viernes, junio 26, 2009

TEMAS INTOCABLES

SERGIO MARTINEZ
QUEBEC, CANADA
DIASPORA CHILENA

Aquí adjunto mi columna periodística Temas Intocables en el diario El Popular (www.diarioelpopular.com)

Temas Intocables
Tres celebraciones: Tres miradas a la idea de nación
En estos días se ha celebrado una nueva fiesta de San Juan Bautista, también conocida como la Fiesta Nacional de Quebec. Por supuesto en Toronto y el resto de Canadá y también aquí en Quebec, se prepara para el próximo miércoles la celebración del 1º de julio, Día Nacional de Canadá.

Por si todo esto fuera poco, al sur de la frontera el sábado 4 de julio estarán celebrando el Día de la Independencia de Estados Unidos, esta última por cierto una fiesta extranjera, pero dada la influencia de los medios de comunicación de ese país, mucha gente aquí la ve casi como una fiesta propia, salvo que acá igual tienen que trabajar ese día.

Aquí en Canadá entretanto, la primera de estas fiestas veraniegas pasó ya este miércoles, con la típica celebración de los québécois, la “Saint Jean”, como la llaman popularmente o la “Fête nationale” como es su título oficial que pocos en verdad utilizan. La idea misma de llamarla “nacional” provoca controversia por las diversas acepciones que el concepto de nación tiene. Para los nacionalistas quebequenses llamarse “nación” como que les da un status especial, como aquellos que gustan de anteponer a su nombre su título de licenciado aunque no les sirva de mucho en la práctica. Algo parecido ocurre con esto de llamarse “nación” acá, al final de todos modos se trata de una provincia como Alberta o Manitoba, pero en fin, si llamarse “nación” les hace sentirse bien ¿para qué los vamos a contradecir? Claro está, dado que para muchos “nación” se equipara a “país”, cuando los separatistas empezaron a usar este término, lo hicieron con el propósito de adelantar su propia causa. Ser reconocido como nación, algo que el gobierno conservador de Stephen Harper hizo para ganarse el favor de los nacionalistas en esta provincia, sería para los separatistas, como una antesala a la aspirada condición de estado-nación soberano. Un objetivo por ahora lejos de las prioridades del pueblo quebequense, afortunadamente, pero que algunos aun esperan reavivar. En todo caso el término nación en su real significado: “un pueblo que comparte ciertas características comunes tales como historia, tradiciones culturales, folklore, territorio y en menor medida religión, ancestro e idioma” no es un concepto que deba asustar a nadie ya que es perfectamente posible encontrar hoy en día a naciones que existen al interior de estados ya conformados (Cataluña por ejemplo, se define como una nación al interior de España) y dentro del mismo Canadá los pueblos indígenas se definen como “Primeras naciones”, en países como Bolivia, Ecuador, México y Perú, los indígenas desde hace algún tiempo utilizan similar terminología.

