miércoles, febrero 13, 2008

EL DISCURSO Y LA AGENDA PARA EL CAMBIO EN CUBA

Publicado en la República Digital. España martes 12 de febrero 2008http://www.larepublica.es/spip.php?article9490
EL DISCURSO Y LA AGENDA PARA EL CAMBIO EN CUBA (IV). LA PROPUESTA DE RAÚL: ENCARAR Y ASUMIR NUESTRA VERDAD SOCIAL

Por Félix Sautié Mederos. E-Mail: fsautie@yahoo.com
Carta de Claudio Altamirano a Félix Sautié Mederos

Nuevamente, en continuación a la serie de artículos que han estado apareciendo en La República con el título genérico EL DISCURSO Y LA AGENDA PARA EL CAMBIO EN CUBA, publico hoy la cuarta y última entrega configurada por dos textos: una nueva carta de mi colega Claudio Altamirano (Theo) y mis observaciones y criterios sobre esta. De tal manera damos también continuidad a la práctica del diálogo que estamos sosteniendo gracias al espacio que nos brinda La República. El tema es de una actualidad de primer orden "La propuesta de Raúl: encarar y asumir nuestra verdad social. " Estoy convencido que ambos materiales serán de interés para los lectores.

Estimado colega Sautié: se han tornado un lugar común entre nosotros las especulaciones a propósito de las decisiones que deberán adoptarse en la primera sesión de la Asamblea Nacional elegida en los comicios del pasado 20 de enero. Pródiga en significado patriótico y revolucionario es la fecha escogida: el 24 de febrero, inicio de la "guerra necesaria" por la "independencia absoluta" convocada y organizada por José Martí en 1892-1895 cuyo desenlace se correspondió con el mayor de los peligros avizorados por nuestro Apóstol: el desplazamiento en América y en Asia del ya precario, decadente y exhausto imperio colonial español y su reemplazo por el pujante imperialismo moderno. Pese a ello, gracias a la solidez del sentimiento independentista, Estados Unidos no pudo, ni con el país ocupado por su cuerpo expedicionario y regido por un gobernador militar, imponer la anexión de Cuba. En su lugar la élite del poder, compulsada por la lógica del sistema a la búsqueda de espacio no sólo para sus productos y la adquisición de materia prima barata sino también para la expansión del capital financiero, inauguró en nuestro país la fórmula de dominación neocolonial. A casi seis décadas de ese sometimiento puso fin la Revolución Cubana a partir de 1959 con la victoria del Ejército Rebelde, comandado por Fidel Castro, por primera y hasta ahora única vez en la historia republicana de este continente, sobre las fuerzas armadas sostenedoras del poder de la oligarquía, no muy bien asesoradas, al menos en el caso cubano, por una misión militar norteamericana.
Cuando digo "nosotros", y lo subrayo, Sautié, porque estamos en una hora de definiciones, aludo directamente a los que en Cuba comprendimos entonces que la liberación nacional, vale decir, el rescate de las riquezas nacionales en manos extranjeras y la emancipación de la clase trabajadora de la explotación del capital integraban un proceso único, necesariamente antiimperialista dada nuestra condición neocolonial. Deslindar ambos objetivos, deteniéndonos temporalmente en la nacionalización de las empresas e industrias foráneas, hubiera requerido inventar una burguesía nacionalista que no existía, experimento al cual los primeros en oponerse hubieran sido los monopolios y compañías norteamericanas. Desde diversos orígenes ideológicos y creencias asumimos esta verdad social que, como afirmara el Che Guevara, está por encima de cualquier enunciado. En aquella coyuntura, dada por un liderazgo revolucionario consecuente, nutrido de la tradición de lucha del pueblo cubano, y por una correlación de fuerzas a escala mundial determinada por la existencia de una comunidad de países, ante todo la Unión Soviética, que configuraban un sistema mundial opuesto al imperialismo, teníamos ante nosotros la afortunada convergencia de dos factores estratégicos: la necesidad histórica de trascender no ya el estatus neocolonial sino al capitalismo como sistema para alcanzar la auténtica independencia nacional, y la posibilidad real de producir esa radical transformación de la sociedad cubana. Es ya historia ―en el sentido de experiencia vital, no de leyenda― la dialéctica de aquellas semanas y meses cruciales cuando se replicaba cada intento por asfixiar en la cuna a la Revolución con medidas radicales que hacían avanzar y profundizar el proceso a cuyo encuentro venía el apoyo material oportuno y eficaz, sobre todo de los dirigentes de la antigua URSS. El socialismo, como alternativa de auténtica liberación y emancipación devino así necesidad y posibilidad.
No es ocioso evocarlo, Sautié: crecimos, nos hicimos políticamente adultos y combatientes en edades sumamente precoces y junto a las sucesivas generaciones que han ido asumiendo su papel en la continuidad del proceso revolucionario, formamos filas hoy en la creciente agrupación de sexagenerarios, junto a centenares de miles, millones, que en Cuba de un modo u otro hemos participado o contribuido, a la materialización de esa alternativa incluso cuando, al cabo de algo más de treinta años, la correlación mundial de fuerzas en la que halló cimientos el modelo socialista cubano se vino abajo y de los escombros del sistema socialista eurosoviético emergió la hegemonía planetaria del imperialismo norteamericano. Todo un complejo de relaciones económicas y comerciales, construido durante decenios, del que formaban parte modalidades equitativas de intercambio, convenios financieros y de precios, asistencia técnica, complementación de producciones y mercados que constituían un valladar a la guerra económica desatada por Estados Unidos, desapareció virtualmente de la noche a la mañana.
