Jamás nos rendiremos. Somos rojos, rojitos. Jamás nos rendiremos ante el enemigo imperialista ni vamos a permitir tampoco que se repita en Cuba
la experiencia europea de burocracias corruptas que traicionaron a los trabajadores, al pueblo y al socialismo.
Leonel González Díaz (Para Kaos en la Red) [13.09.2007 00:47]
Cuando dudo/de quien dijo/, que su dicho favorito era/ “Hay que dudar de todo”/ estoy siguiéndole/¿Y como podría quedar anticuada su frase según la cual el libre desarrollo de cada uno es la condición del libre desarrollo de todos? lo que queda anticuado/ son aquellos de sus discípulos/ que olvidan tales palabras/ una y otra vez
… y los beatos ortodoxos/ que quieren probar/ la vigencia de cada palabra y de cada coma/ prueban cuanta razón tenia/(y con ello cuanto no tenia/)cuando se burlaba/
Je ne suis pas un marxiste
“karl Marx 1983” Erich Fried –poema/ fragmentos.
La contradicción interna esencial hoy en Cuba -para los revolucionarios- es el conflicto entre un viejo Modelo de Socialismo que, cumplido su rol histórico en las condiciones cubanas, hoy muestra graves insuficiencias y deficiencias, y el nuevo que puja por nacer.
Es la contradicción entre el llamado Socialismo de Estado y el Socialismo que Marx llamó la sociedad cooperativa, la sociedad de productores libres y asociados, en el cual el libre desarrollo de cada uno, sea la condición para el libre desarrollo de todos, lo que pudiéramos llamar la contradicción entre lo nuevo y lo viejo.
El Socialismo de Estado, que posibilitó notables avances a nuestra sociedad, presenta, actualmente, graves conflictos entre centralismo y democracia y entre enajenación y emancipación. Su modelo económico no ha resuelto problemas muy importantes. Muchas condicionantes de ese modelo han cambiado debido a múltiples factores y debe revisarse.
Tenemos que repensar el socialismo. Los revolucionarios cubanos debemos preguntarnos ¿Qué es Socialismo? Conscientes de que la mayoría de nosotros tenemos una concepción de Socialismo decididamente condicionado por el enfrentamiento a EE.UU. e influenciado por la experiencia soviética, que fracasó, lamentablemente, también debemos reconocer que en nuestra sociedad no es conocido, suficientemente todavía, un análisis integral de las causas de la caída del socialismo europeo.
Hay que reeditar “el gran debate”, ahora con la experiencia adquirida y con la misma osadía del Che.
El Socialismo que aprendimos, fuera en Cuba o en la propia URSS fue, mayoritariamente, un socialismo mutilado, vulgar y dogmático y las razones integrales de su caída no han podido ser conocidas por la mayoría de los revolucionarios cubanos debido a la urgencia de otros problemas.
El audaz intento bolchevique se acelerar la historia -incluso revisando a Marx- chocó con condiciones extraordinariamente negativas.
Lenin, quien, al final, vio claramente los peligros, casi no tuvo tiempo de reaccionar pero dedicó los últimos minutos de su vida a tratar de neutralizar el cáncer burocrático que observaba venir. En 1922 comentó…”Ahora en conciencia debemos decir… que denominamos nuestro a un aparato que nos es fundamentalmente extraño…Tenemos un estado obrero con deformaciones burocráticas… un aparato que adolece de muchísimos defectos, que es dos veces mas abultado de lo necesario, que muy a menudo trabaja no para nosotros, sino, contra nosotros…”Lenin XI Congreso PCRl.
Confiaba en que podían mejorarlo.
En 1923, hasta sus últimos momentos de lucidez, trabajó afanosamente por ampliar el control obrero y campesino y por hacer del socialismo un régimen cooperativista. No tuvo oportunidad, o más bienno le dejaron.
Ya todos conocemos la historia posterior. A su fallecimiento, Stalin y sus cómplices no solo ignoraron a Marx, ocultaron el testamento de Lenin, desconocieron sus últimos aportes; más tarde fue eliminado Trosky y muchos otros dirigentes bolcheviques, y haciendo del modelo de Socialismo de Estado soviético el “único” verdaderamente revolucionario, lo impuso al resto del movimiento comunista y a muchos honestos, pero incultos, confundidos o ingenuos revolucionarios, contaminando de muerte el socialismo.
