Desde Venezuela
HONDAS, GOMERAS, CANASTILLEROS Y FARSANTES
Julio Ribas, “estrella o simple lanza tuercas”.
ELIGIO DAMAS
Días atrás, mientras esperaba que me atendiese el médico, para pasar el tiempo, leí un artículo que me impactó, produjo asombro y repulsión. En el mismo se insiste en la monserga que el gobierno coarta la libertad de expresión, manifestación y ahora criminaliza la protesta.
Pero lo más sorprendente de lo leído es como se exalta al joven Julio Ribas, al cual no sólo califica de paladín de las libertades por Chávez conculcadas y derechos de venezolanos todos, estudiante sobresaliente, brillante dirigente estudiantil, político y merecedor le abran el espacio que merece. Hasta le definió como “nueva estrella”.
La sola mención del muchacho me hizo recordar aquella anécdota atribuida al Dr. José Gregorio Hernández, quien dirigiéndose a un muy renombrado mal estudiante preguntó:
“¿Joven, cuál es su profesión?”
“Estudiante”, respondió el aludido con orgullo y firmeza.
A lo que el médico de Isnotú respondió, con no menos contundencia:
“!Entonces, ejérzala!
Era uno de aquellos alumnos, en verdad era eso pero distraído o maromero, a quienes Pepe Izquierdo, retrató en aquella novela “El Raspado”.
También vino a mi memoria David, quien se enfrentó al gigante Goliat, con una honda.
El autor de aquel singular artículo, personaje con una representación significativa entre el gremio nacional de comerciantes importadores, como los canastilleros, lo que es todo una definición política económica, por aquello de “a falta de pan buenas son tortas”, pretendió hacer del joven una especie de David del Siglo XXI.
Según la Biblia, David se enfrentó a Goliat, sólo y de frente, armado de una honda; respondió al reto y desafío del gigante.
El joven a quien el articulista de marras exalta al Olimpo opositor, un espacio escuálido, los pocos que lo habitan están vetados o rayados, no se enfrenta a un gigante de frente y menos solo. Tampoco está lleno de virtudes y valores intelectuales como para merecer la evaluación que de él hizo el susodicho articulista. Nada significante ha opinado, no ha ofrecido ningún argumento, independientemente que a uno le parezca bueno o malo, sobre las cosas contra las cuales protesta. Ni ha dado una razón respetable o racional para justificar su actitud opositora, salvo el simplismo que lucha por su libertad. Y no es concebible que con ese insípido arsenal se pueda avalar tanta exaltación. Menos sabiendo que, en el mejor de los casos, es de los estudiantes que habló Pepe Izquierdo e increpó Hernández.
El joven esgrime sus argumentos en cada manifestación, en las cuales aparece siempre entre los grupos intermedios, como oculto, mediante una gomera o china, como le decimos en oriente, bastante original porque las gomas son muy largas, con una horqueta robusta, una bolsa repleta de metras de gran diámetro y tuercas de tres cuarto.
A los agentes policiales desarmados no enfrenta ni reta. Desde su burladero dispara a mansalva sus contundentes proyectiles contra la humanidad de aquellos.
Es su discurso, programa de acción y objetivo estratégico.
Lamenta uno que el joven la haya tomado por allí. No obstante, en cierto modo, se corresponde con su edad y escasa artillería intelectual. Siente uno que el Estado se vea obligado a aplicar sanciones al joven por atentar contra la seguridad de las personas, que lo son los policías. No es por sus luchas ni por ser una amenaza contra la estabilidad del régimen. Es un brazo ejecutor, una elemental y ordinaria pieza, de unos políticos sin nada por ofrecer que no sea violencia.
El elogio del “canastillero”, dirigente gremial importador, no es un reconocimiento a valores del muchacho, sino un juicio irónico, burlón y engañoso.
sábado, octubre 10, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario