viernes, octubre 26, 2007

EL MERCADO SE TRAGO A LA RENOVACION

Jorge Arrate, presidenciable socialista:

“El mercado se tragó a la renovacion”

Quien junto a Carlos Altamirano lideró la “renovación” del Partido Socialista en los años 80, se ha transformado en miembro destacado del grupo de once parlamentarios y dirigentes políticos y sindicales de la Concertación que suscribieron el documento Unir fuerzas para derrotar la exclusión. Ellos plantean una convergencia con la Izquierda extraparlamentaria con miras a las elecciones municipales y parlamentarias -sin descartar la presidencial- , para avanzar en la democratizació n y en la lucha “por un Chile socialmente justo”. Es Jorge Arrate Mc Niven, abogado, economista, escritor, académico y, siempre, político. En el gobierno de la Unidad Popular estuvo a cargo de la Corporación del Cobre, que se convirtió en Codelco. Fue ministro (del Trabajo, de Educación y de la Secretaría General de Gobierno) en las administraciones de Patricio Aylwin y Eduardo Frei; embajador en Argentina en el gobierno de Ricardo Lagos; dirigente, por un largo período -incluso presidente- del Partido Socialista. Hoy sostiene que hay que crear otro modelo económico y generar un nuevo pacto democrático y popular.Como ex ministro, ¿qué opinión tiene del actual gobierno? ¿Le falta liderazgo a la mano femenina?“No. Yo distingo entre la presidenta y el gobierno. Desde antes que Michelle Bachelet asumiera, la derecha ha tratado de disminuirla. Incluso en el primer tiempo hubo gente de la Concertación que comenzó a sumarse a esas críticas. Me parece un hecho histórico que en Chile haya una mujer socialista en la Presidencia de la República. Algunas de las cosas más importantes que ella ha hecho, en términos culturales, es formar un gabinete paritario y persistir en la lucha por la igualdad social de la mujer. Yo fui educado por compañeras y amigas en una temprana comprensión de que la democracia también es de género”.¿Cuáles son los problemas fundamentales que ve en este gobierno?“Chile pasa por una etapa de auge económico, debido al alto precio del cobre y a la acumulación de una cantidad importante de excedentes. En ese contexto, considero un error haber constituido el gobierno sobre la base de confiar el manejo de la economía a los liberales más ortodoxos, el área de las políticas sociales a los socializantes y los cargos de mayor responsabilidad política a dirigentes destacados de la Democracia Cristiana. El supuesto era que habría suficientes recursos para traspasar a las políticas sociales. Pero cuando las papas queman, nos encontramos con que no se puede gastar más. La abundancia hay que ahorrarla, porque si se gasta se desmorona el modelo. Entonces, lo que hay que poner en cuestión es el modelo”.¿Hay que reemplazar el modelo neoliberal o introducirle cambios? “En la transición pactada el único factor favorable que se heredó fue que la economía estaba funcionando. Y en los primeros tiempos de la Concertación buscamos no alterar el funcionamiento económico. Existía un trauma con lo que había pasado en la economía durante el gobierno del presidente Salvador Allende a pesar que no sólo fue responsabilidad nuestra, sino también resultado de las acciones desestabilizadoras de la CIA y del sabotaje de la gente de dinero en Chile-. Eso llevó a ser extremadamente cautelosos en materias económicas y militares. La economía continuó funcionando, incluso con un crecimiento mayor al que registró durante la dictadura. Lo que no se percibió fueron las limitaciones del modelo. Se creyó que se podía contrarrestar el funcionamiento de un mercado desregulado en cierto sector… Porque la competencia existe para las pymes, que tienen una tasa muy alta de natalidad y mortalidad. Pero entre las grandes empresas -AFP, telefónicas, etc.- no hay competencia, salvo en un pequeño espacio. Vivimos en la economía del duopolio o del oligopolio. En definitiva, no fue posible contrarrestar el funcionamiento del mercado, que ha llevado a una distribución escandalosa del ingreso. La única manera de enfrentar las desigualdades en Chile es concibiendo otro modelo que utilice parámetros distintos”. ¿Tiene nombre ese modelo, o hay que inventarlo?“Hay que crearlo, teniendo en cuenta las particularidades de cada país. Se deben revisar cuestiones básicas del modelo actual. Por ejemplo, estamos en situación de sustituir el concepto de la focalización de las políticas por la universalizació n. Hay que revisar el esquema de desarrollo, que ha permitido que el país crezca sobre la base de impulsar al sector exportador y la apertura a nuevos mercados. Hay que pensar en un país que no sólo elabore una estrategia de crecimiento, sino también de desarrollo. Eso significa un modelo propio de desarrollo productivo, no seguir con el modelo dedicado a la exportación de productos naturales, materias primas y concentrados de cobre. Hay muchos aspectos de este modelo que, al cambiarlos, significan concebir otro”. UN NUEVO PACTO DEMOCRATICO¿La Concertación es un esquema agotado?