo expediente que, en el palacio de gobierno de San Juan, policía y muchos entes oficiales, olía, no tanto a bosta de vaca, sino a excremento humano y el gobernador se hacía el loco o “no se había dado cuenta”. Caca, decía cada vez que alguien fruncía la nariz, sugiriendo el molestoso olor.

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