Una personalidad como la de Stalin fue a la vez efecto y causa, pero no debemos cometer superficialidades históricas, actuó, desgraciadamente, en el más infernal y complejo de los escenarios, que agravaron sus lados oscuros y limitaron los verdaderamente revolucionarios.
El drama fue intenso, presionados por todos los enemigos, se alejo continuamente -en nombre de la defensa- la concreción de los ideales y se creó una sociedad en la que lo que no estaba prohibido era obligatorio y el pasado y el futuro eran más importantes que el presente. Y peor aun, cuyos mecanismos autocríticos fueron amordazados.
El desastre, sin embargo, fue avizorado por muchos revolucionarios a los que no se les hizo caso. Ni uno solo de los partidos de ese Socialismo “científico y real”, con su poder estatal, sus grandes intelectuales orgánicos, sus comisiones de control, sus institutos académicos, sus medios de información monopólicos, sus reuniones, sirvió para prever, impedir o rectificar las deformaciones. Se convirtió al partido en un ejército y un ejército espera órdenes. Es la educación que recibió. Por eso el Partido no es, no puede ser un ejército.
Todos los intentos posteriores, desde el XX Congreso hasta la Perestroika , llegaron demasiado tarde, enfrentaron una burocracia inamovible, carecieron de la profundidad, integralidad, y estrategia adecuadas, además de enormes ingenuidades respecto al enemigo imperialista e interno. El capitalismo, sus órganos especiales utilizaron todo aquello¿podría haber sido de otra forma?
La complejidad fue total, pero cualquiera que fueran las causas, insuficiencias filosóficas o materiales de origen, idealismo excesivo, presión del enemigo e inadecuada respuesta simétrica a su reto militar, lentitud y errores respecto al desarrollo científico-técnico, soledad, excesiva carga del internacionalismo, ceguera y sordera de poder, o simplemente ambiciones, corrupciones y traiciones, no se supo luchar contra tendencias que condujeron la revolución a la derrota y el pueblo concluyó que el costo era demasiado.
La esencia de todo fue que los excelsos ideales proclamados jamás fueron plasmados suficientemente en la realidad cotidiana. El conflicto con el enemigo y las necesidades coyunturales del poder se sobrepusieron a la concreción de los ideales esenciales por los que se había luchado.
Está pendiente un análisis profundo de cómo estructuras y revolucionarios consecuentes pudieron derivar en estructuras y revolucionarios conservadores y además, represores de sus propios compañeros de lucha.
Aquellos que subestimaron la socialización, la real democracia popular y visualizaron -y divinizaron- el avance del socialismo, a través, únicamente, del fortalecimiento del Estado y un vanguardismo y dictadura política excesiva, con todo lo “popular” que pueda ser, condujeron el proyecto al desastre. Separar la libertad y la democracia de la justicia fue un error.
Debemos reflexionar sobre todas las experiencias de construcción socialista, no sólo sobre la que prevaleció en la URSS desde fines de la década del 20.Y agradecer siempre al pueblo soviético todo el esfuerzo que hizo para consolidar nuestra revolución incluyendo el reconocimiento al sacrificio soportado dándonos bienes de los que ellos se privaban.
Esa reflexión debe ser severamente critica, pero también, multilateral y serena, no hay que “botar el niño con el agua de la bañadera”, advertencia conveniente cuando se pretende, por parte del enemigo, invalidar todo y por parte de otros, entorpecer que se saquen todas las enseñanzas necesarias al movimiento revolucionario.
Y lo que no debemos permitirnos es desconocer que el capitalismo puede cambiar de forma pero no de esencia, el del 2007 es esencialmente el mismo que analizó Marx; vive gracias a la explotación, la opresión y la enajenación de los más para provecho de una ínfima minoría, agravado ahora porque ese modelo conducirá al planeta a su agotamiento.
