sábado, septiembre 22, 2007

ETICA POLITICA , CRISTIANA Y REVOLUCIONARIA

DESDE CUBA


MORAL BÁSICA FUNDAMENTO DE TODA ÉTICA. LA ÉTICA DEL PADRE NUESTRO.

Por Félix Sautié Mederos
E-Mail: fsautie@yahoo.com

Ética Política, Cristiana y Revolucionaria.

En el Evangelio de Lucas, encontramos que Jesús en respuesta a una pregunta planteada por un discípulo suyo que le plantea, “Señor enséñanos a orar..”, les dijo: “Cuando oréis decid: Padre santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en la tentación.” (Lucas 11, 2 al 4. Biblia de Jerusalén).

Con esta respuesta Jesús entre otras cuestiones importantes, ratifica sus principios de amor, perdón, sencillez y pasión por las cosas cotidianas de la vida como es la búsqueda de la subsistencia, en este caso simbolizada por el pan. Esta impronta de sencillez y amor, rompía con el esquema de la idea que tenían los judíos en relación con el Mesías que estaban esperando, pues consideraban que sería un Rey libertador que haría uso de los mecanismos y procedimientos de guerra, luchas y enfrentamiento por la fuerza que tradicionalmente les eran conocidos, si bien sería alguien justo y virtuoso.

Cuando Jesús fue presentado a Pilato por parte de los sacerdotes y de las demás castas de poder del Israel de aquel momento quienes lo consideraban un peligro para sus intereses de dominación, en virtud de lo muy especial de su prédica, así como el desdén por las leyes que llevadas al extremo del absurdo oprimían al pueblo, unido con el hecho de curar los sábados y rodearse de los pecadores, publicanos, prostitutas, pescadores, leprosos y demás personas consideradas excluidas dentro de la sociedad de su tiempo. Entonces, Pilato lo interrogó con la siguiente pregunta, según el Evangelio de Juan: “<<¿Eres tú el rey de los judíos?>>Respondió Jesús: <<¿Dices eso por tu cuenta o es que otros te lo han dicho de mi?>> Pilato respondió: ¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mi. ¿Qué has hecho?.>>Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí>>Entonces Pilato le dijo: <<¿Luego tu eres rey?>>Respondió Jesús:<<>>Le dice Pilato: <<¿Qué es la verdad?>>” ( Juan 18, 33 al 38 . B.J.)
En este diálogo, efectuado en los dramáticos momentos en que Jesús se enfrentaba a la etapa decisiva de su obra redentora, cuando solo faltaban unas pocas horas para la crucifixión, Jesús le deja bien claro y especificado a Pilato quien en definitiva representa al mundo y sus poderes temporales en ese pasaje, que sí que él es Rey pero que su Reino no es de mundo y lo relaciona directamente con la verdad de la cual ha venido a dar testimonio, a lo que Pilato en una muestra de incomprensión y escepticismo total sobre algo que verdaderamente no entendía, le pegunta “¿Qué es la verdad?” . Realmente desde el punto de vista externo se planteaba una confusión de todo porque en vez de estar Jesús ante Pilato era al revés. Pilato consideraba que quien comparecía ante él como autoridad máxima de todo aquel territorio era Jesús y lo que intuimos de la narración es que Pilato comparecía en realidad ante Jesús. El diálogo resulta ser explícito al respecto.

Esta situación extrema muy al final de la primera parte de la Misión de Jesús en la tierra, encierra una anticipación de lo que es el Reino de los Cielos en donde se encuentra el Padre, a quien Jesús nos enseñanza nos a dirigirnos. A tales efectos, encontramos que en el devenir de los tiempos hasta su consumación definitiva, se ha pronunciado, se pronuncia y se pronunciará la oración única que nos planteó en su Evangelio. Esta definición explica con toda claridad el contenido del Reino de los Cielos que ha venido a anunciar a todos los seres humanos, con “palabras de todos los tiempos” como son las palabras recogidas en el Evangelio.
De aquí la trascendencia y la conexión que tiene la oración del Padre Nuestro con la prédica de la verdad y la obra redentora de Jesús, así como la enseñaza de objetividad con las cosas cotidianas y con nuestras relaciones con Dios. Todo lo cual rompió los mitos, el ocultamiento y las manipulaciones de poder que los escribas y fariseos hacían con la tradición, la historia y el culto, utilizados no como medios de relacionarse con Dios sino como instrumentos de dominación y de poder.