A no pocos en el mundo el desafío les pareció mortal. Se multiplican desde entonces pronósticos catastróficos, juicios lapidarios, cuestionamientos implacables, epitafios. En cualquier recuento se menosprecia cuando no se ignora por completo la obra revolucionaria y haciendo con frecuencia abstracción de la hostilidad y de las agresiones por parte de Estados Unidos, se magnifican idealismos, determinaciones voluntaristas y triunfalismos. En el otro extremo, con las excepciones tan honrosas como escasas de algunas publicaciones especializadas, de reducida circulación, y en los últimos meses ciertos atisbos de crítica en nuestra prensa, toda la situación cubana se resume en las consecuencias del acoso y la agresividad imperialista y el desplome del socialismo real.
Con la experiencia de múltiples tareas y una militancia anticapitalista nunca desmentida vivimos y trabajamos en Cuba y aquí hemos compartido las circunstancias, rigores, pruebas, penurias, marchas y contra marchas de este período al que se ha dado en llamar "Especial" y se extiende ya por espacio de casi veinte años. Para nosotros, como en aquella encrucijada cuando de modo esclarecido, soberano y temerario optamos con Fidel por el socialismo ―desoyendo a conservadores, reformistas e incautos de buena fe que creían en un capitalismo que hoy llamaríamos "light"― la verdad social cubana en el 2008 está contenida en el discurso del Primer Vicepresidente Raúl Castro Ruz el pasado 26 de julio 2007, cuya argumentación y ejemplos puntuales reiteran el rechazo categórico al tremendismo reaccionario que con el eufemismo de una "transición" nos profetiza una restauración del capitalismo, solo imaginable tras la ocupación del país por una ejercito varias veces superior al que hoy parece acosado en Irak, Al propio tiempo, la apreciaciones de Raúl guardan una distancia no menos inequívoca con el fundamentalismo inmovilista que supone "lo más perfecto posible" a nuestro modelo socialista. Así estamos, entre los señores de la guerra que desde Washington le hacen guiños al reducto anexionista de Miami y nuestros talibanes parapetados en el entramado burocrático fiándolo todo a sus métodos de ordeno y mando, a la retórica y a la flamante innovación de cruzados para controlar a los controladores. Si de algo estoy convencido, Sautié, es de que un esfuerzo de renovación y perfeccionamiento a fondo, tal y como lo demanda el modelo vigente, tendrá que combatir en dos frentes simultáneos.
En el centro de ese discurso estaba la convocatoria a un proceso de análisis de la realidad nacional ―una virtual inflexión en el contexto de las esencias del socialismo y de la experiencia cubana― que algunos erróneamente interpretaron como la búsqueda de un inventario de calamidades, desatinos, y anquilosamientos por demás bien conocidos, cuando se trataba de una apelación a la inteligencia y a la conciencia colectivas para el diseño de una plataforma de alternativas y soluciones ―de lo "viable inédito", como te gusta decir, Sautié― para lo cual resulta imprescindible encarar y asumir nuestra verdad social, insertada, desde luego, en las realidades regionales y en la situación mundial de las que no es posible sustraerse.
El propio Raúl ha cerrado el ciclo de ese llamamiento con su intervención ante la última sesión de la Asamblea Nacional cuyo mandato cesaba el pasado diciembre. Por él conocimos los datos concluyentes de ese otro parlamento popular que efectuó 215 mil 687 reuniones entre septiembre y octubre, en las cuales se formularon 1 millón 300 mil planteamientos contenidos en las 3 millones 255 mil 334 intervenciones, dirigidas, como se ha subrayado, "a perfeccionar nuestro socialismo" , testimonio, tanto de la madurez y de la cultura política del pueblo cubano, como de la conciencia de que la Revolución, tal y como ha enfatizado Raúl "nos pertenece a todos, pues nació y ha crecido gracias al esfuerzo y el sacrificio de muchas generaciones de patriotas". De ahí que de todos nosotros, "…los cubanos de hoy y de mañana, depende hacerla cada día más fuerte hasta que se invulnerable en todos los terrenos."
Como es habitual en su estilo, el Primer Vicepresidente cubano fue explícito al señalar que "no todas las propuestas y sugerencias podrán aplicarse íntegramente", máxime cuando, como él apunta, "en no pocos casos se contraponen y algunas opiniones reflejan falta de información, muy especialmente en la esfera económica". Respeto, Sautié, a los que en este interregno han adelantado detalladas proposiciones. Están en su derecho. No obstante, a mi juicio adolecen de ese desconocimiento de las realidades e imperativos económicos. Tal vez lo adecuado en esta coyuntura sea, precisamente, sugerir variantes de espacios y vías para disponer de informaciones y datos que ilustren, documenten, iluminen, la situación para aportarle ese rigor a las fundamentación de las propuestas Raúl ha planteado la necesidad de concebir "lo más racional y conveniente" y, en este sentido, la coherencia de esa última intervención con el discurso del 26 julio radica en la afirmación "Habrá que forjar el consenso…". Creo, Sautié, que en esta sencilla frase se sintetiza acaso el primer peldaño en el ascenso a los cambios que nuestra sociedad demanda: hacer que prevalezca la sabiduría de un estilo en el cual la consulta democrática sea el punto de partida del proceso de adoptar lo que el propio Raúl ha definido más recientemente como "grandes decisiones" y el punto de llegada en lo que debiera y pudiera llegar a ser una fluida retroalimentación. Es difícil representarse el análisis integral de los problemas, la conciliación de las decisiones y un comportamiento regido por la racionalidad si foros como la propia Asamblea Nacional sesionan apenas dos veces al año y sólo excepcionalmente conocen por anticipado proyectos sobre los cuales, ya en ejecución o con fuerza de Ley, se cumple el trámite de aprobarlos.
