jueves, junio 04, 2009

LA OEA O ALGO ESTÁ MURIENDO

Desde Venezuela


LA OEA O ALGO ESTÁ MURIENDO



ELIGIO DAMAS


Uno de los mayores defectos de las sociedades capitalistas, exceptuando su organización estructural, sus relaciones de producción y su forma de distribución de la riqueza, consiste la promoción de la infidencia, la inconsecuencia y la deshonestidad. El pragmatismo político priva por encima de los valores humanísticos; la ventaja, la sinecura, son los objetivos de un joven político en repetidos casos. El sistema, más que del H1n1, está afectado ancestralmente de la fiebre del oro que allá, en el oeste americano, provocó movimientos humanos gigantescos y desesperados en busca de una fortuna fácil o, como los braceros mejicanos, que en época de cosecha, movidos por el hambre, corrían hacia costa oeste de los Estados Unidos, tras unos salarios de miseria, como se narra en la obra "Viñas de la Ira", que le valió a su autor el premio Nóbel de literatura. En nuestro caso, Miguel Otero Silva, señala el camino de las caravanas que se dirigen hacia donde ha reventado el petróleo, mientras en "Casas Muertas", Ortiz comienza a languidecer. El período de la comercialización petrolera inició el hundimiento de la Venezuela agraria y de las economías de subsis¬tencia.
Las nuevas movilizaciones estuvieron fundadas en la desesperación de alcanzar posiciones que antemano sabíamos que no nos merecíamos, y que nunca podríamos alcanzar, si apelábamos al esfuerzo honesto del estudio, trabajo y desprendimiento. Deseábamos ser los primeros y los más notables, aun cuando no nos respaldase ninguna credencial moral o cultural.

Son raros los ejemplos como el de Harry Haller, el extraño personaje de " El Lobo Estepario", obra que también le valió el premio Nóbel a Hermann Hesse. Haller transcurrió su vida de sabio y filósofo como un bohemio inconforme y asqueado, desinteresado por la vaciedad del mundo y sin hacer alardes.
Edgar Allan Poe, el más grande poeta de los Estados Unidos, fue recogido muerto de una borrachera o quizás por el exceso de consumo de las drogas a las que era adicto, en una calle cualquiera, sin que ningún cintillo de periódico lo mencionara, mientras se celebraban las conquistas de la revolución industrial en su país.
En nuestra literatura, Gallegos simboliza, a través de Lorenzo Barquero, al intelectual, quizás cobarde, pero honesto, que prefiere hundirse en el alcohol y el tremedal pero no servir de comparsa a la barbarie política. El más grande escritor que muchos hayan leído, el checo Franz Kafka, en su maravillosa obra "La Metamorfosis", prefiere convertir a Gregorio Samsa, su personaje central, en escarabajo y no hacerlo víctima de la alienación y la complacencia.
El propio Arthur Miller, quizás sin quererlo, le señaló el camino a Marilin Monroe, pues en la obra "La Muerte de un viajante", suicida a su personaje, a quien la sociedad ya había matado de angustia.
La incomprensión de que fue víctima, su sensibili¬dad y soledad, llevaron al sacrificio a nuestro mejor poeta, José Antonio Ramos Sucre. El mejor a pesar de lo que la propaganda y la politiquería dijeran otra cosa.
El todavía joven Bolívar muere en la miseria y extrañado del poder por no admitir que se le usara como símbolo de la reacción, por mercaderes y esclavistas.
No obstante, pareciera que hoy en algunos grupos predomina el pragmatismo y la creencia de que la política es un juego y que como tal debemos apostar al mejor postor. Por eso, algunos que otrora estuvieron en las barricadas inspiradas por la Comuna de París, ahora aparecen como manifestantes que aplauden a acaparadores y mafiosos disfrazados de políticos y adalides del periodismo y la libertad de información.
Porque quienes siempre fueron pragmáticos, aunque lo ocultaron, toman posiciones políticas sobre valoraciones a nivel de subterráneo, en función del pequeño beneficio o de la posición para la cual ni siquiera sirven. Se juega a la política como a los caballos, lo importante es ganar y ahora, lo esencial es el poder, no importan los resultados. Los pragmáticos no meditan en torno a los resultados que su actitud arroja sobre la colectividad y el hombre en general. Piensan "lo importante soy yo, las ventajas que puedo obtener, los beneficios que ello me reportará, las mujeres que me rodearán, los trajes que podré adquirir o los medios para financiar mi decrepitud".
Pero los idealistas se resisten bajar al el subterráneo; el camino de la evasión de Gregorio Samsa, como alternativa literaria es bella, pero inconsecuente socialmente. Lorenzo Barquero, se volvió asqueroso de tanto asquearse. Abundan quienes no están dispuestos a correr detrás de la veta de oro, abandonando todo; no quieren sentirse jefes para pavonearse. No son pragmáticos ni oportunistas. A todos aquellos que así han pensado, estos países mestizos y caribeños les ofrecen la oportunidad de unirse para luchar por el triunfo de la verdad. No hay duda que es una multitud.
La decisión reciente de la OEA, que reconoce la honestidad, la capacidad de resistir y la renuencia a bajar la cerviz, a los héroes individuales y la heroicidad colectiva, avisa que algo está muriendo.

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