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DESDE CUBA
PUBLICADO POR: Hector García Soto
La insolvencia del gobierno de los EE.UU. ya no es impensable
Por lo tanto, aquí estamos —al inicio de un nuevo orden mundial. Después de los tumultuosos acontecimientos de los últimos quince días, el panorama económico mundial nunca volverá a ser como antes.
Telegraph.co.uk
Por Liam Halligan / Actualizado el 20 de septiembre de 2008
El poder ha cambiado tangiblemente —desplazándose fuera de los Estados Unidos y del mundo occidental en general, y en dirección hacia los gigantes de rápido crecimiento del Oriente. Esto es algo que viene ocurriendo desde hace algunos años. Sin embargo, septiembre 2008 marca el momento en que la magnitud de nuestros excesos, las gigantescas dimensiones de nuestras deudas y, además, la quiebra moral de nuestro sistema de regulación financiera, ha comenzado —finalmente— a ser puesta en evidencia.
Dije que habían comenzado a ser reveladas. En marzo, Standard and Poor's, la agencia de ratings de los EE.UU., estimaba en unos US $ 285bn (£ 156bn), los títulos tóxicos que —a la larga— tendrían que ser cancelados por el sector bancario mundial porque su valor es nulo. El viernes pasado, estas previsiones se elevaron a $ 378bn pero, en medio del pánico, pasaron casi inadvertidamente.
En realidad, el total de pérdidas en crédito serán mucho más altas —por lo menos $ 750bn en mi opinión. Sin embargo, un aumento en magnitud del 33 por ciento, de una sola vez, en la estimación de S & P, define claramente a qué volúmenes nos enfrentamos. Además que refleja lo poco que realmente sabemos del monto de la pérdidas por los sub-prime o quienes son, en última instancia, los propietarios de estos títulos. Como una de cada diez hipotecas en los EE.UU. ha sido declarada "morosa" o "en subasta", los precios de la vivienda siguen bajando; por tanto estos "residuos tóxicos" están abriendo agujeros en los balances económicos de quien los posea. Es por eso que esta crisis está lejos de haber terminado.
Es difícil exagerar lo gigantesco que fue lo que sucedió la semana pasada. Comparado con cualquier cosa, el derrumbe de Lehman Brothers fue dramático —y un suceso alarmante. Uno de los mayores nombres en Wall Street, 158 años de antigüedad bancaria, fue consumido por la magnitud de sus pérdidas y paralizado por los feudos de sus ejecutivos. Considerados por la Reserva Federal ser "lo suficientemente inconexo" con el resto del sistema financiero mundial, a Lehman se le permitió caer. En contraste, al American International Group, la más grande aseguradora del mundo, fue considerada "demasiado interconectada" como para permitírsele colapsar. Por lo tanto, la Reserva Federal de manera eficaz ha "nacionalizado" a AIG —el mayor rescate de una empresa privada en la historia de la humanidad. Y esto sólo ha ocurrido a unas pocas semanas de un salvataje —incluso más caro—, el de las prestamistas cuasi-gubernamentales Fannie Mae y Freddie Mac que, entre ambas, representan un alucinante $ 5300bn de hipotecas, y alrededor de la mitad de los préstamos para vivienda en los EE.UU..
A todo esto hay que sumarle que, el Secretario del Tesoro de EE.UU., Hank Paulson, envió al Congreso un plan de rescate financiero, valorado en $ 800bn. Y pretende crear una segunda "Resolution Trust Corporation" —o una empresa de gestión de activos propiedad del gobierno— para asumir las deudas que estén relacionadas con las hipotecas tóxicas. La primera RTC fue creada para rescatar a los EE.UU. de la quiebra de las Asociaciones de Ahorro y Préstamos ocurrida en la década de 1980.
Y por cierto, la Fed acaba de ofrecerle otros $ 125bn a los bancos en el exterior, que están desesperados por dólares y no pueden acceder al congelado mercado de crédito de los Estados Unidos —esta es una iniciativa coordinada con los bancos centrales de Japón, del Euro, de Suiza, de Canadá y también con el nuestro, el del Reino Unido.
La combinación de estas medidas —cada una de ellas de enorme importancia por si solas— ha logrado que se disparen los mercados de valores de hoy viernes. El S & P 500 subió 4,03 por ciento y Londinense el FTSE 100 aumentó 8,84 por ciento, su mayor subida en un solo día. Pero, a pesar del fin de semana de euforia y de las charlas de los comerciantes que decían "el único camino es hacia arriba", a pesar de la resolución incuestionable de los EE.UU., y la determinación de Paulson de hacer "lo que sea necesario hacer", la situación sigue siendo muy frágil.
Nada refleja mejor el pánico que existe entre los bancos en los Estados Unidos —y entre los bancos de todo el mundo— que las altísimas tasas de interés que se cobran por los préstamos entre ellos. En general, las tasas interbancarias apenas son ligeramente mayores que las tasas básicas. Pero ante tanta incertidumbre sobre la magnitud y los efectos de los sub-prime —y ante la desesperación de los ejecutivos bancarios, todavía tan reacios a declarar sus pérdidas— sobre la tasa Libor —London InterBank Offered Rate— en los EE.UU. para los préstamos, que se deberán pagar en los siguientes tres meses, ahora asciende al asombroso 1,5 por ciento por encima de la tasa básica. En las últimas semanas, las tasas Libor se han disparado también en otros países.
La última inyección de liquidez de Paulson ha logrado reducir las tasas Libor para los préstamos over-night, por ahora. Sin embargo, y a pesar del torrente de dinero en efectivo que los EE.UU. han dirigido a los mercados de crédito, las tasas interbancarias a largo plazo han permanecido obstinadamente altas, y en algunos países han subido aún más. En otras palabras, incluso los propios bancos no creen que el plan de salvataje funcione. Espere más —y mayores— operaciones de liquidez en las semanas por venir.
El problema, sin embargo, es que como la factura de este salvataje se sigue incrementando, es posible que se rompa el consenso político, y se cree un todopoderoso, y debilitador, sálvese quien pueda. El plan Paulson de la RTC, en teoría, podría restablecer la confianza. Si asume los activos tóxicos de libros de los bancos, esto podría descongelar el mercado interbancario, y el restablecimiento de las líneas de crédito a los hogares y las empresas, e impedir un mayor desplazamiento de esta contracción del crédito, que se resume muy bien en la legendaria frase, "de Wall Street a Main Street" (de Wall Street a la Calle Principal; o sea a la economía real).
Sin embargo, en el período previo a las elecciones de noviembre en los EE.UU., los Demócratas en el Congreso —e incluso algunos Republicanos— podrían decidir no respaldarlas ¿Cuánto más pueden aguantar los contribuyentes de los EE.UU.? Suena loco, pero los pasivos que se están adoptando por la Fed y del Tesoro de los EE.UU. son ahora tan enormes que el propio gobierno podría quedar insolvente. ¿No?
Echa un vistazo a la tabla que muestra los picos de los últimos 10 años del incumplimiento crediticio de los EE.UU.. En otras palabras, para el mercado es ahora una obsesión el encarecimiento —y la posibilidad real de que los EE.UU. puedan pagar— a largo plazo, los bonos del tesoro.
Esta posibilidad sigue siendo considerada como muy baja. Pero, en última instancia, la cuestión financiera —hasta hace poco tiempo, impensable— está ahora sobre la mesa. Sí señor, el poderoso gobierno de EE.UU. podría declarase insolvente. Así es lo mucho que el mundo ha cambiado.
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