miércoles, julio 11, 2007

TOROS EN GUAYABERA

ENVIA DIEGO DE VILLAROEL
DIASPORA CHILENA

Toros en Guayabera

La oficina del historiador de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, cuenta en su archivo con un acta capitular del Cabildo, que recoge que la primera corrida de toros celebrada en Cuba ocurrió en 1569. El 4 de marzo de aquel año se lidiaron toros en la entonces Villa de La Habana, con motivo de una celebración religiosa. Reza el acta que fue dispuesto por los ediles que se lidiaran dos toros, en medio de vísperas, misa y procesión. La rivalidad entre La Habana y Santiago de Cuba se extiende incluso a lo taurino, por cuanto una publicación que se conserva en el Museo Municipal de la capital oriental afirma que en Santiago se dio una corrida en 1515. Encerronas. Así, como en Ampuero, llamaban en La Habana hacia 1870 a las corridas de toros. Habitualmente, se celebraban con fines piadosos o festejaban sucesos públicos o familiares.El circo taurino era ocupado en sus palcos principales por encantadoras niñas, y el presidencial y los de preferencia sentaban a las autoridades superiores con sus familias, siempre con señoritas de las más bellas y elegantes de la capital. Rasgo de la plaza de toros habanera como espacio público lo fue la reproducción de las jerarquías sociales. La estructura teatral del coso como construcción garantizaba, a la vez que una buena visibilidad del espectáculo, una estratificación de los sujetos en las gradas, que indicaban su procedencia de clase, al igual que en los teatros. El comienzo del fin de las plazas de toros cubanas sucedió a partir de 1870. Se convirtieron en espacios utilizados para celebrar en ellas actividades que excluían a los autonomistas o independentistas de la época, reproduciendo los fines de las corridas que se celebraban en la península (beneficencia, fondos para el sostenimiento del ejército español, homenaje a personalidades, etc.).Existen aún carteles que recogen leyendas parecidas a la siguiente: «Gran corrida de toros que tendrá efecto el domingo, 7 del corriente, a beneficio de los heridos, viudas y huérfanos de los que están sucumbiendo peleando por la felicidad de la patria. Asistirá el Capitán General con su esposa y las demás señoras de las que componen la comisión de auxilios. Es propósito de la organización que asista lo más escogido y delicado de nuestra sociedad. Se rifará un hermosos broche o alfiler de pecho con setenta y ocho brillantes de gran precio y exquisito gusto, cuya venta de los números a dos reales fuertes se anuncia por separado». Aun cuando las corridas en Cuba inicialmente tuvieron lugar en medio de acontecimientos vinculados a celebraciones patrióticas españolas o festejos de santos patrones, a finales del siglo XIX ya no necesitaban de motivo religioso alguno para celebrarse. El toreo continuaba siendo la actividad protagónica, pero no la única. De esta forma, las plazas de toros se utilizaron para funciones ecuestres, exposiciones de ganado y caballos, circos ambulantes y espectáculos de variedades. Incluso, para que se llevase a cabo la primera ascensión, en La Habana, del Capitán Infante, en su magnífico globo 'Ville de París' (11 de noviembre de 1986) o para beneficio de los fondos de cualquier círculo militar. A pesar de la entrada selectiva de las clases sociales al espacio taurino, ello no afectó la evolución de la lidia de toros en Cuba hacia otras formas en que se manifestaba la participación de mujeres en el difícil arte de torear a las bestias. Lo cierto es que el género femenino tuvo actividad en la arena, lo que le reportó reconocimiento social e incluso décimas como la que sigue:
«Las señoritas torerasque trabajaron en Regla, es aquello que se llamaunas soberanas hembras.Y luego llamarán débil al sexo que las encierra».
La circunstancia de que a partir de la primera guerra de independencia cubana se diesen cada vez más corridas para brindar homenaje a figuras y cuerpos militares del ejército español, fue determinante para que los independentistas cubanos considerasen, en 1898, que los toros eran una imposición de un elemento nacional sobre otro. Así, no pudieron resistir la campaña de prensa surgida a partir de 1898. El comienzo de la ocupación norteamericana en 1899 se inició con un denodado esfuerzo de las autoridades interventoras y buena parte de las élites intelectuales y la sociedad civil cubana por reglamentar y 'limpiar' la sociedad insular. Se abría paso una cultura 'moderna' que identificará lo anterior como una 'barbarie' que debía ser controlada y sujetada por las supremas necesidades de la nación. Así, después de 1898 se identificaron las plazas de toros con una «salvaje tradición española». En el imaginario cubano el toro, el torero y la plaza pasaron a ser símbolos extranjeros. En cambio, la pelea de gallos quedó integrada en las leyendas independentistas por celebrarse lidias galleras en los campamentos de la llamada 'Cuba libre'. Para justificar tal delirio arraigó en la época una creencia, transmitida oralmente, de que el grito de independencia del 24 de febrero de 1895 sucedió en el centro de una valla de gallos. Así, la quimera de una Cuba «independiente, culta y civilizada» impuso a la prensa local la eliminación de las 'lacras' coloniales. Un futuro idealizado y romántico que enturbiaba los análisis de la contemporaneidad y del ser nacional. La entonces gente ilustrada denostó los toros, combatidos por inciviles y bárbaros. Las corridas sufrieron una marginación casi total. No solo fueron prohibidas, sino que desaparecieron de los espacios publicitarios, siendo sustituídas por el béisbol. Cuando la prohibición de las corridas fue firme, alguno de los españoles recalcitrantes que continuaban viviendo en Cuba difundieron esta proclama:
"Os han quitado ya el "in"para que seáis dependientes. Y el "de" para que pendientesdel amo quedéis al fin. Víctimas de usura ruinni "dientes" os dejarán,porque hasta el "di" os quitarán.Y ya norteamericanos,de independientes cubanosen "entes" os dejarán.

Los versos tienen más de cien años. Ciertos fueron. Cosas veredes. La quimera de una Cuba «independiente, culta y civilizada» impuso a la prensa local la eliminación de las 'lacras' coloniales y las corridas de toros fueron prohibidas y perseguidas.

Calixto Alonso del Pozo

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