Esta es la oración por excelencia que repetimos los cristianos de todas las denominaciones y tendencias en el mundo entero y que muchas veces lo hacemos sin entender a cabalidad toda la extensión y el contenido de las palabras que Jesús nos enseñó a articular. Los católicos repetimos el Padre Nuestro como parte importante de la liturgia Eucarística, cuando ya se ha manifestado la transustanciación del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, y según nuestra fe en ese momento se encuentra el Maestro de cuerpo presente y real junto a nosotros. Es un instante muy especial y significativo que realmente conforma el ambiente propicio para dirigirnos al Padre Creador y que por tanto deberíamos tener un especial cuidado en la meditación profunda de las palabras que estamos repitiendo, de acuerdo con la fórmula más universalmente especificada de la traducción de lo que dijo Cristo al respecto en el Evangelio según lo que se recoge expresamente en el Misal del Vaticano II, 9na. Edición del 2003, Editorial Desclée de Bouver, Bilbao , España, página 1152 y 1153:


Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Es precisamente de esa oración de la que pretendo escribir en este capítulo que extraigo de la parte del Evangelio en que Jesús enseña a sus discípulos esta forma de orar, así como el rechazo que hace del contenido de la Moral Legalista que regía en su medio en el momento de su venida a la tierra.
Si desmenuzamos concienzudamente las palabras de Jesús veremos que no sobran ni faltan, que su lenguaje es llano, libre de rimbombancias y de adjetivos innecesarios. Son muy diversas las enseñanzas éticas que podemos sacar del Padre Nuestro. Es la conversación de alguien que con el debido respeto se acerca a su Padre con el que tiene relaciones cotidianas de aprecio y confianza, para expresarle cuestiones que le resultan básicas, tales como la necesidad de la venida de un verdadero Reino de justicia, amor y de paz, dentro del cual la realidad es algo que en definitiva es y no la realidad que quisiéramos que fuera o la realidad que se nos quiere imponer porque esa realidad se encuentra en relación directa con la voluntad del Padre, que es en definitiva una voluntad enfrentada a la contradicción binaria entre el bien y el mal del cual deseamos librarnos para lo que necesariamente tendríamos que preservarnos de la tentación, que se enfrenta con la verdad de la vida que ha venido a anunciarnos Jesús según sus propias expresiones a Pilato.

La realidad material esta representada por el pan cotidiano que nos resulta imprescindible para la subsistencia y que le rogamos al Padre para su consecución, que por demás debemos trabajarla nosotros de acuerdo con nuestro libre albedrío esencial que comporta nuestra imagen y semejanza con Dios. Jesús procura que pongamos los pies sobre la tierra al disponernos a hablar del pan de cada día, que es una necesidad material primaria para la subsistencia. Es precisamente de esa oración a la que me refiero en este capítulo de la serie Ética política, cristiana y revolucionaria.

En el Padre Nuestro, comienza Jesús a plantearnos que el Padre Creador está en el cielo, lugar místico que no deberíamos confundir ni con las nubes ni con las capas superiores de la atmósfera que tantas veces se han usado para presentarlo desde un punto simplista. El cielo de que nos habla Jesús en sus anuncios evangélicos no tiene una ubicación física espacio- temporal al uso de lo que tradicionalmente conocemos como tal, sino que es parte del un concepto místico esencial que mucho tiene que ver también en su expresión con el lenguaje de todos los tiempos en que está expresado el mensaje del Evangelio.

Este concepto místico tiene además una objetividad material que desde el punto de vista intersubjetivo, nos la explica Teilhard de Chardin el científico y místico de la naturaleza de la Compañía de Jesús, en su Himno a la Materia, que por su importancia para el estudio de estos conceptos cito en extenso a continuación:


“Bendita seas tú, áspera Materia, gleba estéril,
dura roca, tú que no cedes más que a la violencia y
nos obligas a trabajar si queremos comer.

Bendita seas, peligrosa Materia, mar violenta, indomable
pasión, tú que nos devoras si no te encadenamos.

Bendita seas, poderosa Materia, Evolución, irresistible,
Realidad siempre naciente, tú que haciendo estallar en
cada momento nuestros encuadres nos obligas a buscar
cada vez más lejos la Verdad.

