Reforestación alienta en el barrio
Por Patricia Grogg
Cuba
Mario Véliz atraviesa cada mañana las calles de Pogolotti hasta el expendio de leche. Quienes sólo lo conocen por su trabajo en ese barrio de la capital cubana ignoran que este hombre de notable delgadez y rostro labrado por los años es el alma de la reforestación local. En el patio del desvencijado hogar del "niño del medio ambiente", como lo llaman sus amigos, al borde del sector marginal conocido como Isla del Polvo, nació el grupo que ahora se ocupa, además de la recuperación forestal, del manejo de las aguas de un arroyo, del tratamiento de los desechos sólidos y de la educación en temas ecológicos de los residentes en la zona. "Lo primero que hicimos fue apoyar el bosque sagrado de Pogolotti, que antes era un basurero", recuerda Véliz. El lugar, hasta hace 10 años un vertedero, ahora es una extensa arboleda, útil como barrera frente al polvo de una planta de cal cercana y sitio de entretenimiento para el vecindario. A la sombra de los árboles aún jóvenes, cada año la comunidad celebra ceremonias con un marcado carácter religioso para conmemorar el renacimiento del antiguo terreno baldío, entre ofrendas a una ceiba y bailes folclóricos. Las prácticas animistas de raíz afrocubana predominan entre los habitantes de Pogolotti.
Proyecto comunitario
El proyecto del bosque surgió de la propia iniciativa comunitaria, y contó desde sus inicios con el respaldo de las autoridades locales y del Gran Parque Metropolitano de La Habana (GPMH), la institución encargada del manejo ambiental en una parte del llamado "cinturón verde de la ciudad". El área del parque comprende unos siete kilómetros cuadrados alrededor del río Almendares, el más importante de La Habana. Una de las ocho cuencas priorizadas en toda isla, luego de la creación del Consejo Nacional de Cuencas Hidrográficas en 1997, su principal problema es el vertimiento de aguas albañales, debido a la deficiente infraestructura de alcantarillado y tratamiento de residuales en esta urbe de 2,2 millones de habitantes. Uno de sus afluentes es el arroyo Santoyo, que corre al sur de Pogolotti. Sus márgenes antes desiertas por la tala descontrolada, ahora están cubiertas de robustos bambúes, sembrados por el grupo que comanda Véliz. "Yo propuse reforestarlo con bambú, porque sus raíces filtran las impurezas", afirmó este hombre de 56 años.El inicio de la urbanización de Pogolotti se remonta a 1911. Hoy cobija a más de 26.800 personas, distribuidos en un área de poco más de cinco kilómetros cuadrados, donde existen tres asentamientos precarios habitados fundamentalmente por inmigrantes.
(Solicite trabajo completo a voces@cubaalamano.net)
jueves, julio 26, 2007
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