domingo, marzo 30, 2008

DE KAOSENLARED

POR:PEDRO CAMPOS

Son necesarias definiciones y acciones Existen especulaciones que es preciso despejar. Velocidad y dirección en los cambios. El apoyo del pueblo demanda claridad. El Imperialismo se prepara para cambiar su política. Si mejoras futuras tuviéramos que asociarlas únicamente al desbloqueo y no a nuestros avances socialistas, el futuro de la Revolución quedaría en manos del enemigo. Pedro Campos (Para Kaos en la Red) [26.03.2008 19:31] - 566 lecturas - 22 comentarios

“Mejor que estarle pidiendo favores a los Estados Unidos, es el exigirnos más a nosotros mismos para lograr nuestra industria” J. A. Echeverría.
A un mes de haber asumido el nuevo gobierno encabezado por el General de Ejército Raúl Castro, no se aprecian pasos tangibles hacia transformaciones paulatinas del sistema estatal asalariado actual al imprescindible socialismo participativo y democrático que, como conjunto de ideas, predominó en las opiniones de los trabajadores y el pueblo en las discusiones de su discurso del 26 de julio.
Todo apunta a la intención de perfeccionar los mecanismos del “socialismo de estado” pues se insiste en la planificación desde arriba, la solución de los problemas a partir de las grandes inversiones “estatales” y asoma constantemente el tradicional discurso relativo a “fortalecer la disciplina”, “trabajar más”, “ahorrar”, y combatir la corrupción con medidas represivas y administrativas, a lo que se unen informaciones que corren fuera de la prensa oficial sobre supuestas medidas y planes estatales en los que el papel de los trabajadores y el pueblo sigue siendo el de “objeto” y no el de “sujeto.
No se trata sólo de a qué velocidad ir o hacer las cosas sin pensarlas bien, sino sobre todo en qué dirección encaminarlas. “Cambiar todo lo que deba ser cambiado”, sin cambiar las relaciones de producción, es cambiar nada.
Es claro que el viejo y fracasado “socialismo de estado” puede brindar algunos paliativos si es mejor administrado que hasta el presente en sus mecanismos neo-capitalistas, que sólo a partir de su sobre vivencia podremos desarrollar el socialismo participativo y democrático, solución de continuidad que implica su defensa, a pesar de sus errores e insuficiencias y que todo esto constituye un complejo de contradicciones dialécticas que está en el centro de los debates; pero nada impedirá seguir señalando que cada día de su extensión sin avanzar en las en las relaciones socialistas de producción, es un día más que favorece la restauración capitalista.
A cuatro meses de concluido el profundo, masivo e histórico debate libre, participativo, proletario y socialista, no se han dado a conocer sus resultados oficiales, sigue sin reflejarse claramente en la prensa cubana la esencia del pensamiento renovador que los caracterizó, la figura “socialismo participativo y democrático” parece proscrita en el lenguaje político y el periodístico oficial cubano hasta para criticarla, con la peregrina idea –quizás- de que se ahogará en la indiferencia. “Eppur si muove”.
Sigue sin ser convocado al VI Congreso del Partido, aunque Raúl habló de la necesidad de su democratización, ni tampoco aparece la tan esperada suspensión de las absurdas prohibiciones que sólo aguardan por un benévolo bolígrafo y, por su ausencia brilla algún plan que se supone al gobierno, capaz de satisfacer el conjunto de expectativas creadas. De optimizar el Perfeccionamiento Empresarial hasta llevarlo al pleno dominio de los trabajadores no se habla, tampoco de “organizar mejor el trabajo, especialmente la fuerza de trabajo, para producir más”, lo cual implicaría empezar a moverse del heredado sistema explotador de trabajo asalariado típico del capitalismo, a la forma cooperativo-participativa genérica del socialismo, dar mayor espacio al trabajo individual y a formas de propiedad más socializadas y descentralizadas.
Se acaba de hacer la reunión con la comunidad cubana en el exterior y las “medidas” para suavizar las restricciones a los viajes (permisos de salida, carta de invitación, pagos mensuales al gobierno por estar fuera del país y otros) no aparecen, señalándose que el obstáculo principal para la normalización de las relaciones con la emigración radica en la política norteamericana.
Los trabajadores que ya dijeron lo suyo, a su manera y como pueden siguen visiblemente “inventando” y, apropiándose de unos pocos medios, recursos e insumos del estado, “corrupción obrera” para el filisteo burócrata, real compensación de las reconocidas diferencias entre los salarios y la satisfacción mínima de las necesidades. La verdadera gran corrupción se esconde, sabe protegerse y teme y rechaza al control obrero. Todo empezaría a cambiar cuando se comprenda la necesidad de dar participación a los trabajadores en la dirección, la gestión y en el excedente en cada colectivo laboral, donde se concreta la vida de los seres humanos.
