miércoles, junio 17, 2009

EL ESPIRITISMO DE CORDON EN BAYMO

From: enrique lopez oliva
Subject: Fw: Sobre espiritismo en Cuba
Date: Wed, Jun 17, 2009 3:49 am


Boletín Mensual: Mayo del 2009. Año I. No. 4
BOLETIN DE BAYAMO
LA CASA DE LA NACIONALIDAD CUBANA



Enfoques



El espiritismo de cordón en Bayamo, por Wilberto Jova Fría .
Bayamo, otra vez, por Ms.C. Ludín B. Fonseca García .
Tradiciones bayamesas, por Alexander Ruiz Beltrán.
Ofensiva contra el analfabetismo en la ciudad de Bayamo, por Damiana Pérez Figueredo.



El espiritismo de cordon en Bayamo


Wilberto Jova Fría.
Para comprender las características del espiritismo de cordón en las sociedades y centros espiritistas de la ciudad de Bayamo hay que partir de una premisa insoslayable: la vinculación que siempre ha mantenido con el llamado espiritismo científico. Andrés Bermúdez plantea que fue Agustín Sánchez (1885-1950) quien trajo el espiritismo de cordón a este territorio en 1910. En entrevistas y trabajos de campo realizados hemos constatado que este “mediumnidad” al que se le atribuían poderosas facultades curativas, erigió su casa templo espiritual en el barrio de Manopla, entonces en proceso de poblamiento y conformación, al norte de la ciudad, por inmigrantes de zonas rurales. Era este un entorno periférico y marginal, donde la violencia y los disturbios sociales constituían acontecimientos cotidianos. Se dice que Agustín con su “labor espiritual” contribuyó a aliviar las penas y desosiegos de los pobladores de este territorio.
Es curioso que en la memoria colectiva de los más veteranos creyentes bayameses a penas se recuerde aquel centro primigenio, ya desaparecido, y muy poco se sepa acerca de la forma como “laboraba” su fundador. Algunos señalan que terminó realizando “un espiritismo cruzado y de atraso”, y otros como su nieta Irene Eliodor, de 71 años, que “su obra siempre fue limpia. En su centro solo había una cruz e imágenes de la virgen de la Caridad y San Rafael, Médico Divino”. Otra figura de existencia más efímera es, sin embargo, mejor recordada: la señora Caridad Rodríguez Villalón (1886-1919).
En un memorando escrito por sus parientes y allegados de la obra espiritual, se narra que la familia de Cachita, como cariñosamente le decían, se mudó para Bayamo en 1910 -el mismo año de la llegada Agustín-, procedente de la Finca de los Maceos en Majaguabo, Santiago de Cuba. Ella traía una “misión” que le había sido revelada por una niña de diez años, quien después de un sueño profético “le dio una caridad para sus males de los que mejoró grandemente y le advirtió que debía hacer unas curaciones con agua santiguada (magnetizada) por ella”. La pequeña también le predijo: “usted tiene unos libros guardados en un baúl, cuando termine la guerra debe trasladarse a Bayamo, allí encontrará personas que le ayudarán”. Aquellos textos eran las siete obras de Allan Kardec que, según el escrito, se las había regalado Eduardo Quiroga, un amigo de la familia, con la recomendación de que “las lea y estudie, pues en ella puede encontrar alguna explicación a sus males”. Esos volúmenes llegaron a manos del que se convertiría más tarde en esposo de Cachita como un obsequio de su antiguo socio comercial Emilio Bacardí, quien “las había adquirido en un viaje a Francia”.
Esta interesante historia revela la forma como probablemente se introdujo la doctrina kardeciana en Bayamo, relacionándola con un baluarte de la cultura cubana como fue Emilio Bacardí. También cuenta el nacimiento del centro de estudios parapsicológicos “Más Luz”, el 29 de octubre de 1913.
En esta sociedad, aún en funciones en la calle Pío Rosado 373 e/ Figueredo y Lora, se continuó el estudio sistemático y la divulgación de la doctrina espiritista, a través de la práctica del espiritismo científico o de mesa, propugnado por Caridad Villalón. Este es un antecedente indispensable en la historia del espiritismo de cordón en Bayamo. Si Agustín Sánchez con su obra espiritual estimuló la creación de otros centros de esta modalidad, la sociedad “Más luz” se convertiría en la cantera de formación de los futuros instructores provenientes de las sociedades que aparecerían en los años posteriores.
