ENVIADO POR:RICARDO MELLA
DIASPORA CHILENA
PUBLICADO POR: Frank Díaz Rey
ser comprendida mirando
www.BBCmundo.com / 16/04/2009, 10:38 AM
La palanca ya no mueve al mundo
Fernando Ravsberg
Escribo estas líneas un día antes de que el presidente Barack Obama enfrente por primera vez a la comunidad latinoamericana. Debe de estar preparado, sabe de sobra que sus vecinos del sur tienen dos temas en la agenda: la crisis y Cuba.
Será difícil que el nuevo mandatario norteamericano pueda ofrecer soluciones mágicas para relanzar la economía mundial pero si podía dar pasos hacia la normalización de sus controversiales relaciones con La Habana.
Así es que llega a la Cumbre después de anunciar que los cubanoamericanos podrán viajar a Cuba cada vez que les apetezca y enviar a sus familiares todo el dinero que estimen conveniente, algo que prometió a los electores de La Florida siendo aun candidato.
Sin embargo, no quiere que se hable del bloqueo. Jeffrey Davidow, asesor de la Casa Blanca para la Cumbre, dijo que "sería lamentable que el hemisferio desaproveche esta oportunidad (...) distrayéndose con el tema cubano".
Es muy significativo que Washington se esfuerce por eliminar el tema de la agenda, cuando sería una excelente oportunidad para defender la validez del embargo, tal como lo hizo el propio presidente estadounidense durante su campaña electoral.
Posiblemente sospechen que no encontrarán gran apoyo en el continente. EE.UU. es el único gobierno de las Américas que se niega a mantener vínculos normales con La Habana e insiste en aplicar una política de bloqueo económico.
Leía hace poco un artículo de la prensa de Miami en el que se decía que Cuba rompía finalmente el aislamiento continental porque Costa Rica y El Salvador reanudaban su relaciones diplomáticas con la isla.
Me resultó gracioso el enfoque porque ya Cuba tenía relaciones normales e incluso cordiales con 31 de los 34 países de América. En realidad es la política norteamericana hacia la isla la que está aislada en el continente desde hace años.
La necesidad de terminar con el embargo económico es criterio prácticamente unánime entre los presidentes que asisten a la Cumbre. En Washington lo saben pero no quieren o no pueden dar aun una respuesta a esa demanda.
Barack Obama era apenas un niño cuando se decidió cercar económicamente a Cuba, sin embargo en los archivos oficiales puede encontrar documentos como éste, donde se explica al detalle la estrategia norteamericana:
"Hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba... una línea de acción que, aún siendo lo más mañosa y discreta posible, logre los mayores avances en privar a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar el hambre, la desesperación y el derrocamiento del Gobierno" [1] .
No resulta raro que tal política esté aislada, la Asamblea General de la ONU la condena, la critica la Unión Europea, los presidentes latinoamericanos expresan público rechazo y en el Congreso de EE.UU. cada vez son más los que exigen un cambio.
Obama es uno de los pocos que aún defiende el cerco económico, paradójicamente se une así a los grupos más radicales del exilio de Miami, que creen que EEUU tiene el deber y el derecho de intervenir para solucionar "el problema cubano".
En su campaña electoral afirmaba que el embargo "nos proporciona una palanca para poner al régimen ante una opción clara: si dais pasos importantes hacia la democracia, empezando por liberar a todos los presos políticos, nosotros daremos pasos para empezar a normalizar las relaciones".
Es la misma receta aplicada por los 10 presidentes que lo precedieron, incluso los mismos argumentos utilizados por George W. Bush en el 2007, cuando aseguraba que "EE.UU. mantendrá el embargo hasta que llegue la democracia" a la isla.
Pero son otros tiempos y a Barack Obama le será muy difícil defender en la Cumbre de Las Américas un proyecto que pretende conseguir cambios políticos en un país de la región bajo la amenaza de castigarlo con un cerco económico.
Es que a muy poca gente en el mundo podría convencérsela hoy de que es ético promover la democracia y los Derechos Humanos a través de una estrategia, confesamente diseñada, para dañar la vida de la población civil.
[1] Foreign Relations of the United Status, 1958 - 1960, Volume VI, Cuba, United States Government Printing Office, Washington 1991, p. 885
domingo, abril 19, 2009
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