No hay que ser, tampoco, ilusos. Los revolucionarios debemos evitarle al pueblo sufrimientos y esfuerzos innecesarios, debemos ser especialmente cautelosos con la violencia, pero no podemos renunciar a defendernos. Esto es algo que siempre requerirá, como todo, del análisis concreto de la situación concreta
Obviamente si hay cosas que deben ser repensadas, en especial la correspondencia entre los fines y los medios, el carácter de las vanguardias y el papel de la socialización y la democracia revolucionaria.
El socialismo fracasado nos enseñó que nadie debe abdicar de pensar y menos sustituir a dios o al zar por el secretario general, ni al pueblo y el partido por el buró político ni a todo esto por la divinización del Estado. La mezcla de ignorancia, dogmatismo e intereses personales en ese socialismo fue superior a los ideales socialistas en esos procesos.
También que no se pude confiar para nada en el enemigo, tengan la cara de halcones o de palomas. Son inaceptables propuestas que conlleven la explotación del trabajo ajeno y el uso del plus producto, el excedente, de forma egoísta y excluyente.
La mentalidad religiosa, la idolatría y el extremo culto a la personalidad, el igualitarismo, no parecen ser virtudes revolucionaria y menos marxista o martiana. Esto hay que analizarlo. Fidel no fomenta el culto, pero otros a su alrededor lo han convertido en un modus vivendi.
Igualmente tiene que hacerse un nuevo análisis sobre el peligro de la burocracia. La historia de las revoluciones del Siglo XX comprueba que una nueva burguesía se regenera en el seno de la burocracia.
Debemos dejar claro que burócrata es, en primer lugar, quien pone sus intereses por encimas de los de la causa. Muchos de los cuales, además, acostumbran a renovar los esfuerzos para sí, en la misma medida que olvidan los fines.
No es un problema de papeleo única, ni principalmente, como vulgarmente se cree, tampoco de falta de instrucción, sino, esencialmente, de intereses.
Cabe recordar aquí que en 1884, a solo un año de la muerte de Marx, ya Marti reflexionaba sobre los peligros de un Socialismo demasiado burocratizado.
“Mal va un pueblo de oficinista”, escribió y comentó: Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados
por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe,
lo iría perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad
en esperanzas y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados
por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían
a ser satisfechas por el Estado, adquirirían los funcionarios entonces la
Influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio.”
En cuanto a Cuba, la ética y creatividad de los revolucionarios cubanos ha impedido o limitado muchos de esos defectos, pero no todos y no otros. Hay razones históricas, económicas, culturales, sociológicas y geopolíticas para explicar nuestra situación; nadie debe subestimar lo que ha significado el bloqueo y la guerra caliente e ideo-sicológica del imperialismo, pero ello no lo explica todo.
Llegó la hora de actuar como el Che, necesitamos su “herejía y osadía” para replantearnos el problema desde nuestro grado de desarrollo y las características de esta nueva época.
El, que nunca nos ha faltado, una vez nos dijo,“Lo que menos me agrada es nuestra falta de valentía en ocasiones para afrontar ciertas realidades, a veces económicas y a veces políticas…En los problemas económicos le hemos echado la culpa a la sequía, al imperialismo…a veces no hemos querido dar una noticia, no nos hemos decidido…”.
(Entrevista con estudiantes norteamericanos.1964)
Esa enseñanza ética debe acompañarnos siempre; debemos profundizar, impostergablemente, el análisis sobre las singularidades de nuestra historia política y nuestra revolución socialista, en función de depurar lo esencial y permanente de lo secundario y coyuntural, lo que todavía tiene vigencia de lo que ya no; reflexión que debe hacerse con respeto, serenidad y ética pero, radicalmente, en la concepción martiana.
Recordemos a José Martí,”El que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella” y actuemos en consecuencia
( Nuestra América)
Se trata de reconocer, además, que Cuba pertenece a la cultura occidental, que tenemos, en la historia nacional, valores éticos y morales singulares-bondad, inteligencia, valor de revisarnos nosotros mismos- que debemos continuar incorporando, en nuestra política.
