ENRIQUE LOPEZ OLIVA
monitorhavana
UNIÓN EUROPEA: LOS DIOSES DESIGUALES
Leyla Carrillo Ramírez
Centro de Estudios Europeos
El hombre de Neandertal fue el primer poblador del continente europeo. La evolución del primate transcurrió durante varios siglos, en los que sus rasgos antropológicos, las costumbres, el lenguaje y los ritos religiosos alcanzaron un amplio espectro. Sus diferencias se hicieron cada vez más notables y, en algunos casos, abismales, porque desde sus antepasados a la fecha, difieren entre sí los helenos, latinos, celtas, galos, eslavos, balcánicos, escoceses y germanos, como seres humanos que conviven en un espacio geográfico.
Con creyentes católicos, protestantes, evangélicos y ortodoxos las religiones y los dioses han cohabitado en el continente sin contratiempos perceptibles (salvo las Cruzadas, de la noche de Saint Barthélemy[1] y de la persecución nazi contra los judíos). En los países miembros de la Unión Europea hacía más de medio siglo no se manifestaba con tal crudeza el terrorismo antirreligioso. Hoy se aprecia un “renacimiento” de contradicciones sociales que también evidencian el resurgimiento de tendencias fascistas
El terrorismo antislámico se perfila con más nitidez desde el 11 de septiembre de 2001, con el pretexto de combatir al terrorismo medioriental, acuñado como “fundamentalista” por el anterior Presidente estadounidense. La cruzada contra los musulmanes no sólo ha penetrado en las estructuras gubernamentales de Estados Unidos y de la Unión Europea, sino también en varios grupos poblacionales. La UE no estaba preparada para asimilar la avalancha migratoria exacerbada desde la guerra en Yugoslavia y –mucho menos- proveniente de otros continentes, considerados “peligrosos” por el mundo desarrollado.
La pancarta esgrimida por el Tratado de Lisboa sobre “igualdad en la diversidad”, resulta inaplicable y, mucho menos, creíble. Los británicos, polacos, franceses e irlandeses no aceptaron los enunciados de la Carta Europea de Derechos Fundamentales referidos a la religión, que evidenció disensiones sobre el culto a dioses distintos o su rechazo, tangibles en las preferencias plasmadas en las respectivas constituciones: la francesa (que protege el laicismo), la británica, italiana, danesa, holandesa, griega y chipriota, tres de las cuales especifican qué religión debe profesar el jefe del Estado.
Las “licencias” sobre las diversas religiones quedan salvadas para los legisladores comunitarios con la precisión de “seguir la tradición e historia europeas”. El rechazo más visible ocurre en torno al islamismo, porque la citada religión no surgió en Europa. Entonces habría que preguntarse por qué si la judía tampoco es originaria del continente, hoy los gobiernos de la UE se empeñan en borrar los crímenes infligidos durante la Segunda Guerra Mundial. No es que consideren al semitismo parte de sus costumbres, ni que todos se arrepientan del Holocausto, sino porque Israel es un buen aliado. En cambio, los oriundos de los países musulmanes (donde se practica la religión más extensa del mundo) son calificados como “enemigos y aliados del eje del mal”.
Identificar a los árabes –y en particular a los islámicos- con el terrorismo constituye una práctica perniciosa que acarreará nuevos males. Discriminar o insultar a los fieles “indeseados” no solo es un problema ético y social, sino también violatorio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Carta de las Naciones Unidas. Pero no lo es tanto de la Carta Europea de los Derechos Humanos Fundamentales, renovada con relativa frecuencia.
Sería injusto culpar a los suizos de iniciar la ofensiva antislámica por haber prohibido los minaretes[2]. Dinamarca desató la mayor repulsa musulmana a escala universal debido a las caricaturas ofensivas a Mahoma publicadas desde 2005.[3] En Francia a partir de los años ochenta se suceden actos xenófobos contra los numerosos inmigrantes magrebinos y mashrequinos. Los disturbios en la periferia parisina, extendidos a otras ciudades, fueron provocados cuando dos jóvenes de origen árabe fueron asesinados por la policía en 2007, bajo la presunción de terrorismo. En Londres el asesinato policial en 2005 de un joven brasileño, también “confundido” con un árabe, constituyó otro escándalo.