En 1918 se funda la sociedad espiritista “Buscando luz”, en el vecino poblado de Monte Oscuro, cerca de El Horno de Guisa. El centro ya venía funcionando desde 1912 y su líder principal era Salustiano Olivera (1869-1950). Este humilde carretonero que había sido soldado del Ejército Libertador durante la última gesta independentista, llegó a ser alcalde del barrio El Horno en el período de 1915-1929. Según Luis Ángel Fonseca Olivera, actual presidente del templo, su bisabuelo llevaba una vida bohemia, dado a las mujeres, la bebida y los pleitos, hasta que enfermó su hija mayor de un trastorno mental que no parecía tener cura. Nos cuenta que el padre la llevó a una espiritista de Santiago que después fundaría “Más luz” –se trataba nada menos que de Caridad Villalón. “Ella descubrió que Salustiano traía una gran facultad y una misión grande que cumplir. Le abrió los caminos para que fuera moralizándose, hasta que poco a poco logró tener un potente fluido magnético” -agrega Luis Ángel.
En una entrevista a Yiya Villalón, sobrina de Cachita, nos confiesa que su tía y Salustiano “se vieron y su espíritu le dijo que tenía que poner un centro”. También nos manifiesta esta espiritista de 91 años de edad que “Salustiano asistía a ‘Más luz’ y se desarrolló en este centro”. Con esta formación moral y doctrinaria, y el apoyo de otros espiritistas, incluido Agustín Sánchez, Salustiano se convertiría no solo en el curandero de su propia hija, sino de cientos de enfermos mentales y con otras dolencias, que acudían a su centro desde muchas partes del país, según el testimonio de varios vecinos de Monte Oscuro. “Después de sanarlos –nos dice Luis Ángel- a algunos de ellos les recomendaba crear sus propios centros espirituales”. Todavía quedan algunos en Puerto Padre, Las Tunas, Florida y Camagüey.
Las principales sociedades que se fundarían en Bayamo en las tres décadas siguientes de uno u otro modo recibirían el influjo de Salustiano: “Estrella del Porvenir” del barrio El Almirante, fue oficializada en 1927. Ya desde 1918, o en fecha anterior, se realizaban algunas prácticas espirituales para beneficio de los vecinos necesitados. Su presidente inicial fue José de la Concepción Blanco, algunos de sus familiares también eran miembros de la directiva. En su inauguración contaba con 200 socios. Recibió las visitas y orientaciones de Agustín Sánchez y Florentín Arzuaga.
“Antorcha del Camino” creada en 1933, en la calle Figueredo por María Luisa Iglesias Cerco. Ella era asidua visitante de “Buscando Luz y Progreso”, en Monte Oscuro, de “Estrella del Porvenir” y otros centros que funcionaban en aquella época. En un material titulado “La Antorcha del Camino cuenta su historia” se narra que su fundadora padecía “una tumoración de muy mal aspecto que no parecía curarse con la medicina aplicada. Una médium, en y por indicación de un ser, le prepara un gran emplaste compuesto por jabón de lavar y la orina de uno de sus hijos. Esto trajo como consecuencia su cura y recuperación. La condición que el espíritu pidió a cambio de la cura fue el trabajo espiritual”.
“Redención”, se creó en 1933 en el barrio San Juan. Su fundadora fue María Pavón Olivera, sobrina de Salustiano Olivera del que recibió evidente influencia. Construye su templo en un local cedido por su abuela. Al momento de inaugurarse tenía 90 miembros.
“Tres luces divinas”, no se conoce la fecha exacta de fundación. Algunos la ubican en la década de 1930. Su creador fue el comandante mambí Miguel Reyes Mora. Según su hija, Elia Reyes, tuvo un centro anteriormente en El Corojo, Buey Arriba y fue mediumnidad en la manigua. Es probable que haya practicado el espiritismo de cordón en Bayamo antes de la llegada de Agustín Sánchez. Tuvo estrechas relaciones con este y con Salustiano Olivera.
Un elemento común a todos estos centros es haber surgido como una práctica familiar e ir ganando adeptos y organización hasta convertirse en sociedades independientes. Más allá del prestigio de sus fundadores, cuyas “grandes facultades” se evocan hoy como verdaderas leyendas, es su sentido de hermandad y solidaridad, unidos a sus mensajes de amor y caridad puros y desinteresados, los que los han convertido en tradicionales sitios de referencia y atracción para los creyentes, e incluso para otros menos devotos que acuden a allí en situaciones de crisis. Con estos mismos preceptos se les han sumado en los últimos años alrededor de treinta organizaciones cordoneras entre casas templos, sectas y grupos.
