Desde Venezuela
LAS RELACIONES INTERNAS EN EL PSUV
ELIGIO DAMAS
En horas del mediodía de este lunes, estuve oyendo informaciones a través de una emisora radial margariteña, donde se simpatiza con el gobierno, que me preocuparon por el bajo nivel político, falta de solidaridad y forma de manifestar satisfacción o no, de quienes llamaban, ante los resultados electorales de la contienda interna del partido.
Aquella manera de abordar las diferencias naturales dentro de una “organización de revolucionarios”, caracterizada por la descalificación, en el espacio margariteño, si uno se orienta por quienes llaman a la emisora, de un bando u otro, pareciera hablar de dos partidos radicalmente opuestos o uno solo en medio de una crisis honda, sin nada que discutir, sino llegada la hora de sacar los cuchillos. A la dirección regional, algunos la llaman la “banda de los sesenta”.
Se cree que, habiéndose definido al partido y al proceso como socialistas, circunstancia que nadie ha puesto en duda, a menos que haya un secreto bien guardado, todos los integrantes del mismo tienen un asunto significativo para la solidaridad ya resuelto. No se trata, piensa uno, de una disputa, como en las viejas organizaciones del status, donde unos eran partidarios del capitalismo y otros de un camino y meta radicalmente diferentes.
Por eso, quien esto escribe, al ejercer el derecho al voto, puso especial empeño, hasta donde ello fue posible, en diseñar una lista que expresase equilibrio de tendencias u opiniones sobre el asunto del socialismo, el ritmo y el tipo de partido. Es inadecuado, desde nuestra perspectiva y percepción sobre la sociedad venezolana, que el partido nuestro, en su definición, escogencia de cuadros, etc., se incline a favor de una sola tendencia o se escore, para decirlo con término marino, porque ello dificultaría la orientación en medio de tantas dificultades, corrientes y puede llevarle a encallar o zozobrar.
Cuando uno cuida su independencia, lo que suele ser poco rentable y susceptible de reconocimiento, puede ver con mayor amplitud y hasta sosiego.
La experiencia margariteña, que no está localizada sólo allí, al contrario es un mal generalizado, pareciera hablar de un partido formado por enemigos históricos, separados por contradicciones insalvables que no explica como navegan en el mismo barco. Pero en verdad, en gran medida, no es así. Sólo son personajes que no saben, para decirlo como Chávez, manejar con la altura debida sus diferencias. Discuten más por puestos, representaciones, delegaciones, etc., que por asuntos de principios. A uno no le extrañaría descubrir – de eso hemos visto mucho – que más son las cosas que les unen que aquellas que parecieran separarles.
Suele suceder que las deficiencias organizativas y falta de fluidez en las comunicaciones y líneas de mando contribuyen con ese mal proceder.
Por eso, es necesario tomarle la palabra al presidente Chávez, cuando clama por la unidad y necesidad que las individualidades, tendencias o grupos, se despojen de egoísmos, intereses particulares y se descubran combatientes de la misma causa.
Celebremos los resultados y sigamos en la lucha para que los electos vayan al congreso a darle luces al partido y proceso, para avanzar con seguridad y certeza. Y para esto, la unidad es una terapia fundamental.
Para ello, pidamos al partido, en primer término, a los electos, que recojan con respeto, espíritu solidario, metodología adecuada, las aspiraciones populares y exigencias del proceso. Para ello se imponen unas relaciones de altura y respeto entre los delegados todos, de éstos con la militancia que representan, sin importar el sentido que cada quien le dio a su voto. Que predomine la idea que el congreso debe crear las bases para construir un partido para la revolución y diseñar las líneas gruesas para la lucha.
Llegó el momento “del pensar profundo”, que levantar la mano, por un estímulo en exceso emocional o compromiso no suficientemente racionalizado, su vuelva un gesto racional y coherente con la historia, con lo grande y lo pequeño. Que las gargantas se atoren de palabras y se diga lo que haya que decir.
miércoles, noviembre 18, 2009
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