Empiezan a aparecer, en la prensa extranjera, oficiosas, imprecisas, limitadas, dispersas e incoherentes propuestas que contienen algunos de aquellos planteamientos de las bases. Así, sin quedar muy claro de dónde sale la confidencia, se informa de estímulos monetarios a campesinos individuales y se especula sobre controles regionales sobre cultivos y reparticiones de tierras a nuevos finqueros, pero no hay claridad de si esto ha sido a costa de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), ni se conoce de acciones para eliminar las restricciones y mecanismos que impedían el desarrollo pleno de las UBPC como verdaderas cooperativas. Se rumora que obreros azucareros en planes de estudio, están ahora desmontando los campos de marabú en Camaguey, para luego introducir rebaños ganaderos, sin precisarse la forma en que serán explotados después estos medios y fuerzas de trabajo.
También se “anuncian” en tales medios, cambios de “estructuras” que se refieren sólo a compactación de ministerios y no a la base económica, aumentos de salarios nominales o reales, otras medidas en la esfera de la circulación de tipo monetaristas y ventas futuras de bienes, servicios e insumos agrícolas en moneda convertible con tendencias a beneficiar a grupos poseedores de dinero acumulado. No se conocen planes para integrar los dispersos nichos económicos que actúan sin conexión en todo el espectro nacional.
Mención aparte, merece reconocer la mejora sensible del transporte público en Ciudad de La Habana, anunciada hace meses, uno de los problemas más apremiantes de la capital. Se hacen grandes inversiones para resolver los problemas de abastecimiento de agua en zonas donde escasea, comprar maquinaria para reparar calles y carreteras y mejorar el transporte de carga, que tendrán impactos concretos posteriormente.
Se “ofertan” “medidas”, a la espera de “firmas”, que si bien aliviarían algunas presiones, son insuficientes, no eliminarían la multitud de prohibiciones que agobian a diario al cubano ni mucho menos resolverían el problema central hacia una economía socialista, ni el desarrollo auto sostenible del país y que parecen olvidar que, el socialismo no es cuestión a zanjar a partir de la circulación o la distribución, sino de las nuevas relaciones de producción y del control directo de los trabajadores (manuales e intelectuales) sobre los medios de producción, los procesos productivos, la retribución según el aporte de trabajo y la sociedad toda.
En varios trabajos anteriores de este autor y en otros de distintos compañeros, especialmente el de Radulfo Páez sobre la Ley económica que lleva al hundimiento del “socialismo estatal” y tal y como se desprende de lo indicado por el Che en su carta a Fidel en 1965 sobre las eventuales causas de la caída entonces futura de la URSS y el campo socialista, el predominio de mecanismos capitalistas clásicos en la organización de la producción, como el trabajo asalariado, la concentración de la propiedad, el mercado y sus palancas económicas fundamentales, han constituido las bases para la reversión de los procesos revolucionarios que han intentado la vía socialista.
Esto obliga a enfocar los cambios hacia las relaciones de producción, las formas de propiedad y de organización del trabajo que, heredados del capitalismo han seguido lastrando el “socialismo estatal asalariado”, el cual, de acuerdo con la experiencia histórica, no podrá garantizar la irreversibilidad de la Revolución y nos conduciría al desastre restauracionista que aquí sería inevitablemente anexionista, luego de una matanza de comunistas.
Como algunos siguen sin reconocer la estrecha relación existente entre las relaciones económicas y las relaciones sociales entre los hombres, entre la conducta social y sus condiciones de existencia, se hace necesario seguir insistiendo en que la diferencia esencial entre capitalismo y socialismo no se encuentra en la esfera de la circulación ni de la distribución, sino en la manera de organizar la producción: asalariada en el capitalismo, participativa-cooperativa en el socialismo y recordar que las características generales de la sociedad le vienen dadas por las relaciones de producción predominantes. Así, las peculiaridades antidemocráticas, autoritarias, individualistas, explotadoras, corruptas, mercantilistas, consumistas y el desprecio por los demás seres humanos y la naturaleza inherentes a la concentración de la propiedad, la gestión y la distribución propias de las relaciones de producción asalariadas del capitalismo -clásico y estatal- se trasladan a las instituciones políticas, sociales, jurídicas e ideológicas de su superestructura. Lo mismo ocurrirá con los caracteres colectivistas, democráticos, inclusivos, solidarios y libertarios que respectivamente portan las formas colectivas de propiedad, gestión y distribución inherentes a las relaciones de producción cooperativas-autogestionarias, genéricas del socialismo, las cuales se proyectarían en todas las instituciones de la superestructura y la ideología de la nueva sociedad.