Es precisamente esa afinidad de doctrinas y principios morales, propiciada inicialmente por la labor teórica de “Más Luz” y luego por la confraternidad y colaboración entre los creyentes, la que ha posibilitado por una parte, que no existan grandes diferencias conceptuales en la asunción de los preceptos, entre la reducida masa de practicantes del espiritismo de mesa y la mayoría de los de cordón, a tal punto que en algunos casos se comparten las dos variantes sin que ello implique ninguna alteración. Por otro lado, existe entre los cordoneros una unidad, no homogeneidad, de criterios en cuanto a las concepciones sobre el modo de desarrollarse una sesión espiritual y el valor preponderante de la instrucción. Todo ello es motivo de que se hallan protagonizado en esta ciudad los últimos intentos de unificación, bajo el precepto de que “el espiritismo es uno solo”, después de desaparecida la Federación Nacional Espírita de Cuba, en 1961. Me refiero a la creación del Comité Gestor de la Unión Nacional de Espírita de Cuba, que aunque surgió como una propuesta de algunos centros de Puerto Padre en Las Tunas, fue validado y concretado en Bayamo, y estuvo funcionando desde el año 1995 hasta el 2002, y la Unión Espírita Regional Bayamo, que apareció como una de filial de aquella organización y no obstante a haber tenido una duración parecida, sus propósitos y objetivos aún están latentes entre los afiliados.
En los textos doctrinales se definen las reuniones espiritistas como “un grupo compuesto de varias personas, que se unen por la comunión de pensamiento y el acuerdo de la voluntad, para relacionarse con los seres del mundo espiritual”. El término más empleado para referirse a estas agrupaciones es el de centros espirituales, que se conceptualiza como la “casa de socorro para los encarnados y de luz para los espíritus”.
Esta noción del centro como hogar de los encarnados, que no son más que todos los hombres, hace que los practicantes se vean como una gran familia y como hijos de Dios que se consideran, se llaman todos hermanos espirituales. De esta forma también acogen y denominan a todos los que asisten a la ceremonia, compartan o no sus creencias. Es en este sentido que puede hablarse del carácter abierto de esta práctica, pues ofrece amparo y caridad a todos los que los solicitan.
Al considerarlo lugar de socorro, algunos creyentes lo ven como un hospital donde se atienden los males físicos, psicológicos y morales. Es tan alta su fe y garantía que muchas veces asisten primero a estos sitios que a las propias instituciones de salud establecidas, tal vez de este comportamiento provenga la popular frase “no se encuentra ni en los centros espirituales”. También se refieren al centro como una escuela, acentuando su carácter formativo y el perfeccionamiento moral y espiritual que allí reciben.
Es curioso que muchos de los espiritistas entrevistados prefieran denominarles a estas asociaciones centros o sociedades y rechacen el calificativo de templo, por considerarlo procedente de las iglesias católicas. Hay que recordar que aunque esta religión no se enfrenta abiertamente al catolicismo, contiene unos preceptos morales, tomados de la doctrina sistematizada por Kardec, que reivindican a los primeros mártires del cristianismo y vituperan la posterior manipulación de las enseñanzas de Jesús de Nazareno por la iglesia católica romana. Esta fue una de las causas por la que fue perseguida y satanizada por las autoridades coloniales y eclesiásticas.
Al indagar otros motivos, algunos alegan una razón poética y de resonancias martianas: “el templo se lleva en el corazón”. Aquí dejan implícita la idea de que estos sitios de reunión espiritual no son lugares sagrados; lo que se desea es la comunión con los espíritus del bien, y esto solo es posible cuando se tiene fe, voluntad y pensamientos puros y elevados.