Bendita seas, universal Materia, Duración sin límites,
Éter sin orillas, Triple abismo de las estrellas, de los
átomos y de las generaciones, tú que desbordando y
disolviendo nuestras estrechas medidas nos revelas las
dimensiones de Dios.


Bendita seas, impenetrable Materia, tú que, tendida por
todas partes entre nuestras almas y el Mundo de las Esencias,
nos haces consumir en el deseo de atravesar el velo
inconsútil de los fenómenos.

Bendita seas, mortal Materia, tú que disociándote un día
en nosotros, nos introducirás, por fuerza, en el corazón
mismo de lo que es.

Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin tus arranques, viviríamos
inertes, estancados, pueriles, ignorantes de nosotros mismos
y de Dios. Tú que castigas y que curas, tú que resistes y que
cedes, tú que trastruecas y que construyes, tú que encadenas
y que liberas, Savia de nuestras almas, Mano de Dios, Carne
de Cristo, Materia, yo te bendigo.

Yo te bendigo, Materia, y te saludo, no como te describen, reducida
o desfigurada, los pontífices de la ciencia y los predicadores de
la virtud, un amasijo, dicen, de fuerzas brutales o de bajos apetitos,
sino como te me apareces hoy, en, en tu totalidad y tu verdad.

Te saludo, inagotable capacidad de ser y de Transformación en
donde germina y crece la Sustancia elegida.

Te saludo, potencia universal de acercamiento y de unión mediante
la cual se entrelaza la muchedumbre de las mónadas y en todas
convergen en el camino del Espíritu.

Te saludo, fuente armoniosa de las almas, cristal límpido de donde
ha surgido la nueva Jerusalén.

Te saludo, Medio divino, cargado de Poder Creador, Océano agitado
por el Espíritu, Arcilla amasada y animada por el Verbo encarnado.

Creyendo obedecer a tu irresistible llamada, los hombres se precipitan
con frecuencia por amor hacia ti en el abismo exterior de los goces
egoístas.

Les engaña un reflejo o un eco.
Lo veo ahora.

Para llegar hasta ti, Materia, es necesario que, partiendo de un contacto
universal con todo lo que se mueve aquí abajo, sintamos poco a poco
cómo se desvanecen entre nuestras manos las formas particulares de
todo lo que sostenemos, hasta que nos encontremos frente a la única
esencia de todas las consistencias y de todas las uniones.

Si queremos conservarte, hemos de sublimarte en el
dolor después de haberte estrechado voluptuosamente
entre nuestros brazos.

Tú, Materia, reinas en las serenas alturas en las que los
Santos se imaginan haberte dejado a un lado; Carne tan
transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un espíritu.

¡Arrebátame, Materia, allá arriba, mediante el esfuerzo, la
la separación y la muerte, arrebátame allí en donde al fin
sea posible abrazar castamente al Universo!

Abajo, en el desierto que se ha vuelto a calmar,
alguien lloraba: ‘¡Padre mío, Padre mío! ¡Qué viento
alocado se lo llevó!’

Y en el suelo yacía un manto.

Jersey, 8 de agosto de 1919”

(Himno del Universo. Teilhard de Chardin, Ediciones Taurus, 1967, España, páginas 70 y 71)


Volviendo al análisis en específico del contenido del Padre Nuestro es necesario ubicarnos en el contexto en que Jesús plantea a sus discípulos esta forma de orar, así como el contenido de la Moral Legalista que imperaba entonces en aquel medio, la que Jesús estuvo constantemente denunciado, así como fustigando a las personas que hacían suyas aquellas ideas de doble rasero en donde lo más importante era la expresión externa que todos pudieran observar y nunca el verdadero contenido interior a que estaba llamando Jesús.

Encontramos entonces en las dos versiones la de Lucas y la de Mateo que nos plantean en los evangelios sinópticos una complementariedad muy interesante, que paso a explicar a continuación:

Lucas en su capítulo 11, versículo 1 nos plantea textualmente que: “Estaba orando en cierto lugar y cuando terminó le dijo uno de sus discípulos: Señor enséñanos a orar…” Claramente se refiere Lucas a lo que conocemos como un lugar teológico, que tiene que ver con todos los tiempos y con un concepto místico básico de lo que constituye el espacio para las verdades y los planteamientos de Dios.