Desandar la religiosidad en cada país sería riesgoso y subjetivo. Las creencias o el laicismo son atributos de su propia historia. Pero quedan márgenes para la duda: ¿el rechazo a los otros es sólo una señal de desigualdad o también una instigación desde las élites, los partidos gobernantes de derecha y sus acólitos? ¿Ha sido inoculado por el expresidente George W. Bush en el ciudadano europeo común? Las respuestas se desgajan de los acontecimientos. El panorama religioso se complica cada vez más en los Estados miembros de la UE, mediante la proliferación de regulaciones gubernamentales que atentan contra las libertades individuales.
La selectividad religiosa coadyuva a enardecer el clima en Europa. Y si de religiones se trata, baste reflejar las preocupaciones expresadas durante el reciente congreso episcopal, reunido en España[4] en el sentido de que el rechazo a otras religiones “incita a un resentimiento xenófobo y a reacciones violentas, justificadas por varios políticos”. En su mensaje al cónclave, el Papa Benedicto XVI abogó por el reconocimiento a los derechos y a la posibilidad de una vida digna.
Varias declaraciones gubernamentales y la reacción en algunos círculos populares marcan pautas hacia la conflictividad religiosa. Avanza la tendencia a la “securitización”[5] que comienza a pretextarse para promover legislaciones antislámicas en diversos países de la UE. A tal extremo, que ya en el “preocupado” Parlamento Europeo se escuchan propuestas de una normativa común contra símbolos islámicos, como es el caso de la realizada por la vicepresidenta del Parlamento Europeo (del Partido Liberal alemán (FDP)) en Bruselas, Silvana Koch-Mehrin, que calificó al velo de “cárcel ambulante”. Y el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, -alegando laicidad en las escuelas públicas- recién rechazó un recurso interpuesto por dos jóvenes francesas expulsadas de su escuela en 1999 por mantener el uso del velo durante las clases de gimnasia.
Bélgica fue el primer país que con un voto unánime parlamentaria, el pasado 31 de marzo, aprobó una ley que impide el uso del velo islámico –sea corto o largo-[6], abogando algunos por “liberar a las mujeres de un atavismo”, insistiendo otros en el “envío de una fuerte señal a los islámicos” y una mayoría que argumentó “el respeto a la seguridad pública”.
En Francia habita una de las mayores poblaciones de origen islámico. Desde 2004 la Asamblea Nacional promueve una ley contra el uso del velo. En enero de este año una comisión parlamentaria sostenía que el niqab “representa un símbolo de la subyugación de la mujer y es la bandera del fundamentalismo extremista”, mientras que el Presidente galo reiteró que “en su país no hay lugar para utilizar el velo bajo ningún pretexto, en ninguna condición y en ninguna circunstancia, porque atenta contra la dignidad de la mujer”.[7]
El proyecto de ley plantea hasta un año de prisión, la astronómica multa de 15 mil euros y un curso alternativo sobre “ciudadanía” como sanción complementaria; jóvenes del ultraderechista Frente Nacional promueven prohibir la prenda en lugares públicos y a la salida de las escuelas. El ministro francés de inmigración, Eric Besson, ha rechazado la solicitud de nacionalidad francesa a un extranjero cuya esposa usa un velo integral; tumbas musulmanas han sido profanadas en el cementerio de Notre-Dame de Lorente. El Consejo de Estado debate sobre la constitucionalidad de la medida y una mujer ya fue multada con 22 euros en Nantes por usar el niqab bajo el pretexto policial de que la prenda “reducía el campo de visión de la automovilista”. En señal opuesta el Partido Socialista considera que la ley sería “una afrenta a la dignidad humana”;
En Italia se concretan acciones de conflictividad religiosa: la ministra de Igualdad, Mara Carfagna abogaba en enero por la prohibición del burka y sugirió la modificación de la ley 172 de 1975 para añadir los velos islámicos a las prohibiciones existentes. En el pueblo norteño de Varallo, Piamonte, el alcalde colocó carteles en italiano y árabe prohibiendo el burka, el niqab y el burkini[8] y en Novara, la policía multó con 500 euros a una mujer por usar el niqab. En torno a otras religiones, proliferan consignas antisemitas; mientras que el titular de Exteriores propuso añadir una cruz católica a la bandera italiana, rechazada por los partidarios del actual jefe del gobierno.