El altar constituye el espacio de mayor devoción, recogimiento y concentración de elementos simbólicos y rituales. Su signo más emblemático, además de un gran rótulo con el nombre del centro, sociedad o plantel, es la presencia de una cruz de proporciones significativas que puede estar suspendida en la pared, encima de la mesa decorada o colocada frente al altar. Alrededor de ella aparecen casi siempre otras de pequeña dimensión. Todas poseen el mismo significado de expiación y redención cristiana, por eso en algunos lugares se acompañan con la representación del Cristo crucificado. Frente a la gran cruz se hacen a veces oraciones e invocaciones propiciatorias antes de comenzar la ceremonia. Esta devoción cristiana en ocasiones se enfatiza con la colocación de grandes iconografías de Jesucristo y otras del Sagrado Corazón.
La Virgen de la Caridad, madre espiritual de los cubanos, es otro emblema recurrente. Para algunos la permanencia de este símbolo religioso y devocionario obedece también a una razón de índole identitario: “Es nuestro primer símbolo nacional, antes de la bandera, el escudo y el Himno”. Hay aquí contenida una verdad histórica, pues aunque fuera declarada Patrona de Cuba en 1916 por el papa Benedicto VI, apareció en nuestras costas entre 1627 ó 1628, y desde entonces ha sido motivo de culto y devoción popular.
Otras imágenes del santuario católico que pueden verse en los altares son las de San Rafael, Médico Divino y la del Santo Niño de Antocha, los cuales se evocan como espíritus puros más elevados, directos mensajeros de la Providencia Divina, según los ordenes o planos de las entidades celestiales establecidos por Kardec. Portadores de esa idea de pureza de la obra espiritual son también los paños y banderas blancas, junto al vestuario de este color que a veces llevan los feligreses. La paloma como símbolo de la paz universal está presente también en muchos lugares. Se representa además, en ocasiones, una antorcha encendida, como signo de la iluminación hacia el camino de la evolución y el progreso espiritual.
El recurso de superposición y contraste de las iconografías se vuelve más creativo y simbólico en el tratamiento de las fotos o retratos de los fallecidos, con el que se pretende establecer una gradación y valoración jerarquizadas. En la dimensión de las imágenes está representado su grado de influencia espiritual o afectiva. Dos perfiles recurrentes en varios de los centros visitados son los de Allan Kardec y Amalia Domínguez, ambos sistematizadores de la doctrina espiritista. Por ser el primero su teorizador principal, aparece con más frecuencia y casi siempre en escala superior a la española.
Otra imagen que alcanza jerarquía, aunque inferior a las anteriores, es la de Salustiano Olivera, este aparece sobre todo en los centros más antiguos, donde se reconoce su influencia. Las fotografías del fundador del centro, cuando es fallecido, y la del que se considera su espíritu guía, cuando no coinciden, son más frecuentes que las anteriores. El segundo aparece en menos oportunidades, tal vez porque su presencia es vista más a nivel de influjo espiritual, y por tanto se cree viva y latente. En este sentido prevalece la suposición de que las imágenes apegan al difunto a su existencia terrenal, por ser un modo de recordar sus acciones en “este mundo”. Ello contrarresta con el criterio de que todo este panteón de fotografías representa las comisiones o espíritus protectores del centro. Según el parecer de varios creyentes, esas imágenes no tienen un carácter sacralizado ni devocionario, sino que constituyen parte de la historia de la institución, algunas por ser de antiguos afiliados y otras de familiares no creyentes, que por razones sentimentales se conservan. Aparecen otras incluso por motivos patrióticos como las imágenes de Martí, Maceo, Céspedes, el Che, Camilo Cienfuegos, entre otros héroes y mártires de la Revolución. Todas estas figuras suelen tener una dimensión similar, casi siempre inferior a las cuatro que comentamos al principio.
