domingo, agosto 19, 2007

LOS REBUZNOS CONSTITUCIONALES DE LOS FALSOS PROFETAS

LOS REBUZNOS CONSTITUCIONALES
DE LOS FALSOS PROFETAS
Eligio Damas

El presidente Chávez habló en la Asamblea Nacional y a más de uno dejó fuera de balance. Lo primero que quedó claro fue lo infundado de las manifestadas preocupaciones de buena y mala fe. Pese las reiteradas afirmaciones oficiales según las cuales el proceso de cambio revolucionario venezolano, no sería declarado marxista o marxista-leninista, los opositores de todos los espacios no se cansaron de afirmar lo contrario. Lo mismo sucedió con lo relativo a las formas de propiedad. Como había dicho hasta el cansancio, propuso reconocer varias formas de propiedad, entre ellas la propiedad privada como “la que pertenece a personas naturales o jurídicas y que se reconoce sobre bienes de uso y consumo y medios de producción legítimamente adquiridos.”
Con esta última cuestión se hace una definición muy característica del “socialismo venezolano del siglo XXI”. Para quienes hablaron hasta el cansancio, de un lado u otro, acerca de la eliminación de la propiedad privada, el presidente les quitó el banquillo. Quedó claro, como habíamos afirmado en entregas anteriores, que el proceso venezolano tomaría un peculiar camino y no había en el presidente intención de introducir cambios bruscos que demolieran el aparato productivo. Quiere fortalecer la disposición de erradicar de la economía nacional toda forma monopolística y prohibir “el latifundio por ser contrario al interés social.”
La prédica de mala fe, según la cual el Estado se apropiaría de la patria potestad de todos los menores, expropiaría aquel que tuviese más de una casa, un vehículo u otra cosa, eliminaría la educación privada, expresada por sectores oposicionistas, entre éstos miembros de la alta jerarquía eclesiástica, con la intención de desestabilizar la situación nacional se quedó, como se dice en el argot beibolìstico, con el bate al hombro.
Pero si propuso Chávez otras cuestiones que sería largo enumerar y comentar en un solo artículo. No obstante, si vale la pena mencionar dos cosas que expresan la exquisita sensibilidad social del jefe del Estado. La primera de ellas es referida a la creación del fondo de pensiones y jubilaciones para trabajadores no dependientes y la segunda, la disminución de la jornada de trabajo. Estas dos medidas, sólo pueden ser concebidas y aplicadas por quienes tienen hambre de justicia y deseos de favorecer a los más débiles y reiteran el perfil humanista del proyecto revolucionario.
Pero los “burros blancos” de la CTV, AD y Alianza al Bravo Pueblo, que en fin de cuentas son la misma cosa, salieron desaforados a oponerse no solamente a la intención de reformar la constitución sino a éstas dos últimas proposiciones en beneficio de los trabajadores. Cualquier desprevenido, sobre todo en el exterior, se asombraría por la posición de la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela), ante este asunto.
En efecto, en la organización adeca de “trabajadores”, expresaron su oposición diciendo que “la reducción de la jornada laboral no generará mas puestos de trabajo”. Y específicamente Alfredo Ramos, Secretario Ejecutivo de la mencionada “central de trabajadores”, expresó con rencor, que con tal oferta, Chávez sólo busca “perpetuarse en Miraflores”. Y esa afirmación parece una solemne ridiculez, pues quien así actúa como gobernante, bien merece el aplauso y reconocimiento popular.
Otro cetevista demostró su calaña de insensible y esquirol, al protestar que los trabajadores tuviesen más tiempo disponible para estudiar y aprender nuevas cosas. Simplificó el asunto con el disparate, según el cual, con eso el gobierno “pretende implantar un sistema de ideologización.”
Por su parte AD y su franquicia, Alianza al Bravo Pueblo, ésta con su único militante, Antonio Ledezma, se manifestaron contra las proposiciones oficiales. Para estos, lo único que cuenta es que Chávez aspira continuar en el poder. En nada les interesan los cambios y las soluciones en beneficio de los trabajadores y la consolidación de la soberanía nacional. Ledezma, con la simpleza y superficialidad que le caracteriza, aseguró que el asunto largamente meditado a nivel oficial e intensamente comentado desde tiempo atrás por la oposición misma, apenas persigue “desviar la atención ante las recientes denuncias de corrupción”.
Por eso, uno que no se asombra, porque sabe bien de los rencores, las escasas virtudes y fines inconfesables de quienes fueron desplazados del poder por la expresión de la soberanía popular, dice que los “burros blancos” se juntan para rebuznar y, al alimón, manifestar sus inconsecuencias con la gente que creen representar.

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