En Alemania –sin restañar las secuelas postbélicas- se suceden acciones contradictorias, como el vandalismo contra islámicos y judíos. En septiembre de 2009 las autoridades de Colonia se vieron obligados a suspende un congreso contra la islamización convocado por la ultraderecha que se oponía a la construcción de una mezquita. En abril de 2010 las autoridades concedieron el derecho de asilo a un apóstata del Islam. Sin embargo, el voto suizo contra los minaretes ha sido recibido con cautela gubernamental en previsión de la “islamización” del país donde habitan más de 3 millones de musulmanes. Simultáneamente los votantes berlineses rechazaron el proyecto del Partido Cristiano Demócrata (CDU), junto al clero católico, protestante y judío, que pretendía sustituir la asignatura de ética por la de religión en las escuelas,
En España avanzan medidas que afectarían a diferentes feligreses. Una abogada de origen marroquí fue expulsada de un juicio por rehusarse a prescindir del velo; y trasciende la campaña del Partido Popular para que el Gobierno socialista “abandone la retórica de la Alianza de Civilizaciones” que propendería a una conciliación entre culturas, religiones y economías disímiles en el Mediterráneo.
En Dinamarca, Países Bajos y Reino Unido se estrenaron las caricaturas y películas antislámicas, que rebrotan cada cierto tiempo, con disculpas pueriles para los musulmanes. Los Balcanes fueron impregnados por el islamismo durante 5 siglos[9] por lo que el Primer Ministro búlgaro ha debido aclarar que no existe un proceso de islamización, mientras construyen mezquitas y restauran iglesias ortodoxas. La Corte checa de Justicia denegó la demanda de la Iglesia Católica sobre la propiedad de la Catedral de San Vito. El 1º de marzo el episcopado católico de los países del centro y sur europeos reunidos en Moldavia, reclamó respeto para las minorías católicas en los países del Este.
Comprender el creciente rechazo en la Unión Europea a otras religiones puede parecer galáctico y plantea otra concepción de los derechos humanos. Mientras, en Cuba conviven y se fusionan los abakuás, ñáñigos, masones, católicos, ateos, judíos y evangelistas, en el mismo haz de una nación. En cambio, instituciones y personalidades de la Unión Europea desatan campañas sobre los derechos humanos en el mundo subdesarrollado. ¿Y ellos qué harán con sus dioses desiguales? Tal vez los internen en las nuevas bases “antiterroristas” instauradas por Washington, reediten el ultraje cometido contra el Corán en Guantánamo o los lancen al mar como inmigrantes islámicos indeseados. ¿Quién sabe?...
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[1] La noche de la masacre de San Bartolomé ocurrida el 24 de agosto de 1572 en París y se extendió a toda Francia. El saldo fue de más de 10 mil hugonotes asesinados por católicos más extremistas que rechazaban a los protestantes.
[2] BARRIOS, INDIRA. “Discriminación a los musulmanes en Suiza”. CEE. Informe 2, del 29/11/09
[3] CEE “Negligencia, xenofobia o terrorismo” I y II. Informes 18 del 8/92/06 y 40, 3/03/06
[4] Arzobispo Antonio María Veglió, Presidente pontificio del consejo episcopal. ANSA, Málaga, 28/04/10.
[5] Securitización: del vocablo inglés security, que representa convertir en tema de seguridad para el orden establecido todo lo que sea considerado peligroso, hasta las ideas.
domingo, mayo 16, 2010
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