Otros elementos presentes en los altares y el ritual son las flores y gajos. En la filosofía de algunos cordoneros las flores simbolizan la creación divina, su belleza y aroma son algo inconcebible por el hombre. Otros las ven como un recurso para que los espíritus obsesos de los recién fallecidos se reconozcan en su nueva existencia celestial y asuman con resignación las pruebas por sus imperfecciones en la vida material. Por esta misma “Ley” que, citando a Kardec, nombran “De Causa y Efecto”, es que las velas se utilizan en raras ocasiones, ya que cada espíritu alcanzará el grado de iluminación y elevación que se halla ganado en la tierra.
A los gajos se le atribuyen varias funciones. Una es la de propiciar el recogimiento y la concentración en la obra espiritual con sus aromas y fluidos magnéticos; otras son sus propiedades medicinales; y por último, los atributos de despojo y rompimiento con los daños y las malas obras, manifiestos desde su propia nominación popular como: abrecamino, rompesaragúey, vencedor, etcétera. Muchos creyentes, sin embargo, alegando el precepto kardeciano de que “la forma es nada y el pensamiento todo”, no le conceden ningún contenido espiritual a los que ellos llaman “elementos materiales” (flores, gajos y velas), solo los consideran una tradición que deben preservar para mantener la memoria de sus antepasados.
Factores de índole cultural, relacionados con el proceso de conformación de nuestra identidad y otras particularidades de carácter histórico y socioeconómico, aún poco estudiados, posibilitaron la propagación de este culto en la región del valle del Cauto. Debido a la evolución particular que tuvo en la ciudad de Bayamo, desde sus orígenes fue más influenciado por el espiritismo científico, se apegó a la doctrina kardeciana y rechazó la influencia de las religiones sincréticas de origen africano, por considerarlas obras impuras y de atraso. Esta inclinación obedeció más a sus basamentos éticos y doctrinarios que a una definida postura de discriminación racial; aunque el elemento africano y su influjo cultural no fueron preponderantes en la región.
Estas circunstancias han propiciado que la composición social de los practicantes actuales del espiritismo de cordón sea muy heterogénea. Si analizamos la variable del sexo veremos que la presencia femenina es predominante solo en alrededor de un 65%. No puede hablarse en estos casos de una absoluta hegemonía patriarcal en la constitución de las directivas de los centros, pues en un 40% sus presidentes o directores fueron o son mujeres. En cuanto al siempre polémico indicador racial, se comporta de forma balanceada, sin que pueda destacarse la primacía de ninguno de los estereotipos convencionales (negro, blanco o mulato). Con respecto a la edad, un indicador a veces sobredimensionado al hablar del envejecimiento de la población espiritista, existe un 40 % que rebasa los 50 años, pero el resto es una población adulta oscilante entre los 30 y 40 años. Llama la atención una marcada tendencia a renovar la directiva con personas jóvenes, sin que por ello se deniegue el prestigio y la jerarquía de los veteranos.
El nivel profesional y el grado de escolaridad es otro indicador polémico a la hora de considerar en términos generales el estatus social de los feligreses. Aunque asiste un número elevado de amas de casas y personas jubiladas, cuyo nivel promedio de escolaridad es de 9no grado (45%), también acude una buena representación de técnicos medios y graduados de 12 grado (30 %). Es significativa la presencia no despreciable de profesionales de los sectores de la salud, educación y graduados en otras especialidades de la Educación Superior (20 %).
En general puede decirse que en la ciudad de Bayamo el espiritismo de cordón no es una práctica asumida por individuos marginales o sin empleo laboral estable, y mucho menos por personas en su mayoría con condiciones de vida precarias y bajos niveles culturales. Se trata simplemente de los sectores medios de la población. Ya lo advirtió Fernando Ortiz después de visitar algunos de estos centros en 1948: “Todo el pueblo está allí representado. No hay distinciones de sexo, colores, ni clases. Quienquiera, si lo admiten como individuo de buena fe, puede ser cordonero y en el centro desempeñar alguna función directiva de la cofradía o de las ceremonias, según sus facultades