Como ha sido la costumbre en los últimos años, la fiesta de Quebec se desarrolla cada vez más como una celebración menos política. De todos modos alguna controversia tenía que haber y ella se produjo en torno a ciertos grupos musicales anglófonos a los que se les había negado participar en el acto central, según los organizadores porque el idioma francés está en peligro y supuestamente unos cuantos rockeros cantando en inglés pueden ocasionar un desastre lingüístico… Por otra parte no veo para qué esos anglófonos querían ir a cantar allí, uno no va a meterse a fiestas donde no es bienvenido. Así de simple. Lo que me recuerda nuestra propia relación como étnicos y alófonos en este debate: en 1980, recién llegado a Montreal, un grupo de amigos chilenos – por esas extrañas cosas que ocurren – había quedado a cargo de la organización del espectáculo en el Parque Maisonneuve y me invitaron a que les ayudara. Ingenuamente mis amigos pensaron que podían darle un carácter multicultural a la celebración para lo cual consiguieron a un grupo de música andina llamado Ñancahuazú, formado por bolivianos y una chica quebequense; las zampoñas, bombos y flautas dieron ciertamente un carácter distinto al evento, los quebequenses primero miraron todo esto con la curiosidad con que se ve un número de animalitos exóticos; en todo caso, al quinto tema andino el “respetable público” no aguantó más y empezó a lanzar botellas y latas de refrescos al escenario mientras lo más suave que le gritaban a los músicos (y que mi limitado francés de entonces entendía) era algo así como: “Allez-vous à la Bolivie, Indiens de merde!” Bueno, ciertamente el “respetable” no estaba maduro aun para lo multicultural, casi treinta años más tarde parece que no mucho ha cambiado… En todo caso veo esta fiesta como una buena celebración (la música folklórica quebequense me agrada mucho), pero que a mis amigos latinos recomiendo más bien mirar de fuera, al fin de cuentas no es bueno ser un “convidado de piedra”. Además uno se arriesga con encontrarse con esos jóvenes neo-fascistas llamados los “Jeunes patriotes” para los que cualquiera que hable francés con acento o tenga una piel no muy blanca es sospechoso de alterar la pureza de la nación québécoise y por lo tanto ser acreedor a una buena golpiza. Hay que andarse con cuidado. He visto fotos de esos jóvenes en sus uniformes y me recuerda a los matones del grupo ultraderechista Patria y Libertad que sembraba terror en los años 70 en Chile.

Un distinto concepto de nación por cierto se estila en la celebración del 1º de julio, Día de Canadá, con su habitual desfile por el centro de Montreal donde normalmente participan grupos étnicos de todos colores. La idea de la nación inclusiva y multicultural se ve en pleno despliegue ese día. Lo cual ciertamente es bueno. Pero al final no se trata de poner en contraste una celebración y la otra. Personalmente me gusta mucho la música de Gilles Vigneault y de muchos otros exponentes de la chanson québécoise, incluso tengo algunos de sus discos. Idealmente, en especial para quienes venimos de otros países, lo mejor es integrarse de algún modo a la provincia y al país. Para ello es importante resaltar valores que ciertamente están muy afianzados en Canadá: la tolerancia y la aceptación de la diferencia. Esto es algo a reconocer, no quiero implicar con esto que la sociedad canadiense sea perfecta ni mucho menos, pero eso sí, posee valores que es bueno hacer suyos, ojalá también en nuestros propios países de origen.

Por último al sur de la frontera también celebrarán en unos días más. Estados Unidos ciertamente representa un concepto diferente de nación, con la idea del “melting pot” según la cual los inmigrantes deben asimilarse a la comunidad mayoritaria y aceptar sus valores sin discusión. Algunos de mis lectores quizás me tenga por anti-EE.UU., pero la verdad es que siempre he hecho una diferencia entre Estados Unidos como potencia y su rol dominante en el mundo, y su pueblo y su cultura, en los cuales por cierto hay muchos valores. Por de pronto, yo crecí leyendo historietas (“comics”) y viendo películas mayoritariamente estadounidenses. Como la mayor parte de los jóvenes de mi generación también me imbuí mucho de la música de Estados Unidos. Por propia opción me he hecho un admirador de la música de Gershwin, Leonard Berstein y Leroy Anderson entre muchos otros, un admirador también del teatro musical de Estados Unidos, de clásicos de la escena de Broadway muchos de ellos llevados al cine como “Oklahoma”, “West Side Stories” o “Hair”. Se trata indudablemente de un aporte grande a la cultura mundial por el cual muchos siglos después que Estados Unidos deje de existir como potencia deberá ser recordado. Como Roma es recordada por Cicerón o Terencio, más que por Nerón o Calígula, espero que Estados Unidos será recordado por Orson Welles y George Gershwin y tantos otros creadores, más que por los Bush o Dick Cheney que también ha tenido la desdicha de traer al mundo.

Comentarios: smartinez175@hotmail.com

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