Mon, 1 Jun 2009 09:55:55 -0700
Subject: Artículo de Lorenzo Gonzalo
RADIO MIAMI
Saludos para todos. Lorenzo Gonzalo
El Sudario de Penélope
Por Lorenzo Gonzalo, 1ro. de Junio del 2009
La última sentencia dictada por un juez de Miami, otorgándole mil millones de dólares a un tal Villoldo, persona de origen cubano, ex agente de la CIA, participante directo en el movimiento que capturó a Ernesto Che Guevara en Bolivia y uno de los pocos que aún persisten en la guerra insurreccional para derrotar al gobierno cubano, nos indica que el asunto de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba forma parte consustancial del sistema estadounidense. El hecho, como tantos otros, es una expresión particular de la forma en que las relaciones internacionales son percibidas por las distintas instancias del Poder en este país. Su figura nace de una economía que, por la ubicación geográfica de su desarrollo y las específicas condiciones históricas en las cuales se desarrollaron, se inclinó por un movimiento de expansión cuyos primeros pasos fueron significativamente fáciles por tratarse del avance sobre tierras poco pobladas o habitadas principalmente por indígenas que carecían de la capacidad para la defensa.
A pesar de que el pensamiento inicial de los líderes de la Revolución en esta región de Norte América, fue reacio a jugar rol algunos para que otros pueblos implementaran una organización administrativa similar, la concepción de garantizar la seguridad, ocupando fácilmente las tierras firmes que rodeaban las llamadas Trece Colonias, fundó bases para la idea de que “lo que es bueno para mí, es bueno para los demás”, surgiendo así el estereotipo de que “libertad, igualdad y justicia”, sólo se obtiene a través de una organización social semejante.
Este estereotipo, en el caso cubano ha sido llevado a extremos porque la ruptura de relaciones de ambos países se produce en medio de la Guerra Fría y aun cuando la política de invadir territorios e imponer condiciones de manera vulgar, derivó sus procedimientos hacia formas más sutiles, para la situación cubana en particular esa figura de política exterior quedó intacta y continuó su profundización en las esferas del Poder en Estados Unidos.
El ridículo fallo judicial del juez de Miami, quien expresó que la cifra de mil millones eran para atraer la atención del gobierno cubano, deja en claro la arbitrariedad del mismo, implicando a su vez que todos los órganos del sistema: Judicial, Legislativo, Ejecutivo y el más combativo, la Prensa, se mueven aún dentro de este estereotipo, cuyo contenido, aun sin haber cambiado en la relación con otros países, ha cobrado ciertas sutilezas en su aplicación permitiéndoles ciertos márgenes para las negociaciones, pero en el caso cubano le dificultan al gobierno dirimir fluidamente la problemática con el Ejecutivo estadounidense.
El caso cubano, en cuanto al establecimiento de relaciones entre ambos países, a la luz de los factores que administran el sistema en Estados Unidos, no tiene una solución inmediata.
La existencia de un sistema judicial involucrado políticamente en asuntos de relaciones exteriores, a través de procedimientos indirectos como estos, entorpece sobre manera ese objetivo, porque es difícil para los gobernantes cubanos entender en toda su dimensión semejante distorsión de las disposiciones que rigen las relaciones exteriores en Estados Unidos. Este hecho, constituye en parte un impedimento para al gobierno cubano, en cualquier decisión que tenga por objetivo diseñar una política coherente para una ronda de conversaciones con el Jefe de un Gobierno, que carece del verdadero control que supuestamente le otorga su propia Constitución.
Mientras que haya jueces con el poder de poner en subasta naves de todo tipo traídas de Cuba a punta de pistola por personas que la mayoría de las veces tienen allí antecedentes penales y puedan disponer que ésta gente sea puesta en libertad y más tarde se acojan a la residencia estadounidense, no podrá surgir una agenda seria de conversaciones para resolver el conflicto. Podrán establecerse conversaciones sobre temas de común interés, como lo es la inmigración, el cuidado recíproco de las costas a los efectos del contrabando humano y de drogas y otros por el estilo, pero será difícil avanzar en acuerdos para el establecimiento de relaciones.
No hay manera de entender las dificultades creadas a lo largo de cincuenta años de agresiones estadounidenses sin atender estos hechos y sin conocer las manipulaciones que personas de origen cubano han logrado llevar a efecto, dentro de un entramado de gobierno que funciona por el consenso de los diversos grupos que integran permanentemente el poder dentro del sistema, pero cuyas instituciones esenciales mantienen ciertas independencias funcionales e incluso ejecutivas, que afectan las relaciones exteriores.
Los fondos monetarios que en Estados Unidos se congelaron en los comienzos de la Revolución cubana y otros derivados de llamadas telefónicas, los cuales han sido parcialmente descongelados para pagar ridículas demandas como la que acaba de otorgar un juez a esta persona de apellido Villoldo, por razones que según el juez, se basan en el interés de “llamar la atención del gobierno cubano”, implican una dualidad en el manejo de la política exterior que dificulta, al menos durante lo que le quede de reinado a la presente generación que dio lugar a este entuerto, un feliz restablecimiento de relaciones entre ambos países. Por desgracia quizás, los Estados siempre tienen una gran dosis de la presencia generacional que en cada instante los administraron.
Cada vez que las relaciones de ambos países parece aproximarse a un comienzo de feliz desenlace, surgen casos como estos, donde un juez falla a favor de un extraño personaje que integró las obscuras filas de los organismos que hacen factible en las presentes circunstancias la seguridad de los Estados, aun cuando sus funciones en éste casos particular, fueron para afectar su tierra de origen, su gente, ocasionar muertes inocentes y debilitar aun más la pobreza de los suyos.
El caso Cuba Estados Unidos es como el sudario de Penélope, donde todas las noches se deshace el tejido que puntada a puntada fue cobrando forma durante un afanoso día de labor. Ese trabajo nocturno, realizado por gente que siempre gusta de las sombras, tiene detrás algún cubano de origen. A manera de encontrar soluciones, lo primero que hay que hacer es seguir la pista de estos noctámbulos.
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lunes, junio 01, 2009
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