Entre las consideraciones expuestas por Raúl en diciembre, resultan particularmente alentadoras las que abordan "…el exceso de prohibiciones y medidas legales, que hacen mas daño que beneficio" y que aún en el caso de haber sido justas ―en mi opinión no pocas siempre fueron arbitrarias, cuando no francamente irracionales― "han sido superadas por la vida" y hace ya un buen tiempo que fomentan violaciones e ilegalidades.
Lo decisivo, Sautié, es la voluntad política que se evidencia en la determinación de que "…la tierra y los recursos estén en manos de quienes sean capaces de producir con eficiencia, se sientan apoyados, reconocidos socialmente y reciban la retribución material que merecen" .
Esta lúcida comprensión y sus obvias implicaciones renovadoras, que concierne a la prioridad actual de reducir en todo lo posible la adquisición en el exterior de rubros alimentarios para la población, cada vez más costosos, así como de productos para abastecer la red hotelera del turismo internacional que pudieran cosecharse en nuestro país, es de esperar que alcance progresivamente a toda la gestión económica del país y aborde con la lucidez y la valentía que constituyen atributos innegables del liderazgo histórico de la Revolución la necesidad de avanzar hacia un protagonismo real y sistemático de los colectivos de trabajadores, en particular en aquellas esferas de la producción y los servicios donde también son factibles variantes de estructura y remuneración dirigidas a "poner los recursos en manos de los que sean capaces de producir con eficiencia" dejando atrás el esquema de la centralización burocrática y socializando la propiedad estatal allí donde su incompetencia se ha solapado con el bloqueo y la crisis del socialismo euroasiático.
Me asiste la más firme convicción, Sautié, de que se abre para nuestro pueblo una etapa histórica de duro trabajo, justa y racionalmente compensado. Tareas estratégicas como la reducción de importaciones y el incremento de los rubros exportables; la eficacia del proceso inversionista; organizar mejor la mano de obra y los recursos, introducir nuevas tecnologías y, en suma, elevar la productividad y alcanzar una acumulación que posibilite trascender la fórmula del salario como única vía de remuneración y resolver paulatinamente la ecuación nivel de vida-precios-doble moneda sin desmayar en el esfuerzo por darle solución a los diversos problemas que se confrontan en la educación, la salud, el transporte, la vivienda y la recreación, pasan, necesariamente, por una nueva dimensión del papel del factor humano, de las clases trabajadoras. Con Raúl creemos que "…solo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las conquistas de casi medio siglo de Revolución" Nada es tan incompatible con el socialismo científicamente concebido como la sacralización de estructuras, esquemas, métodos y enfoques. Más ajeno aún es pretender actuar como aquellos frailes de los que según José Martí está repleto el mundo y que "le niegan a Colón la posibilidad de descubrir el paso nuevo". Lo marxista y lo martiano es "…no sentarse con los frailes, sino embarcarse en las carabelas de Colón". No puedo sustraerme, Sautié, a la tentación de concluir con lo que en ese mismo texto del 17 de abril de 1894, en "Patria", Martí añade:"Y ya se sabe del que salió con la banderuca a avisar que tuviesen miedo a la locomotora, ―que la locomotora llegó y el de la banderuca se quedó resoplando por el camino: o hecho pulpa si se le puso al frente. Hay que prever y marchar con el mundo. La gloria no es de lo que van para atrás, sino para adelante".
Estimado Theo: concuerdo en lo fundamental con tus planteamientos, pero no obstante quiero expresar 3 observaciones:
1.- Estoy plenamente de acuerdo en que el discurso de Raúl el 26 de julio del 2007, representa un hito importante que me atrevería a denominarlo puntal básico del viraje dirigido a revertir el acelerado proceso de autodestrucción que en mi criterio se ha estado manifestando en los últimos años. Theo, yo tengo expuesta de forma clara y directa la identificación de este proceso de autodestrucción (valga lo reiterado del término) en mi libro "SOCIALISMO Y RECONCILIACIÓN EN CUBA. UNA MIRADA DESDE ADENTRO", publicado por la Editorial Los Libros de la Catarata en España recientemente. Para mi es muy triste que viviendo dentro de Cuba y manteniendo una inclaudicable militancia revolucionaria de 50 años, tenga que publicar este libro en el exterior. Hace mucho tiempo que no tengo acceso a los medios masivos de mi país para expresar libremente mis criterios y planteamientos sobre la situación que atravesamos, así como mis consideraciones a favor de un socialismo verdaderamente participativo y democrático, a salvo de la centralización burocrática.