Comienza a dar señales la impaciencia popular, a la espera de medidas concretas, además del transporte habanero, que aflojen las actuales tensiones económicas y sociales que viven las mayorías. Aparecen las conjeturas. La confianza acopiada por las últimas intervenciones del Presidente, pudiera empezar a debilitarse si pronto no se toman otras acciones específicas, basadas en claros programas escalonados, con impactos palpables en la población y especialmente en los sectores populares más afectados. El pueblo debe ser informado, o las especulaciones pueden ganar en credibilidad. No faltan quienes dicen que la política ahora es hacer primero e informar después, ¿y mientras? ¿Que cada uno se haga la idea que le parezca? ¿Seguimos con decisiones desde las alturas sin tener en cuenta lo que piensan los de abajo? ¿La participación se quedó sólo en las opiniones y no se extiende a lo más importante: las decisiones? ¿Y la Asamblea Nacional qué pinta en todo esto? ¿Secretismo en la política pública? El apoyo del pueblo demanda más claridad en lo que se propone hacer el gobierno.
El imperialismo se ha venido preparando para iniciar un proceso de desbloqueo, que pondría a la Revolución en una posición difícil, si ésta no ha logrado avanzar en las relaciones socialistas de producción que garanticen el control, el comprometimiento y la responsabilidad de los trabajadores con el proceso, en forma capaz de evitar lo ocurrido en la URSS, cuando el pueblo no se opuso a la restauración capitalista, o lo que en China, donde el propio sistema estatal asalariado se encargó de facilitarla. (*)
También la actual amenaza de severa crisis económica en el imperio, podría afectarnos seriamente, pues allá compramos el mayor % de los productos de la actual canasta familiar y por vías de las remesas y viajes de la Comunidad, nuestro país recibe importantes aportaciones de divisa. Por otro lado el imperialismo arrecia su ofensiva contrarrevolucionaria contra Venezuela y los demás gobiernos progresistas de la región que ponen en peligro la estrategia de trocar servicios por energía. Esta y todas las estrategias del “socialismo de estado” para intentar una sociedad de bienestar racional a partir de intercambios externos estarán condenadas al fracaso mientras no se basen en nuevas relaciones de producción a lo interno del país y en el avance de un polo socialista internacional integrado.
Existe comprensión sobre la necesidad de acelerar las medidas que conduzcan a una reducción de esa dependencia alimentaria y fortalezcan nuestras capacidades auto-sustentables en todo sentido para atenuar el impacto de estos fenómenos, pero no se acaba de asimilar y peor, se trata de ignorar que sólo el cooperativismo como método organizativo de la producción, liberado de sus actuales trabas, “fomentado con medios nacionales”, y extendido al funcionamiento de las instituciones sociales, cambiaría todo el entorno social cubano, lograría producciones masivas de alimentos frescos, preparados y en conserva a bajos costos en el corto y mediano plazo, así como de otros artículos, medios de vida y servicios de calidad estable y excitaría el sentido colectivista y unitario que precisa la sociedad cubana para contrarrestar el espíritu individualista y frívolo que se ha venido apoderando de una buena parte de nuestros jóvenes y menos jóvenes.
Pueden no agradar las siguientes consideraciones; pero, a falta de información, precisiones y avances, estas son algunas de las que circulan, no precisamente en la prensa de Miami, sino en el seno del pueblo y que deben conocerse para dar soluciones y respuestas adecuadas a las inquietudes populares:
Unos aducen que la falta de definiciones y decisiones es resultado de “desacuerdos arriba” sobre el curso a seguir, a pesar de la imagen de unidad que se proyecta. Otra explicación sería que todavía, no se ha terminado de procesar y asimilar lo planteado por el pueblo.
Otros sugieren que “la dirección” no aprueba avanzar hacia el socialismo participativo y democrático, lo cual nunca se ha afirmado; antes al contrario, según se desprende de los últimos discursos de Raúl. Además supondría que la misma esté desconociendo las teorías del marxismo revolucionario, las causas endógenas de la restauración capitalista en el socialismo intentado en Europa y Asia, olvide el sentido de las opiniones que dieron los trabajadores y que reniegue de sus discursos y de la propia práctica participativa y cooperativista impulsada desde el Moncada (**).Pero tampoco sería ahora aceptable estimar que era más importante lo que se calló que lo que se dijo. La revolución no es un torneo deportivo de duración indefinida, tiene leyes y tempos y es el pueblo el que cuenta.
