53/07 PUBSUR
CRÓNICAS CUBANAS.
MEDITACIÓN DE FIN Y PRINCIPIO DE AÑO.
Por Félix Sautié Mederos. E-Mail: fsautie@yahoo.com
Queridos lectores, tal y como lo he estado haciendo hace casi 10 largos años, les escribo semanalmente desde Centro Habana y en esta ocasión mi crónica coincide con el final del año 2007 sin poder hablarles todavía de soluciones a los muchos de los problemas que les he estado reportando. Les escribo en medio de las festividades de Navidad y fin de año, las que durante mucho tiempo fueron escamoteadas y silenciadas en nombre de problemas y dificultades externas y de las necesidades de una lucha por salvaguardar logros y resultados que por demás poco a poco se han ido desvaneciendo, todo como si en la vida no hubiera momentos conmemorativos que dan entusiasmo y alegría a los seres humanos, a la existencia que transcurre vertiginosamente y que se nos acaba casi sin darnos cuenta. Esto sucedió como muchas cosas más que han partido de una centralización a ultranza, de un único pensamiento sacralizado que no ha admitido ninguna diversidad por pequeña que pudiera ser y que pasó por encima de costumbres, de tradiciones e incluso del sentido espiritual de la vida que nos identifica como seres únicos en última instancia, con diversidad de aspiraciones y sentimientos que enriquecen la existencia. La fiesta es una necesidad biológica y social, el sentido de la conmemoración, la oportunidad para reunirse en familia y con los amigos con motivo de un día o una etapa extraordinaria que rompe la monotonía del transcurso del tiempo, incluso sin tener que disponer de mayores o menores recursos porque eso en definitiva es circunstancial, tiene un papel muy importante para el disfrute y el aliciente de seguir viviendo. Esto es algo que algunos han subestimado totalmente, tratando de imponer sus propios criterios al respecto de estos asuntos, sin tomar en cuenta el daño estructural que estas cuestiones causan en el desenvolvimiento de las personas e incluso en la cohesión social que tanta falta hace para que avancen los planes y proyectos encaminados al desarrollo de los niveles y la calidad de vida de la población. No es solo procurar la salud y la instrucción, hay además que, y por sobre todo, permitir que las personas puedan vivir su propia vida, puedan decidir sobre sus costumbres y puedan alegrarse con las festividades propias y las que el calendario de nuestra civilización ha establecido, porque el sentido de la fiesta conmemorativa es fundamental para el transcurso del día a día, para el estímulo que nos anima a seguir adelante. Con estas cuestiones no se puede experimentar porque los costos humanos resultan ser muy altos. Esto lo puedo comprobar incluso en momentos en que el peso de la necesidad ha logrado que poco a poco estas exclusiones y restricciones se hayan ido venciendo aún muy a pesar de las ideas que han tratado de imponerlas. Es una lección que nos ha dado la vida misma y que se debería tomar muy en cuenta para el inicio del nuevo año 2008, que para los cubanos llega en momentos en que la desesperanza generalizada podría ser transformada en esperanzas en virtud de los amagos de un proceso de rectificación y renovación que ha sido masivamente solicitado en todas las bases del país en donde se analizó el discurso de Raúl Castro el pasado 26 de julio, que aboga por cambiar todo lo que deba se cambiado, comenzando por los muchos absurdos que han sido establecidos y que conspiran contra el libre albedrío de las personas. Esa es mi esperanza para el 2008.
(PUBLICACIONES DEL SUR. JEREZ DE LA FRONTERA. PUBLICADO EN EL PERIÓDICO EL PUERTO INFORMACIÓN, el lunes 31 de diciembre del 2007)
martes, enero 01, 2008
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