“La veo con fuerte tendencia a seguir bailando en la misma baldosa. Y hay mucha gente, como yo, que no desea seguir así. La Concertación ha hecho cosas importantes, pero no ha hecho otras. La Concertación tiene que mirarse a sí misma, hacerse una autocrítica, abrir puertas y ventanas. Esto quiere decir establecer de inmediato un diálogo político con los sectores excluidos, que alcanzan al 50 por ciento de la ciudadanía”.¿Usted plantea nuevas alianzas políticas?“Una cosa es mi deseo y otra lo que deseen los actores. En mi partido, por ejemplo, el comité central acordó proponer a la comisión política iniciar diálogos para un acuerdo electoral instrumental con sectores excluidos del Parlamento. Es un paso. Pero yo no me quedo en lo instrumental, hay que armar un nuevo pacto democrático y popular. Convoco a lo que Eugenio González Rojas (uno de los fundadores del PS, senador y rector de la Universidad de Chile. N. de PF) llamaba a fines de los 50, ‘las fuerzas de avanzada social’; a lo que Radomiro Tomic en los 60 llamó ‘la unidad social y política del pueblo’. Hay que replantearse esa perspectiva, porque pocos países tienen una derecha tan poderosa como la de Chile. Es un deber político y ético de las fuerzas democráticas coaligarse a un cierto nivel. Yo aspiro a que la Concertación adopte esa línea”.¿Qué le pasa al PS que se nota poco? Está muy silencioso en este gobierno.“No comparto ese punto de vista. La sociedad lo debe considerar silencioso, porque el PS está muy desligado de lo que ocurre en la sociedad. Hemos llegado a un punto en que el partido es un conjunto de dirigentes. Tiene más de cien mil afiliados y votan treinta mil en las elecciones internas. ¿Pero cuántos son los que participan activamente, y en qué? El partido tiene que hacer una revolución interna si quiere devolver a los militantes la fe en sus principios. Eso pasa, entre otras cosas, por volcar la mirada hacia la sociedad, pero también por incorporar sociedad al partido. Los dirigentes que han sido legitimados por las organizaciones sociales deberían tener un reconocimiento a nivel de la dirección del PS. Es inconcebible que el presidente de la CUT, Arturo Martínez, socialista, no sea miembro del comité central. Hay también muchos compañeros y compañeras que son presidentes de juntas de vecinos, dirigentes ecologistas, de derechos humanos, de igualdad sexual, que tienen legitimidad social. También debería estar en el comité central, de acuerdo a ciertas reglas, quien alcance cierta posición en el mundo de la cultura -los premios nacionales, por ejemplo-. Si uno mete sociedad dentro del partido, otro gallo va a cantar”.Pero el año pasado, durante la movilización “pingüina”, hubo dirigentes socialistas que fueron llamados a terreno por el PS y se perdieron como dirigentes del movimiento estudiantil. “César Valenzuela era socialista y entiendo que Karina Delfino ingresó después. Pero, sinceramente, no sé qué sucedió. Fui veinte años miembro del comité central, pero desde 1998 no me presento a elecciones. Me he dedicado a escribir, ése es el aporte que he hecho al PS y a la Izquierda en general. Pero los dirigentes estudiantiles, especialmente los ‘pingüinos’, tienen una expectativa de vida muy baja como dirigentes. Yo fui secretario general de la Federación de Estudiantes Secundarios durante un año, después entré a la universidad y fui candidato a presidente de la Fech. Luego egresé, me transformé en profesional y sé que la reinserción es muy difícil, porque ya no está ese espacio que uno tenía para hacer política. Pienso que hay que ponerle ojo a una generación como la de los dirigentes ‘pingüinos’, darle posibilidades para que se desarrolle y siga interviniendo” . ULTRA RENOVADOS DE HOY En los últimos años usted no ha participado activamente en política, ¿por qué aparece ahora con este planteamiento de “unir fuerzas”?“Llevo diez años sin postular a cargos en el partido y no pienso postular. Pero no me he dedicado sólo a lo literario. He escrito en estos años Memoria de la Izquierda chilena, junto con Eduardo Rojas, y el último libro, Pasajeros en tránsito, también es político. Además escribí una novela sobre la transición. O sea, no me he podido sacar a la política de encima. Por lo demás, la línea que estoy planteando es la misma que he planteado siempre”. Sin embargo sus planteamientos de ahora son distintos a los que tuvo...