También, se sugiere que algunos gobernantes consideran imposible avanzar hacia el cooperativismo y la autogestión generalizados mientras tengamos al Imperialismo asechando; pero de acuerdo con este criterio nunca se emprendería el socialismo en Cuba, pues no debe haber dudas de que todo intento socialista aquí, será siempre a contrapelo del imperio.
Hay –se dice- quienes consideran que primero debería levantarse el bloqueo y que la falta de claras definiciones puede ser una “táctica” a la espera de los resultados electorales norteamericanos, pues “cambios bruscos ahora, antes de claras señales hacia el desbloqueo, podrían sugerir a EE.UU. que su política hostil y de bloqueo ha sido efectiva y porque sería mejor llegar a los 50 años de revolución sin hacer cambios sustanciales”.
Sin embargo, deberá haber otras explicaciones, pues ésta implicaría subordinar nuestra política interna a los acontecimientos en el país vecino, retardaría nuevamente -como en 1991- la aplicación de medidas hacia más socialismo, asumiría erróneamente que los cambios demandados por los trabajadores y el pueblo están en la dirección democrático-burguesa de la “transición bushniana” y no encaminados al fortalecimiento del socialismo en sus mecanismos democráticos y participativos y, finalmente, olvidaría que la Revolución deberá traspasar el medio siglo y proyectarse a la profundidad del nuevo milenio. El criminal bloqueo norteamericano contra nuestro país debe ser eliminado incondicionalmente, pero mal favor harían al socialismo los que plattistamente confíen a tal levantamiento sus posibilidades de avance o la solución a nuestros problemas económicos y se crean que el imperio hará algo por “ayudar” al socialismo en Cuba, cuyo progreso está sujeto –hoy- única y exclusivamente a nuestra disposición. Ya el Comandante en Jefe reflexionó: “Nadie se haga la menor ilusión de que el imperio (…) negociará con Cuba”, entonces ¿a qué esperar? Sea cual fuere, el resultado de las elecciones en EE.UU., lo que Cuba no puede olvidar jamás es que “en el imperialismo no se puede confiar ni tantico así, nada”.
Un lenguaje de cambios, sin cambios reales de fondo no garantizará la continuidad de la Revolución. Se necesitan definiciones y acciones a corto, mediano y largo plazo que tengan el conocimiento y el respaldo del pueblo; y ya sea para enfrentar el levantamiento paulatino del bloqueo o su incremento, el tiempo que nos quede antes de asumir un nuevo gobierno en Washington, que siempre pretenderá asimilarnos, debe ser aprovechado al máximo para emprender los cambios imprescindibles que propicien un mejor ambiente en el país, abran un nuevo horizonte a la sociedad cubana y garanticen el mayoritario comprometimiento de los trabajadores y el pueblo con el socialismo bajo cualquier nueva circunstancia.
Si eventuales claras mejoras en nuestra economía y nuestras vidas, tuviéramos que asociarlas únicamente al desbloqueo y no a nuestros avances socialistas, entonces el futuro de la Revolución quedaría atrapado en las manos de nuestro enemigo histórico.
Socialismo por la vida.
La Habana, 26 de marzo de 2008 perucho1949@yahoo.es
(*) Alerta Cuba, EE.UU. puede cambiar su táctica política, no sus fines estratégicos.http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=40293 (**)Tomado de la Historia me absolverá: “La tercera ley revolucionaria otorgaría a los obreros y empleados el derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros. Se exceptuaban las empresas meramente agrícolas en consideración a otras leyes de orden agrario que debían implantarse.”(…)“Un gobierno revolucionario, después de asentar sobre sus parcelas con carácter de dueños a los cien mil agricultores pequeños que hoy pagan rentas, procedería a concluir definitivamente el problema de la tierra, primero: estableciendo como ordena la Constitución un máximo de extensión para cada tipo de empresa agrícola y adquiriendo el exceso por vía de expropiación…; segundo: repartiendo el resto disponible entre familias campesinas con preferencia a las más numerosas, fomentando cooperativas de agricultores para la utilización común de equipos de mucho costo, frigoríficos y una misma dirección profesional técnica en el cultivo y la crianza y facilitando, por último, recursos, equipos, protección y conocimientos útiles al campesinado.”
Ver otros artículos relacionados en las páginashttp:/www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml http://es.geocities.com/amigos_pedroc/index.html,

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