lunes, noviembre 03, 2008

LA TELEVISION EN LOS TIEMPOS MODERNOS

LA TELEVISIÓN EN LOS TIEMPOS MODERNOS

Por el Dr. Pablo Llabre Raurell.

Desde hace meses, los medios de comunicación se han encargado de mantener “informada “ a la audiencia sobre las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Son las elecciones de mayor relieve en la historia política de la nación Norteamericana. Por primera vez, un afroamericano- el senador demócrata por el estado de Illinnois, Barack Obama - se postula como candidato presidencial. Es la primera ocasión también, que se presenta un candidato de 72 años de edad, el senador republicano por Arizona, John Mc Cain. Sin dudas se trata de una campaña única.
Por tales razones, la contienda ha dado a los medios de información, especialmente la televisión, oportunidad de llenar espacios, disputar el nivel de audiencia, obtener pingűes ganancias y, claro está, mitigar el tedio a miles de televidentes. Pero las elecciones concluirán y se precisan “nuevos eventos” para engrasar el lucrativo negocio de la información.
El escritor español - precursor del Teatro de lo Absurdo - Enrique Jardiel Poncela, en su obra Eloisa está debajo de un almendro, decía que buen periodista es aquel que llega al lugar antes que se produzca la noticia.. Cualquier semejanza actual es pura “coincidencia “, pero de transcurrir algunos meses en ayuno de algún evento sensacional o violento, alguien se verá en la necesidad de simular alguna tragedia. Y es que a este mundo desinfectado, triunfador en cualquier prueba de algodón, que los poderes pretenden ofrecernos a fuerza de derechos y liberaciones, hay que presentarle de vez en cuando el espectáculo de alguna catástrofe virtual. Aparentemente, la intención de la modernidad es que todo mal se manifieste exclusivamente en la pantalla de la televisión.
Si analizamos con calma, observaremos que la mayoría de la gente jamás ha presenciado, in situ, un accidente de automóvil, no digamos ya un descarrilamiento de trenes o una erupción volcánica. Sin embargo, cada día nos afecta menos cualquier tipo de desgracia que nos televisen, como si nuestros ojos estuviesen ya vacunados. A decir verdad, empezamos a creer que las catástrofes, de cualquier tipo, afectan sólo a los demás. Siempre es el otro el objetivo de la mala suerte.
En el interior de la pantalla televisiva, el otro se comporta como si estuviese obligado a morir o a matar en nuestro nombre. A mi entender, la modernidad ha solucionado la existencia del mal encerrándolo en las mazmorras virtuales de los medios de comunicación. Sólo en los medios mueren las mujeres a manos de sus maridos, se contaminan las playas con el petróleo de barcos hundidos o se descarrilan trenes.
Ềsa puede ser la razón del marcado desinterés mostrado cada día más por la sociedad ante cualquier acontecimiento. Nadie distingue ya entre lo que es real y lo que es virtual, incluso se llegan a confundir ambos conceptos. La sociedad en general ha sido virtualmente vacunada contra el espanto del mal. Los poderes, en consecuencia, tienen vía libre para actuar como se les antoje. La audiencia se muestra hipnotizada y desarmada para impedirles cualquier tropelía.
El mal ya sólo existe como espectáculo televisivo y vive como plasmado y canonizado en una pantalla de vidrio, entre anuncios de automóviles y detergentes. Así marchan las cosas en estos “ modernos ” y confusos tiempos. Tal vez, sería mejor no tomar la vida tan en serio, al fín al cabo no saldremos vivo de ella.

Dr. Pablo Llabre.
Jabaylla@yahoo.com
Telf: 786-399-3039.

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