martes, julio 03, 2007

PARA VANESSA, UNA FLOR

PARA VANESSA, UNA FLOR

Eligio Damas
Advertencia: Artículo en reconocimiento a la periodista venezolana Vanesa Davies.
En verdad, Vanessa Davies, no necesita le defiendan por su hacer periodístico, conducta ciudadana y solidaridad con el proceso revolucionario
Su trabajo, por el cual alguna gente ha opinado injustamente, es tan público como obvia su buena actuación. Por lo demás, su conducta ante el caso del paniaguado cuyo nombre no he querido mencionar, porque la pena no vale, quien rechazó el premio Aníbal Nazoa, uno de los periodistas más honestos y cultos que ha tenido Venezuela, no justifican reacciones rabiosas contra ella.
El domingo, en el programa de Eleazar Díaz Rangel, quien también ha recibido lo suyo, por esa forma de hacer periodismo, presenciamos una clase sobre cuál debe ser el rol verdadero de un profesional de su rama. Habrá quienes opinen mal del director de Últimas Noticias, por la actitud respetuosa, abierta e imparcial que asumió ante las opiniones de sus entrevistados. Pero quienes así piensen, lo hacen por desconocer el trabajo que le corresponde a un profesional que trabaja con la información por disposición de la Ley, el Código de Ética respectivo y algo más importante, la moral.
Un periodista tiene la obligación de informar la verdad y presentar los hechos con oportunidad. Cuando entrevista, debe procurar que el entrevistado exponga sus opiniones y hasta inducirle a decir lo que el público debe conocer para saber a que atenerse. Porque de eso se trata, para eso se le invita.
Aquel espectáculo de mal gusto que en RCTV ofrecía el señor Miguel Ángel Rodríguez, es un modelo chabacano de lo que nunca debe hacer un periodista. Este señor hacia precisamente lo contrario de lo que hacen Vanesa, José Vicente Rangel, Eleazar Díaz Rangel y Ernesto Villegas, por sólo mencionar algunos. El entrevistador no está para hablar por el entrevistado, servirle de apuntador o ayudarle a defender su posición, tampoco para discutir con él y menos ofenderle o apabullarle. No, su obligación es hacer que el entrevistado hable y diga hasta lo que no le gustaría decir. Es como aquello de la fiesta brava, el torero averigua los derrotes del toro, sus debilidades y secretos; el periodista debe procurar que el público se entere de lo que el entrevistado dice y lo que quiere ocultar o disimular. Por supuesto, como tampoco el periodista está al margen de lo que pasa, debe buscar la forma de defender sus posiciones pero con discreción, mucha inteligencia y con el mayor respeto por la persona que entrevista. Y hay que ver, que bien hace Vanesa eso. No le pidan ni esperen que sea una patán como esos periodistas tarifados y carcomidos por el odio.
Lo que pasa es que los medios, vueltos gestores políticos opositores, crearon un modelo de periodismo contrario a la ética y al respeto que la gente se merece. Un entrevistador con dos entrevistados, se ponía y se pone abiertamente a favor de uno de ellos, en lugar de estimular el debate entre quienes estaban y están allí para darlo. Posiblemente, a alguna gente que vio Eleazar Díaz Rangel el domingo, le hubiese gustado que éste se parcializase y ayudara a uno de los entrevistados a aplastar al otro o la otra. No, esa no es la labor del periodista en esos casos y eso bien lo sabe Vanessa. Justamente por saberlo hace su papel como muy pocos en su profesión.
Es malo copiar lo feo, deshonesto, descender al nivel de quienes actúan sin ética, con inmoralidad, ventajismo y sin respeto por las personas.
En cuanto a la actuación de Vanessa, en la entrega del premio Aníbal Nazoa, de acompañar hasta la salida a quien allí fue a ofrecer un show de mal gusto, merece más bien un aplauso. Fue un gesto de mucha claridad política y gentileza, con otros atributos que no menciono porque son difíciles de explicar. Quizás aquel “periodista”, no merecía ese gesto, pero lo cortés no quita lo valiente. Y no hay que darle argumentos al adversario. Globovisiòn y su empleado, cuyo nombre- insisto- no es digno de mención, desearon que a éste agrediesen para soportar su falso argumento que aquí no hay libertad de expresión y la represión e intimidación son pan de cada día.
Para finalizar, quiero dejar constancia que a la inteligente periodista no conozco personalmente y no hay nada, salvo la solidaridad con el proceso que impulsa el presidente Chávez, que me vincule a ella.
Por todo esto, en lugar de mal pensar y hablar, a Vanessa le ofrezco una flor.

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