POR SEBASTIAN ARCOS
Publicado por: Frank Díaz Rey
CONTESTANDO A GARCIA
Subject: Violencia vs Civilismo
Coincido con el compatriota García en el espíritu de su mensaje, que es el de la tolerancia con nuestras “diferencias metodológicas”. Siempre nos debe guiar el20principio civilizado y democrático de respetar los puntos de vista con los que no coincidimos. Sin embargo, estoy en profundo desacuerdo con la argumentación del compatriota García. Vamos por partes:
El propósito del exilio es ciertamente común: el regreso de la democracia a Cuba. En eso coincide con los que luchan pacíficamente desde Cuba. Decir que la división y la polémica nos mantiene unidos es una contradicción. La polémica civilizada es bienvenida, pero no ha sido esa la característica tradicional del exilio. Aunque hoy día en menos común, la tradición ha sido de acusar de traidores a los que no coinciden con nosotros, entre otras lindezas como “agentes de Castro”, “espías”, “dialogueros”, etc. El insulto, el ataque personal, y hasta alguna bomba aquí y allá han sido más comunes en el exilio que el debate civilizado. Repito que ya, afortunadamente, el tono ha bajado a niveles casi parlamentarios.
Pero donde disiento más del argumento del compatriota García es en el tema de que ambas estrategias, la violenta y la civilista, son opciones igualmente viables que merecen igual consideración. Con todo respeto, considero que esta afirmación es una falacia que bordea peligrosamente la máxima totalitaria de que el fin justifica los medios.
La violencia como método para cambiar la sociedad hace tiempo dejó de ser una alternativa respetada, legítima, y viable. Ciertamente lo fué durante las décadas de los 50, 60 y hasta los 70, pero desde entonces se considera ilegítima e inaceptable en el mundo civilizado. Los ejemplos sobran: FARC en Colombia; Sendero en Perú; Tupamaros en Uruguay; MRLN en El Salvador; Tamiles en Sri Lanka; IRA en Irlanda; ETA en España; Brigadas Rojas en Italia; y una larga lista de guerrillas urbanas y rurales que pasa por los terroristas Palestinos y termina con Bin Laden y compañía. La violencia revolucionaria puede que suene heroica y valiente, pero hoy en día es universalmente rechazada por el mundo civilizado como método para cambiar la sociedad, con la única excepción de quien se enfrenta a un invasor extranjero.
Desde hace varias décadas, la violencia revolucionaria solo consigue dos cosas, ambas contraproducentes para la causa del opositor a cualquier régimen, no importa cuan despótico: desprestigiar la causa (cualquiera que esta sea), y justificar una respuesta aún mas represiva por parte del régimen. Pensemos en cuanto han dañado los secuestros a la causa de las FARC en Colombia, y en la devastadora respuesta rusa ante el terrorismo Checheno.
Además de ser ilegítima e inmoral, la violencia hoy en día no es viable. La última guerrilla que derrocó a un régimen establecido fueron los Taliban es de Afganistán, y todos sabemos cómo terminó la cosa. Tumbar el régimen castrista a tiros suena patriótico pero es inviable. De qué vale entonces seguir considerándola una opción válida?
Es cierto que la oposición pacífica tampoco ha podido derrocar al régimen, pero es legítima ante la opinión pública internacional y además no genera enemigos internos como hace el terrorismo (no olvidemos la reacción del pueblo Iraquí ante el terrorismo desatado por Al Qaida).
En mi opinión, es imposible poner en el mismo plano a la violencia y al civilismo como métodos de cambio social. El civilismo es infinitamente superior desde el punto de vista moral y práctico, aunque no obtenga resultados inmediatos, como tampoco los obtiene la violencia. La violencia revolucionaria fue una alternativa válida en un momento histórico específico, pero ya hace tiempo que ha dejado de serlo. Aquellos que sinceramente desean el retorno de la democracia y la civilidad para Cuba deben abandonar definitivamente la violencia revolucionaria como método de lucha. Hay muchas maneras de demostrar patriotismo y valor personal sin necesidad de matar inocentes en el proceso.
Para cerrar, debo aclarar que mi oposición a la violencia no incluye el magnicidio, al que considero una manera efectiva y legítima de atacar a un régimen despótico.
< br> Saludos,
Sebastián Arcos
domingo, agosto 31, 2008
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