En tanto que en Mateo encontramos insertado el pasaje en la estructura organizativa que los especialistas bíblicos han subtitulado con la expresión “DISCURSO EVANGÉLICO” en donde se plantean específicamente aspectos de índole estrictamente doctrinal en el siguiente orden de expresión: Las bienaventuranzas; Sal de la tierra y luz del mundo (planteamiento que le hace a sus discípulos sobre lo que deben ser y significar en el desenvolvimiento de sus vidas); Cumplimiento de la Ley (en donde expresa que ha venido a dar cumplimiento de la Ley de los Profetas y los Patriarcas); La justicia Nueva, superior a la Antigua ( en donde plantea que la justicia nueva debe ser mayor que la de los escribas y fariseos); Limosna en secreto (en donde critica severamente a quienes practican la justicia delante de los hombres para ser vistos); La oración en secreto (en donde llama hipócritas a los que oran en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres); entonces plantea como la verdadera oración al Padre nuestro, con las siguientes recomendaciones específicas: “Y, al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. Vosotros, pues, orad así:” Entonces plantea el texto del Padre Nuestro que recoge Mateo. (Mateo 6, 5 al 9. B.J.)


Vemos en el texto que Jesús con especial énfasis rechaza todo extremismo, exhibicionismo así como las posiciones afectadas que muchas veces ocultan a la mentira. Mientras que del contenido de su oración emanan un conjunto de principios morales y éticos universalmente aceptados, no solo por los creyentes sino por la gran mayoría de las personas de buena voluntad.

En este sentido, tenemos que Lenin muchos años después que Jesús planteó algo muy interesante al respecto del extremismo y del exhibicionismo, cuando dijo una frase muy conocida en nuestro medio local habanero, que me permito parafrasear en el sentido de que cuando se rasga la piel de un extremista entonces se encontrará a un oportunista. Es demostrativo que los planteamientos y las denuncias de Jesús en su tiempo han influido sensiblemente en todo el pensamiento político progresista posterior, lo que significa una muestra muy importante sobre el contenido de los valores que se expresan como parte de la Ética Política Cristiana y Revolucionaria que estoy exponiendo en esta serie de artículos.
En esta misma dirección podríamos encontrarnos con el planteamiento de Carlos Marx, en el sentido de que el hombre antes de pensar en política pensó en comer. Recuerdo yo que con esta frase ocasionalmente, se ha tratado de manipular la necesidad de espiritualidad que es inherente al ser humano e incluso la importancia que tiene la fe para el desenvolvimiento de la vida. Lo que dijo dentro del contexto en que lo expresó Carlos Marx, es una ubicación muy importante en relación con la política como ciencia y arte para gobernar, que lógicamente ha de tener una prioridad básica planteada a partir de las crecientes necesidades de la población y de la lucha cotidiana por la subsistencia. En este sentido puedo expresar que, cuando analizamos las palabras del Padre Nuestro, comprendemos que son precedente de todo este pensamiento social posterior debidamente reflejado en su contenido cuando Jesús plantea prioritariamente la obtención de “nuestro pan de cada día”. Sin además descuidar para nada el aspecto conceptual de la limpieza de conciencia, sobre la base de hacernos hablarle al Padre sobre la redención de nuestras culpas en un importante concepto de doble vía, o sea de que nos perdone nuestras culpas en tanto que nosotros perdonamos a los demás. Dice textualmente el Padre Nuestro al respecto: “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Mientras que en lo referido al permanente enfrentamiento del mal a que estamos convocados todos los seres humanos, en virtud de ser una imagen y semejanza de Dios, plantea concretamente el texto en cuestión: “no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.”

Con lo planteado hasta aquí no se agota todo lo que desde el punto de vista moral y ético puede sugerir el contenido del Padre Nuestro, que se proyecta sobre el presente y el futuro como fuente inagotable de ideas y principios de permanente valor espiritual que deberíamos meditar más profundamente cada vez que lo repetimos como parte de nuestras oraciones en la liturgia que ponemos en práctica. Con este capítulo solo se ha esbozado un estimulo a continuar profundizando en la meditación sobre el contenido del Padre Nuestro y a la atención que debemos prestar a las palabras que repetimos cuando la estamos orando.

(SEMANARIO UNICORNIO, POR ESTO!, MÉRIDA YUCATÁN, DOMINGO 16 DE SEPTIEMBRE DEL 2007)
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