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Bayamo otra vez


Ms.C. Ludín B. Fonseca García
El 6 de agosto de 2009, en Bayamo, se presentará el texto Bayamo, de José Maceo Verdecia, día en que se cumple el aniversario 70 de su fallecimiento. Este autor rebasó la época que le correspondió vivir, porque se consagró a solucionar los problemas que afectaban a la sociedad bayamesa, después de haber sido teatro de operaciones de los ejércitos en contienda durante los treinta años que luchó el pueblo cubano por alcanzar la independencia del colonialismo español; pero también por haber dejado una obra historiográfica imperecedera.
El alcance intelectual de Maceo Verdecia estuvo referido, a resaltar los aportes de la ciudad que lo vio nacer al proceso formativo de la nación cubana. A pesar de su didactismo incursionó en diversas aristas de las letras, será poeta, narrador, escritor de obras de teatro y articulista de periódicos. Su producción referenciará, esencialmente, los acontecimientos del proceso independentista.
Bayamo será el texto cumbre de Maceo Verdecia. Impreso, primeramente, en el año 1936 por Editorial “El Arte”, de Manzanillo, con una encuadernación rústica, pronto alcanzó un amplio reconocimiento entre los intelectuales cubanos, y ya en 1941, a pedido del Ministerio de Educación saldrá de las planas de “La Mercantil”, de la Habana, una segunda edición corregida e ilustrada, de lujo, la cual sería libro de lectura para las Escuelas Públicas de Cuba.
Bayamo ha resistido el paso del tiempo y de las escuelas historiográficas y resulta atractivo aun para el lector contemporáneo. La preocupación de su autor por resaltar el valor de las localidades y regiones en el proceso de formación de la nacionalidad y la nación cubanas, una inquietud plenamente justificable en las primeras décadas de la joven República, no puede tenerse por anacrónica en esta época globalizada.
El desarrollo de las investigaciones históricas y el acceso a fuentes de información vedadas a Maceo Verdecia hace necesaria una edición anotada. La presente contiene 488 notas, incluyendo las 29 pertenecientes a las ediciones de 1936 y 1941. Incorporamos igualmente las 359 modificaciones más importantes de 1941 y añadimos otras 100, entre críticas y aclaratorias. Se unifican aquí las de 1936 y 1941, tomándose como base la primera y agregándole las correcciones introducidas en la segunda.
La redacción original ha sido respetada escrupulosamente, rectificándose sólo las erratas tipográficas más evidentes y modernizando en algunos casos la ortografía utilizada en las dos ediciones anteriores. Se mantiene el empleo de mayúsculas toda vez que el autor ha querido destacar el contenido de una palabra. Las notas que introducimos están debidamente señaladas y diferenciadas. El estilo de los documentos citados —muchos de ellos se han perdido— ha sido preservado; las únicas correcciones son las que hemos hecho al Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba dirigido a sus compatriotas y a todas las naciones, del 10 de octubre de 1868, y al testamento de Pedro Figueredo, ambos cotejados con los originales.
Bayamo constituye hoy una fuente imprescindible para los estudios históricos de la región del Cauto. Muchas de sus aseveraciones se mantienen incólumes; el tiempo y el acceso a nuevas fuentes de investigación, han superado otras. La historiografía posterior ha estado impregnada por su embrujo; no existe investigador que deje de sentir su influencia, aún los que desechan reconocerlo.
Ediciones Bayamo creó el proyecto Memorias, para dar a conocer a las nuevas generaciones de bayameses y cubanos libros raros de la historiografía local. Es un merecido reconocimiento a Maceo Verdecia, que el primer texto a publicar sea Bayamo.




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Tradiciones bayamesas


Alexander Ruiz Beltrán
La Feria de las Flores es una fiesta popular tradicional del barrio de San Juan, uno de los más antiguos de la Ciudad de Bayamo y como tal se expresan a través de ella elementos de la vida espiritual o intelectual como la música, los juegos y bailes, así como también elementos de la vida material, vestuario, comida tradicional y decoraciones, entre otros.
El nombre de Feria de las Flores le vino de la película mexicana: La Feria de las Flores que se proyectaba en el cine de esta ciudad en la década del 40.
Su promotor fue Alberto Ramírez (Albertín), Concejal de Bayamo en los años 40. Esta fiesta estaba dirigida a la clase más humilde, aunque no había limitación a participante alguno, los fondos recaudados se utilizaron en la construcción de la primera Casa del Socorro que tuvo Bayamo.
Se celebraban durante la Semana Santa y entre sus actividades se destacaban: La elección de la Reina de la Feria y sus seis damas, paseos en coche, comida tradicional: congrí, puerco asado, la granjería bayamesa, donde no faltaba la rosquita, el matahambre, rosca blanda, etc.… juegos recreativos competitivos, bailes tradicionales, música de órgano, soneros, ornamentación de calles, kioscos y plataformas.
Esta Feria aunque estuvo ausente durante años, nunca fue olvidada por los pobladores de Bayamo que tuvieron la oportunidad de conocerla, se conservaban elementos de ella a nivel de conocimiento colectivo y a través del antiguo historiador de la Ciudad de Bayamo: José Carbonell Alard y la investigación realizada por la promotora Rosa Pérez.
La Feria de las Flores se ejecutó por vez primera después del triunfo de la Revolución en el año 1996, organizado por la Dirección Municipal de Cultura y el Parque Museo Ñico López, lográndose su revitalización total hasta la actualidad y coincide cada año con el Día Glorioso de las Madres, que de hecho enviamos una felicitación especial a nuestras heroínas en este mes de mayo por su día, a propósito de nuestra sección de tradiciones bayamesas.
Entre las actividades que se han realizado se destacan:
• Certamen de la Elección de la Reina y sus seis damas.
• Juegos tradicionales y competitivos.
• Música cubana y Mexicana.
• Festival “A Bayamo en Coche”.
• Festival culinario.
• Festival de Floristería.
• Festival de Muñequería.
• Encuentro de Mariachis.
• Espectáculos Infantiles.
• Conferencias sobre los Temas de la Feria.
• Exposiciones de otros reinados de la Feria de las Flores.
• Paseos en coche.
• La Peregrinación a la tumba del Promotor Albertín, donde participan su viuda, hijos, mariachis y pobladores en general.
• La coronación de la Reina la realiza el presidente de la Asamblea del Poder Popular en Bayamo.

