CANCILLER COLOMBIANO Y LAS GESTIONES HUMANITARIAS
Eligio Damas
Para los venezolanos la paz en Colombia es un objetivo fundamental. Como compartimos una muy extensa frontera y habiendo entre nuestros paìses una relaciòn muy fluìda, cualquier acontecimiento de un lado afecta considerablemente en el otro. Y es bien conocido por los venezolanos, como nos golpea el conflicto en el país vecino, al cual de buena fe, podemos llamar, a riesgo de caer en un lugar común, hermano.
Es decir, desde la perspectiva exclusiva de un venezolano, independientemente de las razones que muevan a los factores en pugna, la paz de allá lo es para Venezuela.
Por estas razones, no puede sorprenderle a nadie, ni parecerle un inmiscuirse en asunto ajeno, que el presidente Chávez, haya aceptado de buen gusto, participar como intermediario en el intento de intercambiar personas, en poder de guerrilla y gobierno colombianos, bajo calificativos diferentes. Menos que, como una prolongación de la primera gestión, sirva de puente para el inicio de conversaciones en la búsqueda de la paz. Ese proceder está impregnado de los buenos deseos de los venezolanos todos.
De modo que no hay que darle vueltas ni atribuirle fines inconfesables a la responsabilidad que el presidente venezolano ha asumido.
Pero no hay duda que esa misión es dura. Las posiciones del gobierno colombiano y la guerrilla, suelen ser inflexibles y muy difíciles de acercar. Cada sector tiene dominio sobre el territorio colombiano donde tiene su asiento y por los momentos no siente el peligro del desalojamiento, la derrota o la interferencia de los procesos econòmicos y de acumulación.
Pero el problema de los retenidos en ambos lados ha sensibilizado la opinión venezolana, colombiana e internacional, hasta tal punto, que se les ha vuelto una papa caliente.
Lo anterior abrió una posibilidad de intercambio, entre la guerrilla y el gobierno, la que se fortalece por el rol del presidente venezolano. Pero desde luego que el manejo de ésta, queda sujeta y afectada por las posiciones que de ahora en adelante tomen los oponentes. Por eso, a los venezolanos partidarios de Chávez, les conviene no contribuir a extralimitar las expectativas. Es hasta válido observar como el departamento de Estado ha adoptado una actitud excesivamente discreta. Por supuesto, esto se podría explicar por el amplio respaldo de que goza ese tipo de gestión. Pero de fallar la delicada misión, lo que es posible por circunstancias por encima de la buena fe y el evidente interés del presidente venezolano, intentarán descalificarle. Y Bush y sus funcionarios, se jugaràn esa carta ante el evidente fracaso del Plan Colombia.
¿Por qué con frecuencia los funcionarios bajo la dependencia de Uribe, sobre todo cuando andan en el exterior, asumen posturas o declaran contraviniendo lo que en apariencia es la posición de éste, sobre todo en temas que tengan que ver con Venezuela?
El canciller colombiano, Fernando Araùjo, en Bruselas, emitió unas declaraciones a todas luces imprudentes, tendenciosas, acerca de la tarea que acaba de asumir el gobernante venezolano. En efecto, expresó el alto funcionario colombiano, cuando apenas se está intentando establecer mecanismos de comunicación entre el gobierno venezolano y la guerrilla colombiana, “No creo que esta mediación tenga ningún resultado, porque las FARC no tienen interés en ningún acuerdo con nadie”. Agregó, según una agencia de noticias, que las FARC “les han tomado el pelo a todos” y “ya lo comienzan a hacer también con Chávez”.
Es natural que independientemente, se trate de las FARC o el gobierno colombiano, cada quien, en un primer intento, procure que las cosas se hagan a su manera o bajo sus condiciones. Las FARC, han pedido y nada les impide que lo hagan, que el contacto entre su representación y el presidente venezolano, se haga en el territorio que controlan. Le corresponde a nuestro presidente evaluar la pertinencia de lo propuesto y al gobierno colombiano, en ejercicio de su reconocida soberanía, autorizar la gestión en esos términos.
El Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, dijo después de lo declarado por el canciller Araùjo, que el 7 de septiembre “se reiteró el apoyo del gobierno colombiano a un encuentro del presidente Chávez con un delegado de las FARC en territorio venezolano”. Y el mismo aseguró que el presidente Chávez no ha solicitado a Colombia permiso para reunirse con la representación guerrillera, en territorio de ese país.
El presidente venezolano, en su peculiar y generoso estilo, lo que ha querido dejar claro es su voluntad de contribuir con la paz de Colombia, haciendo lo que fuese necesario.
Pero entonces, cabe preguntarse, ¿qué busca el canciller colombiano? ¿Abortar las gestiones de intercambio humanitario antes que estas se inicien? ¿Uribe convalida esas declaraciones que parecen contradecir lo que ha acordado con el presidente Chávez? ¿Será qué Uribe, en verdad, en este asunto juega a los dos frentes? ¿Será qué el presidente colombiano y Bush, juegan a la chita callando, al fracaso del venezolano? ¿O el cordón umbilical del canciller le conecta con el presidente gringo? ¿Esto último, explica la actitud del canciller del país vecino? ¿Estará de nuevo Uribe en otra jugada de las nada diplomáticas y respetuosas que suele hacer? Es ya común que él diga o disponga una cosa y sus subalternos actúen y declaren en contrario. Esperemos por su reacción ante lo declarado por su ministro.
Por último, las expresiones de Aràujo, parecen tener interés de descalificar al comandante Chávez, al querer presentarle como un iluso, fácil de tomarle el pelo. Esta es la reiterada equivocación de los adversarios del líder venezolano y la causa que éste, una y otra vez, les haya hundido en la derrota.
Pero la verdad inocultable en todo esto es que, como los pueblos venezolano y colombiano, el presidente Chávez, juega a favor de la paz para Colombia.
miércoles, septiembre 12, 2007
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