2.- Yo pienso que en la etapa que se abre en adelante la principal tarea debería estar dirigida a derrotar al burocratismo y al inmovilismo dogmático. Sobre este asunto concuerdo con el compañero Pedro Campos, quien recientemente acaba de publicar un artículo al respecto con el título "EL INMOVILISMO SUS PALANCAS Y SU NECESARIA DERROTA". Es en extremo doloroso presenciar cómo se divulgan en medios alternativos foráneos hechos ocurridos en nuestro país que la prensa nacional silencia. Tal es el caso del rechazo de los trabajadores de la entidad conocida como ACOREC, cuyos directivos intentaron persuadirlos para la implantación de un impuesto sobre las regalías que reciben de forma ilegal los 6 mil trabajadores que prestan servicios en las empresas así como entidades mixtas y extranjeras que están asentadas en Cuba. Sobre este problema se presenta una situación muy complicada, que en La Habana es debatida de boca en boca después de haberse celebrado una asamblea entre la administración y los trabajadores en la que no hubo acuerdo y quedaron planteadas las discrepancias. En mi opinión, esta ha sido una acción burocrática ---no es la primera, pero, lo que es peor, nadie puede asegurar sea la última--- que en vez de apoyar los necesarios cambios y rectificaciones que necesita el proceso social cubano, se propugne un empeoramiento de la situación existente en un determinado sector de trabajadores cubanos.

3.- En el caso de la Agricultura, creo que es esencial pasar por encima de todos los fatalismos y ratios que se corresponden con un sistema de explotación centralizado, propio de la agricultura de plantaciones y de la centralización estatista, para dar paso al usufructúo de la propiedad por quien trabaja directamente la tierra, priorizando el cooperativismo. La agricultura debe asegurar la producción de alimentos para la población y más que un problema económico, es en realidad un problema de seguridad nacional dirigido a lograr la necesaria invulnerabilidad de nuestra independencia económica.

Saludos Theo, debemos continuar dialogando.

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