Extractos del discurso de José López Portillo en 1982
...Pero la preocupación y ocupación más constante de México en el ámbito internacional es el tránsito hacia un nuevo orden económico. Hemos insistido en que toda la gama de las relaciones económicas de los países en desarrollo y del mundo industrializado, tiene que ser transformada. [...]
Por lógica inexorable, la gran mayoría de los países en desarrollo tienen un saldo comercial negativo. El mantener el flujo de comercio en estas condiciones, implica necesariamente el surgimiento de corrientes crediticias que permitan el pago de mercancías y servicios a los paises industriales. El monto de ese crédito, si se quiere sostener el crecimiento de los países del Sur, y mantener el empleo en los países del Norte, debe ir en aumento, más aun si la costa de la deuda acumulada se incrementa vía las tasas de interés.
La reducción de las disponibilidades de crédito para los países en desarrollo tiene serias consecuencias, no sólo para ellos, sino para la producción y el empleo de los países industriales. No sigamos en este círculo vicioso. Podría ser el principio de un nuevo oscurantismo medioeval sin posibilidades de renacimiento.
Se conforma así una tercera amenaza. Me refiero al grave problema de la desarticulación del sistema financiero internacional. Como es por todos sabido, en tiempos recientes varios países muy endeudados, entre ellos México, se han visto obligados a iniciar un proceso de renegociación de su deuda externa.
Es paradoja que mueve a reflexión el hecho de que ahora critiquen el crecimiento de muchos países del Sur quienes le prestaron con ese fin, y ahora regatean el crédito para continuarlo, cuando sólo el crecimiento nos permitirá pagarles y comprarles. Hoy México y muchos otros países del Tercer Mundo no podríamos pagar conforme a plazos pactados en condiciones distintas a las que ahora privan. A nadie le conviene, y nadie quiere, suspender pagos. Pero el que esto suceda o no, rebaza el ámbito de voluntad y por consiguiente de responsabilidad de los deudores. Se requieren seriedad, criterio y realismo negociador de todos.
El sistema financiero internacional lo componen varias partes: los que prestan, los que se endeudan, y los que avalan, y está vinculado con los que producen y los que consumen, con los que compran y los que venden. La responsabilidad es de todos, y por todos debe ser asumida. Situaciones comunes producen posiciones semejantes, sin necesidad de conspiraciones o de intrigas.
Los países en desarrollo no queremos ser avasallados. No podemos paralizar nuestras economías ni hundir a nuestros pueblos en una mayor miseria para pagar una deuda cuyo servicio se triplicó sin nuestra participación ni responsabilidad, y cuyas condiciones nos son impuestas. Los países del sur estamos a punto de quedarnos sin fichas, y si no pudiésemos continuar en el juego éste terminaría en una derrota general.
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