Con el desarrollo de este evento los pobladores más ancianos han tenido la oportunidad de revivir estas fiestas y los más jóvenes la oportunidad de conocerla. Por su impacto social es siempre esperada por todos los habitantes de esta ciudad…




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Ofensiva contra el analfabetismo en la ciudad de bayamo


Damiana Peréz Figueredo

La ofensiva contra el analfabetismo se extendió a toda la población en Cuba, por medio de la Campaña de Alfabetización llevada a cabo entre 1960 y 1961; tuvo como objetivos primordiales: enseñar a leer y escribir a demás de elevar la conciencia política de los trabajadores.
En Bayamo y sus barrios (El Horno, La Sal, Julia, Laguna Blanca, Cayamas, Veguitas, El Dátil, El Cristo, San Juan, Barrancas, Bueycito, Guisa, Arroyo Blanco, Cauto Embarcadero y Guamo), estuvo estructurada de acuerdo a lo establecido nacionalmente: una comisión de brigada que contaba con un responsable general y tres auxiliares técnicos, así como diez subcomisiones, uno de ellos adscrito a la Junta de Control Ejecución e Inspección (JUCEI). Las subcomisiones atendían, entre otras tareas específicas, la ubicación de brigadistas, suministros, orientación revolucionaria, estadística y asistencia médica. En las cabeceras de los barrios estaba formada una organización similar que se extendía hasta los cuartones en que se dividían los barrios.
Por lo general cuando se habla del analfabetismo nos remitimos a la población campesina o habitantes de la zona rural, donde era menor el número de maestros y escuelas. Sin embargo en la ciudad de Bayamo había una cifra de 13 535 analfabetos y de ellos 1 170 vivían en los barrios de San Juan y El Cristo, que era su centro urbano.
En esta ciudad fue iniciada al mismo tiempo que en el resto del país; la población analfabeta se caracterizaba según sexo, edad, estado civil, ocupación, entre otros indicadores sociodemográficos. Se evidencia un mayor porciento de analfabetismo en edades que oscilan entre 16 y 20 años, independientemente que existía un menor porciento en las edades comprendidas de los 11 y 15 años. Al analizar los analfabetos, en la zona urbana por el sexo, nos damos cuenta que el 64,6% pertenecían al sexo femenino y el sexo masculino representaba la minoría con un 35, 4%.
En este factor demográfico inciden varios aspectos que atentaron contra el nivel de instrucción de la mujer partiendo de conceptos arraigados principalmente en familias humildes de baja condición social donde se consideraba que el lugar de la mujer era la casa hasta alcanzar la edad establecida por la familia para casarse. El 79,3% de las analfabetas tenían como estado civil solteras.
Para todas estas personas la Revolución abrió en solo un año una nueva forma de vida, al enseñarlos a leer y escribir. Se había dado el primer paso en el camino de la instrucción que se complementaría con otras medidas como la nacionalización de la enseñanza y la creación de nuevas escuelas.


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Boletín de Bayamo. Boletín de la Casa de la Nacionalidad Cubana
Estos textos pueden ser reproducidas libremente (siempre que sea con fines no comerciales) y se cite la fuente.
Casa de la Nacionalidad Cubana, Bayamo, Granma, Cuba. 2009
Portal Crisol, 2009

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola... Alguien tendra alguna foto de Salustiano Olivera????