Que los revolucionarios cubanos, desde La Damajagua, nunca hemos separado Libertad, justicia y solidaridad y que debemos tener, bien presente, las palabras de Jose Martí a su amigo Fermín Valdés Domínguez:”El caso es no comprometer la excelsa justicia por los modos equivocados o excesivos de pedirla” y que, cada cubano, debe seguir al maestro cuando dijo: “la libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y hablar sin hipocresía”
Como cualquier otra obra humana, una revolución esta sujeta a errores. No creo que los revolucionarios debemos avergonzarnos por pedir perdón al pueblo por nuestras inexperiencias, omisiones o equivocaciones; sí, hay cosas que se han hecho mal, hay cosas que teníamos que tener resueltas y no las tenemos, hay quienes debían estar a nuestro lado y no están, hay quienes hemos empujado para que no estén, hay otras que fueron necesarias, fueron positivas, y ya no sirven, efectivamente: no hemos sido infalibles, pero no hay nada que nos impida ser honestos y coherentes con nuestros ideales.
No hay nada que nos impida ser leales al pueblo, rectificar y crear. Fidel nos ha enseñado eso siempre.
Si Cuba es “un laboratorio de socialismo”, entonces no hay dudas que discutir y experimentar es una necesidad insoslayable e impostergable.
La idea de debatir entre revolucionarios, en alerta de combate, no es agradable, es bien angustiosa, en especial la duda de que el enemigo pueda beneficiarse o se pueda dañar a compañeros que, esencialmente, actúan de buena fe, pero desgraciadamente, no se puede renunciar a ella... Los que renunciaron, yacen derrotados en todo el ex campo socialista y en otras tantas revoluciones. El silencio ante los problemas no benefició el triunfo del socialismo.
Un conocido Santo constato…en Asedio toda disidencia es traición .Alguien menos santo y más revolucionario señalo: La total adhesión a una causa no excluye, si no que impone, la obligación de discutir sobre la forma de servirla mejor-.
Silenciar las contradicciones, bajo el argumento de que nos puede dividir, favorece al enemigo; y dejarlas para el día de San Jamás, solo ha servido históricamente para impedir el perfeccionamiento de las revoluciones, permitir que reducidos ideales sustituyan el ideal emancipatorio, y privar al socialismo de potenciales partidarios
Por demás, el enemigo capitalista siempre conoce las diferencias, las deforma y utiliza contra nosotros. La vida ofrece suficientes prueba de ello.
La coyuntura y la táctica pueden exigir condicionar o aplazar algunos debates, pero convertir la coyuntura en tendencia y la táctica en estrategia es traicionar el proyecto.
Comienza, nos guste o no, una nueva etapa. Efectivamente, nadie – se ha dicho- sabe como construir el socialismo, entonces, tenemos que pensar, discutir y crear.
La incertidumbre nos acompaña siempre, los tiempos de certeza absoluta, típicos de los manuales, se acabaron, son legítimas algunas dudas, pero más legítimas las numerosasenseñanzas y experiencias que tenemos.
Nada puede ser más reaccionario hoy que entorpecer el debate que nuestra revolución necesita. Ampliar los espacios para ello, es decisivo. Y esa es una responsabilidad en primer lugar de los revolucionarios en el poder.
La división que puede ocasionar una política que, por acción u omisión, no respalde el debate necesario para el perfeccionamiento de la revolución y la falta de fe de las masas que esto puede impulsar es, sin dudas, responsabilidad esencial de las estructuras institucionales cubanas.
Sabemos que los objetivos y los conflictos se pierden por demasiado poco y demasiado tarde, también por demasiada intolerancia, demasiado dogmatismo, demasiada descortesía. Debemos evitar eso.
El deber de nuestra generación para con las venideras, es en -primerísimo- lugar, cumplir con las tareas que demandan nuestro presente. El primer deber internacionalista de los revolucionarios cubanos es hacer bien el socialismo en nuestro país, consolidarlo y garantizar la continuidad de la Revolución.
Jamás nos rendiremos ante el enemigo imperialista ni vamos a permitir tampoco que se repita en Cubala experiencia europea de burocracias corruptas que traicionaron a los trabajadores, al pueblo y al socialismo.
miércoles, septiembre 12, 2007
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