“Para nada. En lo básico, he mirado la realidad desde distintas ventanas, pero nunca me he cambiado de orilla”. ¿Sigue siendo renovado?“Eso hoy no tiene significado. Mi idea de la renovación es distinta de la de quienes se dicen renovados. La renovación fue un rescate del pensamiento de Eugenio González y de Salvador Allende, que establecían una vinculación muy estrecha entre socialismo y democracia. Significó, básicamente, establecer que para los socialistas la democracia y la lucha democrática de masas eran su espacio y su límite de acción. Pero cometimos un grave error: por mirar tanto la democracia y la dictadura, no miramos el mercado. La renovación no tuvo un planteamiento frente al mercado, y éste se fue tragando a la democracia y a la propia renovación. Los renovados de hoy, los ‘ultra renovados’, son progresistas que han asumido posiciones liberales”.Están como a la derecha…“En la centroderecha, dijo Carlos Altamirano. La derecha es tan dura en Chile que no me parece calificar de derecha a alguien de la Concertación. Yo fui renovado, pero permanentemente he escrito contra lo que llamo post renovación y ultra renovación. En los libros que he escrito nunca sostuve la división de las fuerzas de Izquierda. Dije que no bastaba el acuerdo comunista-socialist a para enfrentar lo que venía y que teníamos que abrir un gran espacio a los cristianos. Nunca estuve por excluir a alguna fuerza y siempre he planteado que en Chile hay que aislar a la derecha. Para eso hay que unir fuerzas, desde la Democracia Cristiana hasta los sectores de Izquierda excluidos, como el Partido Comunista, La SurDa, el Movimiento Nueva Izquierda, Fuerza Social y Democrática, etc. Lo que he hecho es reiterar algo que también otros han planteado. Mal que mal, no hay que olvidar que Ricardo Lagos y Michelle Bachelet han sido presidentes gracias a los votos de toda la Izquierda. Cada vez que nos unimos, derrotamos a la derecha”.Pero cada vez los sectores más de Izquierda han quedado de lado. Pasó en la lucha contra la dictadura... “Tiene razón -aunque los socialistas nunca fueron partidarios de excluir a nadie-. Pero la realidad era muy distinta a la de ahora. Había un PDC que no aceptaba un acuerdo con las fuerzas de Izquierda. No era viable, por ejemplo, pedirle a la DC un acuerdo con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez”. También el PS trató de mostrar la mejor cara al centro y la derecha, para que no lo siguieran viendo como el antiguo partido marxista. Y le volvió la espalda a la “otra” Izquierda. “No es así. Quizás a los socialistas les ha faltado fuerza y persistencia para luchar contra la exclusión, pero el PS ha luchado más que cualquiera otro. Una de las promesas que hicimos como Concertación fue ‘una patria para todos’. La Concertación tiene que pensar hoy por qué en 17 años no hemos sido capaces de construir esa patria”.¿Planteando una nueva alianza el sector del PS al cual usted pertenece levanta su candidatura presidencial? “Siempre he denunciado los ‘clubes’ o corrientes, las instancias cerradas dentro del PS. Soy el único dirigente que cuando se reunificó el partido disolvió su corriente -la que incluso llevaba mi apellido, lo que me daba mucha vergüenza-. No pertenezco ni quiero pertenecer a ninguna corriente. Trabajo con un grupo de gente en un movimiento de ideas que se conoce como ‘Nuevo socialismo’, donde me siento muy cerca del diputado Sergio Aguiló y de otros dirigentes históricos del partido. Nuestra pretensión no es negociar cargos en el Estado ni cupos en el Parlamento. Aunque parezca raro: nuestra pretensión es la que decimos, unir fuerzas. Y lograr que esta fuerza rompa la cerradura que convierte a Chile en un país que crece económicamente, pero donde el producto del crecimiento se lo llevan los que más tienen, un país con una democracia incompleta donde no existe plenitud de derechos. Yo no aspiro a cargos. He dicho ‘si para ayudar a esa idea es necesario hacerse responsable de una candidatura presidencial, lo voy a hacer’. Si hay alguien mejor, no tengo ningún problema”. Los precandidatos que suenan más fuerte en su partido son Ricardo Lagos y José Miguel Insulza. ¿Con cuál se quedaría si tuviera que elegir? “Soy contrario al sistema binominal tanto en la Constitución como entre los socialistas. No entiendo por qué, cuando faltan dos años para que se designen los candidatos, cuando ni siquiera se ha abierto una instancia dentro del PS donde se pueda discutir, y cuando la mayoría dice que es muy pronto, traten de encerrarse en un binominal. En esa elección, no me gusta ninguno de los candidatos”PATRICIA BRAVO

Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR de Chile
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